La Reforma Laboral que aprobada por el Gobierno se encuentra actualmente en el Congreso de los Diputados ha generado una tremenda repulsa de los sindicatos y, muy posiblemente, de una parte importante de la sociedad española.
En mi opinión, la resistencia de los sindicatos y de muchísimos ciudadanos al cambio que supone la Reforma es lógica y absolutamente normal. Rompe con la filosofía, socialista y fascista, que ha sostenido la concepción, el sentido del trabajo y las relaciones laborales en España durante los últimos setenta años.
Para comprender el rechazo de la Reforma Laboral debemos tener en cuanta, al menos, lo siguiente:
1. La convicción social de que el trabajo es un mal, fruto del pecado original, añadida a la idea de que el empresario es por naturaleza un explotador que se enriquece con el esfuerzo de los trabajadores y de que estos necesitan ser amparados por las leyes y los sindicatos, se ha instalado en el pensamiento colectivo español como una verdad inmutable y un valor irrenunciable.
2. La idea socialista y fascista, extendida en un segmento muy amplio de la sociedad, de que lo público es bueno y honesto y lo privado es egoísta y deshonesto Fruto de esta idea es la creencia de que el empresario privado es “malo” y el empresario público es “bueno”.
En consecuencia con esa idea, la presencia y proliferación de las empresas públicas en la España de Franco, la demanda de nacionalización de la banca y de las grandes empresas durante la transición, la compra por el Estado de empresas arruinadas en los años setenta y ochenta del siglo pasado o la proliferación de empresas creadas y gestionadas por las administraciones públicas ya en este siglo, ha sido bien vista por una gran parte de la sociedad, al igual que ha sido mal aceptada la privatización de grandes empresas (que se han convertido en realmente grandes una vez fueron privatizadas) y que ahora valora negativamente el cierre de empresas públicas absolutamente inviables.
3. En la sociedad civil española, tradicionalmente poco organizada, los sindicatos son entidades muy consolidadas que aunque cuentan con muy poca afiliación, de alguna manera representan a muchísimos trabajadores y garantizan el modelo de protección social asumido por los españoles desde lo más profundo de unas sólidas convicciones fascistas o socialistas
Más aún, los actuales sindicatos españoles, han asumido y lo han hecho con eficiencia, las labores más importantes que en su tiempo cumplieron los sindicatos verticales del franquismo, que siendo absolutamente impropias en una sociedad libre y abierta, dan “tranquilidad”, aseguran los derechos básicos de los trabajadores y garantizan “el orden”, en la vida laboral (salario mínimo, contratos de trabajo, regulación del despido, convenios colectivos, seguridad social, etc.)
Por tanto, e independientemente de su reducido número de afiliados y del hecho de estar financiados con fondos públicos, los sindicatos son una fuerza social realmente poderosa que posiblemente representa de una otra manera, el sentir de millones de españoles, especialmente de quienes tienen empleo y han gozado en el pasado de una protección social impensable en sociedades libres, democráticas y competitivas.
Pero, ¿Cuáles son los aspectos de la Reforma Laboral que rompen con la filosofía anterior y que tanto repugnan a los sindicatos y que asustan a millones de ciudadanos?
La mayor parte de los cambios que aporta la Reforma Laboral, unos con satisfacción, otros con esfuerzo y algunos más con gran dolor, ente la gravedad de la crisis, pienso que podrían ser asumidos por los sindicatos y estoy convencido de que en tan solo dos, de los muchos que aporta la Reforma Laboral, se encuentran las causas profundas de la irritación de los sindicatos y del malestar social.
- El más importante y “el más peligroso” para los sindicatos y para los empleados que trabajan o puedan trabajar en el futuro en pequeñas y medianas empresas, es la posibilidad de que se produzcan acuerdos entre empleadores y empleados al margen de los convenios colectivos firmados entre asociaciones empresariales y los grandes sindicatos..
Ello implica una enorme pérdida de poder para las organizaciones empresariales y para los sindicatos, que van a contemplar como espectadores la firma de acuerdos que van de gustar nada a quienes han decidido por el conjunto de los empresarios y el conjunto de los trabajadores, por concesión legal, durante setenta años.
Como consecuencia del cambio, es muy probable que los empresarios puedan contratar y de hecho lo hagan en el futuro, a trabajadores con salarios cuyo límite inferior sea el salario mínimo legalmente establecido y más bajo que el que tendrían que pagar si estuvieran obligados a aceptar los convenios colectivos. Esto, además, generará una reducción a corto plazo de los costes laborales en muchas empresas.
Además, un segmento muy importante de la población, a medio y largo plazo, verá reducidas sus retribuciones y se distanciarán las condiciones de trabajo entre unas y otras empresas y entre unos y otros trabajadores.
De alguna manera lo que presenta la reforma laboral es extender la práctica que tienen las grandes empresas en el trato a sus excluidos de convenio, con la salvedad de no tener el límite inferior que marcan los convenios colectivos.
- La reducción de la indemnización por despido improcedente, que pasa (respetando los derechos adquiridos) de 45 a 33 días por año trabajado y, lo que es mas relevante, reduce las cuantías máximas de 42 a 24 mensualidades.
Esta medida, desde mi punto de vista, si no se hubiera modificado el modelo de la negociación colectiva, aunque es mucho más relevante para los trabajadores, podría haber sido aceptada por los sindicatos por cuanto no hubiera tocado el poder real de los sindicatos en la sociedad.
Sin embargo, los sindicatos han elegido este tema como el más relevante para justificar la protesta social y como la razón más importante para convocar la huelga general prevista para el día 29 de marzo, por cuanto “abaratar el despido” supone atentar contra lo que la población considera uno, acaso el mayor, de los derechos de los trabajadores por cuenta ajena.
Es evidente que a partir de ahora la cuantía de las indemnizaciones a percibir por los trabajadores en las empresas será un freno menor a la movilidad laboral. Es mucho más sencillo aceptar una oportunidad de trabajo en una empresa en la que ofrecen al empleado un 20% más de retribución si pierde el derecho a una indemnización de 33 días con un máximo de 24 mensualidades que si pierde 45 días con un máximo de 42 mensualidades.
Por ello, las empresas van a tener que buscar formulas para retener a sus empleados más capaces y productivos porque el freno de la posible indemnización puede ser mucho menor que lo que se pueda conseguir en el cambio de empresa.
Indudablemente, los empleados menos eficientes cobrarán mucho menos que los más productivos en todas las empresas.
Como es lógico, en la sociedad, para una inmensa mayoría de personas que no se encuentran o no creen encontrarse entre los candidatos a obtener mejoras y sí a percibir “lo que dice la ley”, la Reforma Laboral es un gran mal.
Y, en consecuencia con lo anterior, la bajada de los días de indemnización y de su límite superior va a justificar para muchas personas la huelga general del día 29 de marzo y de las huelgas que se puedan convocar posteriormente.
Pero, ¿Cuántas huelgas generales se van a producir en España a partir del 29 de marzo?
Pienso que depende de la evolución de la economía, pero que lo normal, es que entre marzo de 2012 y mayo de 2013, haya al menos tres y que entre los meses que van desde septiembre hasta abril vivamos tiempos de gran tensión social.
Las razones que me hacen pensar esto son tres:
- El incremento del desempleo durante los meses de primavera y otoño de esta año, unido a la subida de las tasas y de impuestos indirectos a que obliga la situación del endeudamiento de las administraciones públicas y el previsiblemente escaso crecimiento de la economía, que van a seguir produciendo e incrementando el malestar social.
- La percepción social de que las duras medidas del gobierno y el sacrificio de la población no consiguen reactivar la economía, que va a generar rechazo al modelo de gobierno y deseos de que este cambie de política o sustituido por otro gobierno “más social”.
- La resistencia de los sindicatos a la pérdida de su poder tradicional y el esfuerzo de los partidos de izquierda para evitar por todos los medios el paso del modelo socialdemócrata de nuestra sociedad a uno más liberal que ellos consideran superado y que van a estimular, tanto como puedan, la tensión social para cambiar la política del gobierno o provocar elecciones anticipadas que pueda ganar un frente popular.
Y, ¿Al final qué?
Pienso que si el Gobierno del Partido Popular es capaz, con una fuerte y muy buena comunicación, continuando su política actual, consigue mantener el apoyo de una parte importante de la sociedad, resiste los ataques en los medios de comunicación, de izquierdas y de derechas, y controla razonablemente la tensión social, incluidas las huelgas generales; a partir del segundo trimestre de 2013 comenzaremos a ver luz, lo pasaremos entre mal y regular hasta 2016 y, lo que es mejor, luego con cambios como el que supone la Reforma Laboral, estaremos durante mucho tiempo, en la senda del progreso y en una sociedad mucho mejor.