Hoy, ante la dimisión del Ministro
Ruíz Gallardón, que abandona el Gobierno de España ante la renuncia del
Sr. Rajoy a cambiar la Ley del aborto, me viene la cabeza una
entrada que en mayo de 2011, cuando aún
gobernaba el Partido Socialista, publiqué
en este blog.
En ella glosaba la opinión de un parlamentario que, ante
las insensateces del Presidente socialista, tenía la seguridad de que su propio
partido, el Popular, ganaría las siguientes
elecciones.
La razón en la que se asentaba la seguridad del parlamentario popular en el triunfo de su formación era que, aunque
los españoles no queremos a su partido, le
votamos cuando necesitamos que nos gobierne.
Es decir, cuando los gobiernos socialistas hacen las cosas tan rematadamente
mal que se hace imprescindible otro gobierno, los españoles votamos al Partido
Popular porque sabemos que, aunque antipático
y no querido, ese partido actúa con sensatez y salva la situación.
Pues bien, el actual gobierno del Partido Popular que no ha cumplido su propio programa electoral y
que ha actuado ante la crisis aplicando
con despiadada dureza, especialmente contra los más débiles, los
mismos criterios socialdemócratas que bien hubiera podido aplicar el Partido
Socialista, ahora abandona, una vez más, su promesa de cambiar la Ley del Aborto
y lo hace para mantener la que aprobó en su día el denostado anterior Presidente.
Al parecer, el nuevo
incumplimiento del Sr. Rajoy está justificado porque los cambios previstos en esa ley podrían hacerle perder
votos en las próximas elecciones. Evidentemente serían votos de personas que en este tema están
de acuerdo con los llamados criterios “progresistas”.
Y, esto es así porque el Sr. Rajoy no piensa perder votos en lo que hasta ahora ha sido su soporte
electoral: la derecha y, en parte, el
centro de la sociedad.
¿Saben por qué?, muy sencillo: el Sr. Rajoy
piensa y se dice a sí mismo y al resto de los políticos que le
acompañan, algo así como: “no os preocupéis, porque nos necesita, aunque sea a regañadientes ese electorado nos volverá a votar”.
¿Será verdad?
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