He vivido
muchos y, porque son irrepetibles, disfruto mucho los días de mi cumpleaños.
Ahora, ayer, el 71, ¡áspero!, son muchos años, tiene el 1, y seguro que haré algo para merecer la fortuna de vivir.
Hace diez años, el 61, menos áspero pero nada fácil y quedaba mucho por hacer.
Hace veinte, el 51, ¡estupendo!, tenía ilusiones y mucha
fuerza, estaba en plenitud.
Hace treinta, el 41, ¡fantástico!, “había llegado y
seguía subiendo”, tenía tres hijos, no
lo sabía, pero empezaba lo mejor.
Hace cuarenta, el 31, ¡qué maravilla!, planté un árbol, publique un
libro y, ¡que fortuna!, un años antes me
había casado y tuve un hijo,
Hace cincuenta, el 21, un año extraordinario, digno de
recordar, el año fácil en mitad de la carrera, salí al extranjero, vi por
primera una persona de raza negra y aprendí mucho
Hace sesenta, el 11, ¡ya era mayor!, iba en el tren yo
solo al colegio, tenía hermanos y amigos; leía, mi padre me decía qué libros me iban a gustar y debía leer.
Hace setenta, el 1, no tengo recuerdos de ese día,
pero sé que mis padres hicieron una gran
fiesta y que mi padrino me regaló un precioso caballo de cartón piedra en el
que me podían subir y yo casi cabalgar. Era un niño muy feliz.
¡Qué gran satisfacción cumplir tantos y recordar
el camino recorrido en los cumpleaños!
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