Aunque
sé, estoy convencido, que Dios hizo el mundo de la nada, muchas veces pienso
que una vez lo creó y vio que era bueno se ocupó de otras cosas y lo olvidó.
Otras
veces, pienso que Dios, para distraerse, hizo el mundo como un ajedrez; goza
viéndonos jugar; si lo hacemos mal y se aburre, mueve un poco el tablero, descoloca las piezas y anima el juego.
Claro que, aunque acaso olvidado o siendo un peón, aún me queda un poco de esperanza: sé que, pese a todo, existe la Divina Providencia.
Nota: La imagen
que ilustra esta entrada esta tomada de Círculo Románico, en Internet.
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