La
despedida, el jueves pasado, de nuestra hermana
Concha, que luego de unas semanas con nosotros regresa a su labor,
¡tan dura y generosa!, en La Plata, los mayores de la familia, sin hijos ni nietos, hemos
celebrado una pequeña, íntima, entrañable y absolutamente deliciosa fiesta
familiar.
La
merienda, el viernes, para celebrar el séptimo cumpleaños de mi nieto Luis, con
todos mis hijos y nietos.
El sábado,
la gran fiesta del bautizo, ¡tan importante!, de Julia, mi nieta recién nacida,
junto a la primera comunión de su hermana Olivia y su prima Constanza, que ha
reunido a gran parte de nuestra gran familia y un buen grupo de amigos, en su
celebración.
En verdad,
me digo, han sido tres acontecimientos familiares que, asombrosamente, se han
concentrado en tres días y, porque soy viejo, he tenido la fortuna de vivirlos
todos gozando plenamente, inmerso en una mezcla de felicidad, gratitud a la
familia, añoranza de los ausentes y una muy satisfactoria convicción: ya soy
prescindible y eso es bueno, mi familia, ¡es mucho más valiosa que yo!, no me
necesita, y llegar al final es lo justo y lo normal.
Sí, tengo,
tenemos, que dar muchas gracias a Dios porque, aún en el convulso tiempo en que
vivimos y a pesar de todos los males que sufrimos, nos queda un pequeño y muy
poderoso lugar, la familia, en el que
cabe, además de la libertad, el amor y la felicidad.
Nota: la niña, preciosa, de la fotografía de llama Julia, y es mi nieta pequeña, en brazos de Victoria, su madre.

2 comentarios:
La familia es lo más hermoso y estos acontecimientos familiares son únicos. Si es cierto que nosotros ya hemos cumplido nuestro ciclo. Pero lo más interesante es dejar poso una huella para que tengan siempre un buen recuerdo de lo que fuimos y un camino que les marcamos siempre para que sean lo más felicices posibles
Feliz tu que tienes una familia tan estupenda y unida. La niña es preciosa. Enhorabuena por ese capital humano que te rodea.
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