domingo, 2 de noviembre de 2014

546. ANTONIO MACÍAS MAESTRO Y ESCULTOR




D.  Antonio Macías Martínez,  el   día 16 de octubre de 2014, a los setenta y nueve años,  en Majadahonda,  ha muerto.

Han pasado muchos días desde que  se produjo el óbito y  ahora, después de asistir a su funeral,  cumplo mi  ineludible obligación  de escribir sobre  este gran hombre al que debo profundo agradecimiento.

Antonio Macías fue, en el curso 1967-1968,  mi profesor en la asignatura Dirección de Personal  que se cursaba en el 6º y último  año de ICADE,  Escuela  que es hoy  Universidad Pontificia de Comillas. 

Antonio tenía 32 años. Era  licenciado en Derecho y en Diplomado, no existía entonces la licenciatura, en Psicología.  Ocupaba  un puesto relevante en el área de personal de una  empresa importante  y, con un enfoque humanista de lo que debía ser la gestión de personas, había elaborado para uso de sus alumnos un pequeño  librito que reunía todos temas relevantes  de lo que comenzaba a ser  la Dirección de Personal.

Antonio, con  sus explicaciones en clase,  la claridad de su libro,  las lecturas de refuerzo y  su generosidad para  dedicar  tiempo a sus  alumnos, poco a poco hizo que mi interés por la materia se convirtiera en el centro de mi posterior  vida profesional. Debo pues a Antonio Macías el impulso inicial para ser yo  lo que he sido, no importa si poco o mucho, y conseguir lo que he conseguido, tampoco importa si poco o mucho, en el mundo de la gestión de personas. Y, todavía estoy orgulloso, no solo del  10 con que Antonio me calificó en su asignatura, sino sobre todo  porque, como él me dijo muchos años más tarde, yo había sido su mejor alumno.

Más tarde, en la Universidad Católica de La Paz (Bolivia), con el permiso expreso de Antonio, use su libro como guía para mis propios alumnos en la materia, Dirección de Personal   que, con  la osadía de la  ignorancia, impartí a los alumnos de la Carrera de Administración de Empresas allá en 1969  o 1970.

Volví a encontrar a Antonio Macías en 1972 cuando él era, además de fundador, director de  la  Escuela Superior  de las Cajas de Ahorros Confederadas  de España y me incorporó a su equipo.

En los años que trabajé con Antonio descubrí  la fortaleza de sus convicciones, la profundidad de sus conocimientos  y  el inmenso valor que tenía para él esa frase, tantas veces vacía, de “hacer el bien”.

Antonio fue un líder  innovador y valiente. Se rodeó, con  acierto casi siempre, de profesionales de primera fila, les apoyo y les dejó hacer.   Y, esto es lo más relevante,  con prudencia y sin alharacas, asumiendo indudables riesgos,  fue capaz de introducir  en la formación de los mandos y directivos de las cajas de ahorros y,  por extensión,  en  todo el sector bancario,  las metodologías más novedosas y eficientes de cuantas aparecieron  en los años setenta  en Francia, Alemania o Estados Unidos.

A partir de 1976 y hasta casi el año 2000, desde  fuera del mundo de las Cajas de Ahorros, seguí manteniendo la relación con Antonio y las personas de su equipo, Pude disfrutar  sus éxitos, su alegría al conseguir, con honores, el Doctorado en Ciencias Económicas, sus intervenciones como docente en universidades españolas y americanas, sus sólidas y bien trabajadas aportaciones en publicaciones académicas y profesionales.  Y, al mismo tiempo,  entonces también,  encontré en Antonio  al maestro humanista que mejor entendía las necesidades de las personas, más hacía para satisfacerlas y  más detestaba el uso del poder para cualquier cosa.

Pues bien, cuando Antonio Macías puso fin, ante la admirada gratitud de   cuantos fuimos sus alumnos o trabajamos con él a lo largo  de los años, a su intensa y valiosa  vida profesional, nos regaló una extraordinaria sorpresa: dio suelta a su pasión  secreta y el artista  escultor Antonio Macías salió a la luz.

 Durante sus años de artista, Antonio Macías ha seguido siendo, como siempre lo ha sido, el  maestro, el  amigo, el  hombre de bien que mientras trabajaba con intensidad  en su taller, exponía con éxito sus obras,  siempre estaba  ayudando a los demás.

Sean estas mis palabras testimonio mi admiración,   afecto e inmenso agradecimiento al  gran hombre que fue Antonio Macías y de pésame a sus, por  tantas razones,  doloridos deudos. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mil gracias,Jose Luis, por tus bonitas y acertadas palabras sobre mi padre.
Un saludo afectuoso,
Aurora