UGT, el sindicato socialista dirigido por Cándido Méndez, el íntimo colaborador del Sr. Rodríguez Zapatero durante los años en que este, negando la crisis y gastando lo que no había, tanto ha trabajado para conseguir el 21% de desempleo en España, ha convocado una huelga en el Metro de Madrid durante la estancia del Papa en esta ciudad.
UGT, el sindicato socialista que representa a menos del 10% de la plantilla del Metro, recordando quizá la doctrina del sindicato afirma que las huelgas más efectivas son aquellas que se convocan cuando más daño pueden hacer, pretende paralizar el transporte subterráneo de la ciudad cuando Madrid, durante cinco días, más que duplique su número de sus habitantes.
UGT, el sindicato socialista que viviendo de las subvenciones, ha hecho nada para reducir la caída del empleo y menos todavía para reducir el desempleo, ha decidido convocar la huelga para conseguir mejoras "sociales" en una de las empresas, pública por supuesto, que paga a sus empleados mucho mejor que la mayor parte de las empresas en que trabajan quienes usan sus servicios.
¿Piensan los dirigentes de UGT que la dirección de la empresa Metrso no va a evitar por todos los medios a su alcance, el éxito de la huelga?
¿Piensan los líderes del sindicato socialista que van a conseguir, en estos momentos de durísima crisis, alguna de sus reivindicaciones, con esta huelga?
¿Piensan los dirigentes de UGT que quienes se oponen a esta huelga dejarán de aplaudir cuando, por mínima coherencia en el uso del escaso dinero disponible, las administraciones públicas dejen de regalarles subvenciones?
¿Piensan los dirigentes de UGT que, aunque en un ataque de sentido común desconvoquen esta huelga, van a reforzar su imagen positiva como honestos defensores de los derechos de los trabajadores?
En mi opinión y lamentándolo mucho porque creo que unos buenos sindicatos son imprescindibles para el equilibrio de la sociedad; la UGT, el sindicato socialista, el sindicato más viejo de España, al igual que ha pasado antes a muchas organizaciones a lo largo de la historia, ha entrado, de la mano de sus últimos líderes, en esa fase de la demencia senil que, sin medicina que la remedie, conduce inexorablemente a la locura y a la muerte.
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