DE LA
TERRIBLE VENTANA DE OVERTON (COMO LEGALIZAR CUALQUIER COSA)
RAMIRO,
RAMIRO, ¡LEE BIEN QUE LO QUE TE PUEDE
PASAR!
Mi
amigo Ramiro, esta mañana, se ha reído en
mi cara, casi a carcajadas, cuando con mi mejor intención, para que se cuide, he
tratado de avisarle de lo que, si quiere el doctor Sánchez, lo puede querer,
puede pasar.
Pienso
que Ramiro no lo ha hecho por ofenderme, sabe que soy, además de compañero de
niño y buen amigo, persona instruida que sabe leer. Lo ha hecho, lo sé bien, porque
es un gran ingeniero que, porque es más ingenuo que un cubo, no alcanza a imaginar
y menos aún aceptar, lo que puede, cuando quiere, hacer quien tiene ningún principio
y mucho poder.
Por ello,
y porque ponerle una zancadilla, escupirle en la cara, llamarle “idiota, imbécil
y nenaza” lo tengo prohibido por mi madre, que me educó para no ser del todo cruel, me he
puesto delante del ordenador y me lanzo, con las teclas bien a mano, escribiendo
esta entrada, a por él.
Ramiro,
a sus 75 años, sigue usando la vieja cazadora,
ahora raída, de cuero marrón que tiene desde
que era niño y que allá, en los años centrales del siglo pasado, en el colegio era
la envidia de todos sus compañeros. La cazadora es de piel, de buena vaca, de
un magnífico y sano animal cuyo cuerpo, asado y en filetes, fue plato principal en un gran banquete y devorado
por un grupo de desaprensivos comedores,
hombres, mujeres y niños, de carne de
vaca criada y crecida en verdes y buenos pastos.
Además,
a Ramiro, pese a que, desde siempre, no pasa un día sin comer un buen plato de
carme, acaso porque hasta ahora era un disparate, jamás se le ha ocurrido comer,
el lugar de vaca, solomillo de hombre, ni de hombre español blanco, ni de hombre
africano negro ni de humano asiático amarillo.
Y
claro, cuando esta mañana he comenzado a decirle algo así como “Ramiro, si tu
admirado doctor Sánchez lo decide, enterraras con honores tu cazadora y comerás
solomillo, eso sí, de primera clase, de estupenda
carne de “humana madre”, mi amigo se ha reído, en mi cara y no me lo ha dicho, pero sí lo ha pensado, “las tonterías dice José Luis, cómo se nota que es de letras”.
Y
basta, ya me he quejado lo suficiente de las risas y de la ingenuidad de Ramiro, ahora explicaré como,
usando la ventana de Overton como lo
hace Luis Segura, el cómo, en cinco etapas, si lo decide, si quiere y le conviene, el doctor Sánchez puede hacer que mi amigo entierre su cazadora
y cambie en su menú el tipo de carne.
PRIMERA
ETAPA: DE LO IMPENSABLE A LO RADICAL
Hasta ahora, comer carne
humana, el canibalismo es algo impensable. Por ello, quien tiene poder para ello,
si quisiera cambiar las cosas, amparándose en la libertad de expresión, trasladaría el tema a la esfera científica, sugiriendo que para
los científicos no deberían existir temas tabú. Quizá su Gabinete Ruso Pensante montaría un simposio etnológico, (con expertos
anónimos y un par de locos bien pagados), sobre rituales exóticos de culturas
ancestrales, para obtener declaraciones autorizadas sobre costumbres caníbales,
forzando así la transición de la actitud negativa e intransigente original de
la sociedad a una actitud más positiva y abierta.
Simultáneamente, crearía un pequeño
grupo radical de caníbales, lo podría tener ya, para que grite y se manifieste,
dos veces por semana, en la Puerta el Sol, que aparecería en todos los
telediarios de las terminales mediáticas del Poder. Con esto ya se habría logrado el objetivo de
la primera etapa: eliminado el tabú, la cuestión originalmente inaceptable
empieza a discutirse.
Por supuesto, los radicales
gritarían también contra las cazadoras de cuero, los “científicos” alertarían
contra esas cazadoras y los medios nunca olvidarían promunciarse sobre tan
importante cuestión.
SEGUNDA
ETAPA: DE LO RADICAL A LO ACEPTABLE
Ya se persigue abiertamente la
aprobación del canibalismo. Ahora hay que seguir divulgando las conclusiones de
los “científicos”, insistir en lo importante que es no tener prejuicios y calificando de intransigentes a quienes se
nieguen a adquirir conocimientos sobre la ingesta de carne humana.
Quienes se resistan deben
empezar a ser vistos como fanáticos que se oponen a la ciencia y a la
ilustración. Y, al mismo tiempo, se condena públicamente a los intolerantes y,
esto no se puede olvidar, se inventa un eufemismo,
(como eso de “la nueva normalidad”, para que se pierda el significado del
término original y sus connotaciones negativas, sustituyendo así la expresión
original (canibalismo) por antropofagia, primero, y antropofilia después. Y,
simultáneamente, se crearían precedentes, históricos, mitológicos, o inventados,
que sirvan de referencia y puedan ser utilizados como prueba de que la
antropofilia es perfectamente legítima y razonable.
El uso combinado de medios de
comunicación y la acción de los grupos radicales convertiría en aceptable, más
pronto que tarde, el hecho de que haya personas que incluyen en su menú diario
carne de la propia especie.
Y, de paso, las cazadoras de
cuero y sus usuarios, por aquello de que hay Ramiros, no dejarían de estar
presentes en el progreso mediático hacia la antropofilia.
TERCERA
ETAPA: DE LO ACEPTABLE A LO SENSATO
Para convertir en sensato lo
que en un principio era del todo inaceptable, lo siguiente sería proponer que
la ingesta de carne humana sea un derecho de todo hombre libre. Un lema
apropiado podría ser el siguiente: “un hombre libre tiene derecho a decidir qué
come”. Y ”es una barbaridad usar cazadoras de cuero”.
Al mismo tiempo, seguiría siendo
absolutamente necesario arrinconar a quienes piensan diferente, es decir, a
cuantos todavía impugnen la consolidación de este pretendido derecho. Así, se
acusaría a esas personas de radicales que detestan la antropofilia, de
retrógrados y extremistas que arrojarían a las hogueras y, si pudieran, no sólo a los caníbales, sino a
los miembros de cualquier minoría.
A su vez, pretendidos expertos
y personajes conocidos del mundo de la comunicación insistirían en que a lo
largo de la historia humana nos hemos comido unos a otros, sin que esto
produjera extrañeza en aquellas sociedades.
Evidentemente, el objetivo de
esta tercera etapa es que el canibalismo sea considerado una costumbre
razonable y que el uso de las cazadoras de cuero sea un pecado mortal.
CUARTA
ETAPA: DE LO SENSATO A LO POPULAR
A continuación, se pondría toda
la maquinaria del poder al servicio del ideal supremo. En este instante, los
medios de comunicación, secundados por gente famosa y autoridades, hablan
abiertamente de antropofilia. El canibalismo se convierte en un tema predilecto
de la industria del entretenimiento. El fenómeno asoma en películas, letras de
canciones comerciales, novelas y espectáculos televisivos. De repente, se
produce también el ensalzamiento de personajes relevantes la historia que practicaron la antropofilia, para servir de modelo a las multitudes.
El fenómeno pronto se vuelve
imparable y multitudinario. Además, para reforzar su imagen positiva, los
caníbales son presentados ante la opinión pública como víctimas de una sociedad
represora, que les impide satisfacer sus apetitos, y comer lo que su cuerpo les
pide.
Y los que usan cazadoras de
cuero pasan a ser vistos como malditos de la tierra.
QUINTA
ETAPA: DE LOS POPULAR A LO POLÍTICO Y LEGAL
El ideal ya está al alcance de
la mano. En esta última etapa, la ventana de Overton, totalmente cerrada al
principio, aparece a escasos centímetros de abrirse de par en par.
El arreón definitivo consiste
en preparar la legislación para legalizar el fenómeno. Los partidarios de la
legalización del canibalismo, incorporados en grupos de presión, consolidados
en el poder, crean encuestas con el fin de mostrar un alto porcentaje de
partidarios de la legalización del fenómeno. Y de forma automática, como la
fruta madura que cae por sí sola del árbol, se aprueban nuevas leyes y se acaban estableciendo en la conciencia
colectiva nuevos e incontestables dogmas: “se prohíbe la prohibición de comer
personas”; “comer personas es un derecho”; “quienes se oponen a la antropofilia
incurren en el delito de antropofobia”; “quien use o tenga una cazadora de
cuero es peor que un bicho”, “prohibido para siempre pensar en los malos uso del
impresentable Ramiro”
PARA TERMINAR
Decir que la Ventana de Overton
es una estrategia perfectamente definida, que describe con escalofriante
exactitud cómo se puede cambiar la percepción de la opinión pública para que
ideas que antes se consideraban descabelladas sean aceptadas a lo largo del
tiempo.
Y, Ramiro, espero que, con este
palo de ocho mil y pico palabras, sea
suficiente para que no te rías de mi a carcajadas, cuides muy bien tu cazadora
de cuero y, sobre todo, reces mucho para que al doctor Sánchez y a su Gabinete Ruso
Pensante no se les ocurra que es mejor dejar la vaca y comer otra carne
Nota importante
Esta entrada es, del todo, un plagio
descarado del magnífico artículo de Luis Segura, La terrible Ventana de Overton (como legalizar cualquier cosa), que el lector interesado puede encontrar en: https://laverdadofende.blog/2018/03/13/la-terrible-ventana-de-overton-como-legalizar-cualquier-cosa-r-luis-segura/