Cada día que pasa, porque mi cuerpo está cansado y mi alma desgastada, puedo hacer menos y pensar más y, esto es lo peor, estoy casi saturado por mis muchas inseguridades.
Cuándo era joven estaba lleno de seguridad, estaba en lo cierto y mis creencias, aunque solo fueran mías, eran la verdad. Además, en mi pensamiento, atribuía cualquier discrepancia, sobre todo, a la ignorancia y, luego, mezclada con ella el resentimiento o a la mala fe.
La Iglesia, no importaba la historia, era Santa; el Credo era dogma, Lutero
un bandido y los papas, incluidos los malos, sucesores de Pedro; la familia,
pasase lo que pasase, era sagrada, el divorcio impensable y el amor conyugal real hasta la muerte; la política
era para los políticos; el comunismo algo de Satanás; el estudio y el trabajo
bien hecho un deber fuera de toda duda; y yo, como todos los míos, obligado a
mandar y conservar siempre el honor.
Y, los judíos eran usureros, habían matado a Dios y, como pueblo, tenían lo
que merecían; eso sí, al final de los tiempos se convertirían; los españoles,
¡los mejores!, habíamos conquistado y evangelizado América; los ingleses,
¡Enrique VIII!, los enemigos; los franceses, ¡oh los franceses!, ¡cobardes
ellos!, los alemanes estupendos; los moros traicioneros; los gitanos un horror;
los rusos comunistas y, con sus amigos socialistas, peor que malos; las suecas guapísimas; los americanos del
norte, como niños pero, traicioneros, ricos
y bien armados nos robaron Cuba y Filipinas; y los chinos, estaban lejísimos, desconocidos.
Pero, luego, en el camino de la
vida, poco a poco, sin darme cuenta, fui descubriendo que la Iglesia era menos santa,
Cristo era judío y el Credo solo un credo; Lutero tenía bastante razón; la
familia da disgustos, puede ser un desastre y el divorcio una solución; América
la hicieron los americanos; hay protestantes, y católicos, buenos y malos; el
comunismo es una religión y tanto fanáticos como buenas gentes las hay en todas
partes; los judíos con sus cosas, son dignos
de admiración; y las suecas son mujeres suecas.
Y, ahora, en la vejez, ¡qué cosas! todo lo anterior, lo que creía de joven
y lo que descubrí ya mayor, se ha mezclado en mi cabeza en un inmenso cúmulo de
inseguridades; al pensarlo, me doy cuenta de que en el bien y en el mal, todo
fluye, ¡Heráclito sigue vivo!, existen tantos matices que no puedo estar seguro,
¡lo intento!, de nada de todo lo anterior.
4 comentarios:
Mi querido José Luis: Comprendo todo lo que, -de manera sintética (y un tanto "descarnada")- expones, y me adhiero a esa, -llamémosla "tragedia"-, la han sentido no pocas personas; y, hasta han sido "mártires" de su "vaciamiento". Todos hemos pasado, -yo, el primero-, "noches oscuras del alma" (al estilo de San Juan de la Cruz). El ejemplo que, para mí, ha "iluminado" más "su tragedia", -hasta morir "mártir"- ha sido Don Miguel de Unamuno. El sus últimas novelas ("Abel Sánchez", "niebla", -y, sobre todo-, su última: "San Manuel Bueno, mártir"). Son, todas ellas ( los títulos son "significativos" y simbólicos), exposición del bien y mal como "problema" y el "encuentro" (que aparece en lo que él llama "su nivola", -"Niebla"- que el protagonista tiene con el "creador del personaje de la "nivola", conminándole a que no tiene "derecho" a su final (rebelándose el protagonista "creado" en la "nivola", contra su autor). Lo mismo que el bueno de D. Manuel (el mártir) es el paradigma de su (de Don Miguel) final trágico. Es decir entre la razón que no ve claro (dudas que todos tenemos), pero que "desea ardientemente" ser "santificado" (o, si quieres: "divinizado"). ¡ ahí está su "tragedia"!! En su libro "El sentido trágico de la vida", D. Miguel de Unamuno ya "filosofaba" sobre ello con anterioridad; sin embargo sus últimas novelas (y poesías) clarifican enormemente lo que tú expones, y, como te decía al principio, comprendo perfectamente y me hago cargo de "tu pesar". Yo, también he pasado por ello. Heráclito tenía razón: "...lo nuestro es pasar, haciendo caminos sobre la mar..." ( Don Miguel de Unamuno resumía todo en esto: "el mar, la mar,...y no pensar en nada"). Muchas gracias por tu escrito sincero y verdadero. Un abrazo, Jorga L Dalda
Muchas gracias Jorge, es un orgullo para mí que hayas empleado tu tiempo y tu gran saber en comentar la expresión de mis muchas inseguridades. Y un fuerte abrazo
Buenos días José Luis:
Me han gustado mucho tus reflexiones. A mí, me ha ocurrido casi lo contrario : de joven cuestionaba todas las ideas que nos daban por válidas y verdaderas.
Ahora doy por válidas muchas de aquellas.
Una que escribe.
Hola José Luis. Aunque tarde, no he podido leer tus reflexiones hasta hoy, me animo a participar en tu blog. Yo aunque soy un poco menos viejo, menos mayor como dice tu amigo, voy entrando también en esa etapa de la.vida en la que miramos hacia atrás y viendo lo que tenemos delante me encuentro perdido como tú y no tengo claro absolutamente nada. Tan sólo veo claro que aprendemos día a día y que me gustaría llegar a esos ochenta que tienes, si Dios me da la capacidad, con la lucidez y la capacidad de reflexionar tuyas. Yo como tú ,no tengo claro nada. ¿No será que quieren tenernos así a base de falsas informaciones contradictorias para que no distingamos la verdad de la mentira?. Sigamos con los ojos abiertos y no nos creamos nada sin antes contrastar y saber quién PAGA LA FIESTA. Un saludo cordial de José María Serradilla. Jaraíz de la Vera
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