Sí, el Papa Francisco ha viajado a la
isla griega de Lesbos para estar con los
refugiados que allí sueñan con llegar a los países ricos de Europa y temen, con
razón, que cualquier día, les envíen a Turquía para que, encerrados
en campamentos, hagan tiempo hasta que
se encuentre un destino para ellos.
Sí el Papa Francisco ha dado un
aldabonazo en las conciencias de muchos europeos y ha mostrado al mundo el
egoísmo y la falta de amor al prójimo de los ricos y poderosos habitantes de la
desalmada Europa y de sus desalmados dirigentes.
Sí, el Papa Francisco se ha conmovido
cuando ha visto el inmenso dolor de los refugiados de Lesbos y ha gritado al
mundo la falta de amor y de
generosidad que tenemos los europeos.
Sí, pero. Hay algunos peros que, aunque
por expresarlos me hago acreedor a todos los insultos, a los mayores desprecios y a ser condenado al
infierno, pienso que es bueno decirlos bien alto.
El Papa Francisco tiene razón, está en
su derecho y es su obligación, reclamar que se acoja a los refugiados, que se
les integre en la rica sociedad europea.
Pero, el Papa Francisco, cuando habla lo
hace desde la perspectiva cristiana del
amor, la caridad, el perdón y la misericordia, el amor que no pide nada, la
caridad que no espera nada, el perdón setenta veces siete, la misericordia
infinita de Dios que se extiende todos los días a todos los seres humanos. Y, desde esta
perspectiva nada importan los riesgos y las consecuencias que los actos de
amor, caridad, perdón, misericordia e incluso el sacrificio de
quienes los realizan, para ellos mismos y para la sociedad europea.
Hay que ser generosos, sí, tiene razón el Papa Francisco, hay que acoger
a los refugiados, hay que aceptar a los inmigrantes que escapan a la pobreza y
a la tiranía de sus pueblos y sus dirigentes. Pero ¿Hay que aceptar que los
refugiados impongan a los alemanes, a
los suecos, noruegos o daneses, su
presencia porque así lo desean o así lo
quieren? ¿Hay que aceptar que los refugiados, porque son seres humanos, impongan su cultura a los europeos que ya
tiene la suya propia?
Hay que ser generosos, sí, tiene razón
el Papa Francisco pero ¿Tienen los
europeos que acoger a refugiados que son
o pueden ser a corto plazo islamistas
radicales dispuestos a matar europeos para
extender el Islam?
Hay que sufrir con los que sufren, hay
que evitar el horror de los campos de concentración, hay que facilitar la
llegada a Europa a los desgraciados que
consiguen no morir ahogados en el Mediterráneo, pero ¿Tienen los pobres
europeos que ser más pobres porque, para dar bienes o dinero a los pobres refugiados, tienen que dejar de
recibirlos ellos?
Sí, el Papa Francisco tiene razón, hay
que acoger a los pobres refugiados de cultura islámica porque son seres
humanos, pero, ¿Es tan malo que esos seres humanos acepten integrarse en Europa,
como no lo están haciendo los que
llegaron primero, sin pretender imponer
a sus huéspedes la Ley del Corán?
Pues sí, el Papa Francisco tiene razón,
tanta razón que por lo que estoy escribiendo, la gente buena de la Iglesia me
llamará pecador y la también buena del
progresismo comunista, si se entera de lo que pienso, me tildará de cristiano, injusto, cruel, fascista y, hasta es posible, de criminal feo.
Y unas reflexiones finales:
Sí, hay que acoger a refugiados, pero en toda Europa y en el resto
del mundo, no en donde quieran ellos instalarse.
Sí, hay que acoger a refugiados, pero no hay que permitir que con
ellos entren islamistas radicales que vienen a hacernos la guerra.
Sí, hay que acoger a refugiados, pero
debemos permitir que nos colonicen,
son los que llegan quienes han de adaptarse y no somos nosotros quienes
tenemos que adaptarnos a ellos.
Ah, y prefiero que quienes vengan estén
bautizado, incluso si son ateos.
Tengo muy claro que, aunque el Papa
Francisco tiene razón y hay que acoger
a los refugiados, no podemos aceptar que en
unos años, por la fuerza, nos
impongan la Ley de la Blasfemia o el Ramadán.
Y
que es obligación de los gobiernos europeos acoger refugiados, pero también lo es
evitar para sus ciudadanos el riesgo de, por obrar con buenas
intenciones, ocupen plazas en el infierno.
De todos modos, para no sentirme injusto, debo decir que, seguro, el Papa Francisco al proclamar que los
refugiados deben ser acogidos, no excluye que los gobiernos tomen precauciones para evitar los peligros que
tiene para Europa y los europeos la llegada masiva e indiscriminada de miles o millones
de personas a nuestro suelo.