D. Antonio Macías
Martínez, el día 16 de octubre de 2014, a los setenta y
nueve años, en Majadahonda, ha muerto.
Han pasado muchos días desde que se produjo el óbito y ahora, después de asistir a su funeral, cumplo mi
ineludible obligación de escribir
sobre este gran hombre al que debo profundo
agradecimiento.
Antonio Macías fue, en el curso 1967-1968, mi profesor en la asignatura Dirección de
Personal que se cursaba en el 6º y último año de ICADE, Escuela que es hoy
Universidad Pontificia de
Comillas.
Antonio tenía 32 años. Era licenciado en Derecho y en Diplomado, no
existía entonces la licenciatura, en Psicología. Ocupaba un puesto relevante en el área de personal de
una empresa importante y, con un enfoque humanista de lo que debía
ser la gestión de personas, había elaborado para uso de sus alumnos un
pequeño librito que reunía todos temas
relevantes de lo que comenzaba a
ser la Dirección de Personal.
Antonio, con sus
explicaciones en clase, la claridad de
su libro, las lecturas de refuerzo y su generosidad para dedicar
tiempo a sus alumnos, poco a poco
hizo que mi interés por la materia se convirtiera en el centro de mi
posterior vida profesional. Debo pues a
Antonio Macías el impulso inicial para ser yo lo que he sido, no importa si poco o mucho, y
conseguir lo que he conseguido, tampoco importa si poco o mucho, en el mundo de la
gestión de personas. Y, todavía estoy orgulloso, no solo del 10 con que Antonio me calificó en su
asignatura, sino sobre todo porque, como
él me dijo muchos años más tarde, yo había sido su mejor alumno.
Más tarde, en la Universidad Católica de La Paz (Bolivia),
con el permiso expreso de Antonio, use su libro como guía para mis propios
alumnos en la materia, Dirección de Personal
que, con la osadía de la ignorancia, impartí a los alumnos de la
Carrera de Administración de Empresas allá en 1969 o 1970.
Volví a encontrar a Antonio Macías en 1972 cuando él
era, además de fundador, director de la
Escuela Superior de las Cajas de Ahorros Confederadas de España y
me incorporó a su equipo.
En los años que trabajé con Antonio descubrí la fortaleza de sus convicciones, la profundidad
de sus conocimientos y el inmenso valor que tenía para él esa frase,
tantas veces vacía, de “hacer el bien”.
Antonio fue un líder innovador y valiente. Se rodeó, con acierto casi siempre, de profesionales de
primera fila, les apoyo y les dejó hacer.
Y, esto es lo más relevante, con
prudencia y sin alharacas, asumiendo indudables riesgos, fue capaz de introducir en la formación de los mandos y directivos de
las cajas de ahorros y, por
extensión, en todo el sector bancario, las metodologías más novedosas y eficientes de
cuantas aparecieron en los años setenta en Francia, Alemania o Estados Unidos.
A partir de 1976 y hasta casi el año 2000, desde fuera del mundo de las Cajas de Ahorros, seguí
manteniendo la relación con Antonio y las personas de su equipo, Pude disfrutar
sus éxitos, su alegría al conseguir, con
honores, el Doctorado en Ciencias Económicas, sus intervenciones como docente
en universidades españolas y americanas, sus sólidas y bien trabajadas
aportaciones en publicaciones académicas y profesionales. Y, al mismo tiempo, entonces también, encontré en Antonio al maestro humanista que mejor entendía las
necesidades de las personas, más hacía para satisfacerlas y más detestaba el uso del poder para cualquier cosa.
Pues bien, cuando Antonio Macías puso fin, ante la
admirada gratitud de cuantos fuimos sus
alumnos o trabajamos con él a lo largo de
los años, a su intensa y valiosa vida
profesional, nos regaló una extraordinaria sorpresa: dio suelta a su pasión secreta y el artista escultor Antonio Macías salió a la luz.
Durante sus años de artista, Antonio Macías ha seguido
siendo, como siempre lo ha sido, el maestro, el amigo, el hombre de bien que mientras trabajaba con
intensidad en su taller, exponía con éxito
sus obras, siempre estaba ayudando a los demás.
Sean estas mis palabras testimonio mi admiración, afecto e
inmenso agradecimiento al gran hombre que
fue Antonio Macías y de pésame a sus, por tantas razones, doloridos deudos.
1 comentario:
Mil gracias,Jose Luis, por tus bonitas y acertadas palabras sobre mi padre.
Un saludo afectuoso,
Aurora
Publicar un comentario