“Se sabe o se adivina: cuando el pensamiento no es puro y vigilante y no tiene valor el respeto del espíritu, tampoco marchan ya correctamente buques y automóviles, todo valor y toda autoridad se tambalea tanto para la regla de cálculo del ingeniero como para la contabilidad de los bancos y de las bolsas, y sobreviene el caos. Tardó por cierto mucho tiempo en abrirse camino el reconocimiento de que también lo externo de la civilización, también la técnica, la industria, el comercio, etc., necesitan los cimientos comunes de una moral y de una honestidad del espíritu”
De Hermann Hesse (1877 –1962), en El Juego de Abalorios
No hay comentarios:
Publicar un comentario