SU
MAJESTAD DON JUAN CARLOS I SE MARCHA DE ESPAÑA Y YO SIENTO UNA INMENSA Y
PROFUNDÍSIMA VERGÜENZA
Cuando, en 1975, el Príncipe de España, Don Juan Carlos de Borbón, se convirtió en Rey, con su acceso al trono, además de darnos a los españoles la tranquilidad, entonces tan necesaria, de asegurar la vigencia de las instituciones, abrió el camino, tan difícil y exitoso, a la reconciliación entre los españoles y a la consolidación de la democracia.
Luego, durante casi cuarenta años, Don Juan Carlos, con la majestad de un buen hacer que no tiene parangón en muchos siglos de nuestra historia, ha sido el pilar sobre el que se ha soportado el esfuerzo de los españoles que, sacando lo mejor de todos nosotros, ha hecho de nuestra patria un gran país con un, a pesar de todo, muy buen presente y, lo que es aún mejor, si lo cuidamos, abierto a un magnífico futuro. Por ello le debo, le debemos todo nuestro agradecimiento.
Ahora, cuando tanto hemos recibido de Don Juan Carlos, él, viejo y enfermo, se marcha al exilio, para morir lejos de España.
Y, para mí vergüenza, Don Juan Carlos se va porque los españoles no hemos sabido defenderlo de los ataques de los enemigos de la Constitución y de la Monarquía, de esa minoría de lobos que pretende romper, y a este paso puede conseguirlo, la convivencia entre los españoles, e implantar en España una dictadura populista.
Yo, en 1975 no era monárquico; en 1985 aunque ya era Juancarlista, seguía sin ser monárquico; más tarde, desde algún momento que no recuerdo del siglo pasado, Don Juan Carlos me convirtió, del todo, en un ferviente monárquico que, ahora, en este día triste por la marcha al exilio de nuestro Rey, está lleno de una inmensa y profundísima vergüenza por lo que hemos hecho los españoles o hemos dejado que nuestros gobernantes hagan a ese extraordinario Rey, al que los españoles tanto debemos, que ha sido Su Majestad Don Juan Carlos I
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