UN BUEN SUSTO Y ALGO DE MIEDO
Lo he dudado, pero aunque peque de tonto, no me resisto a contar, la situación, del todo nueva para mí, que viví ayer, viernes 16 de octubre de 2020. Creo que en los malos tiempos que vivimos es bueno regalar a mis muchos amigos la oportunidad de, antes de empatizar conmigo, reírse un poco.
A la una de la tarde, en una mañana soleada y preciosa, en la espléndida y bastante concurrida Avenida de los Reyes Católicos de Majadahonda, en la acera de los impares, a pocos metros de la Calle Guadarrama, paseando muy tranquilo, volvía hacia casa desde el puente que limita la ciudad con la contigua de Las Rozas, cuando, en menos tiempo del que tardo en recordarlo, sucedió todo.
Una mujer de estatura mediana, pelo negro, no puedo decir si corto o largo, vestida con poca elegancia, venía de frente, se detuvo a mi altura y me preguntó dónde estaba el ayuntamiento, yo respondí que debía volver sobre sus pasos porque el ayuntamiento estaba exactamente, aunque no lejos, en dirección contraria.
Y entonces, no se cómo lo hizo, me echo los brazos al cuello, entonces me di cuenta que ella llevaba puesta una zamarra acolchada, se apretó con fuerza a mi cuerpo, ¡qué susto! y me dijo, mientras yo trataba de zafarme del abrazo, creo que lo repitió dos veces, ¡eres muy guapo!, ¡estoy …, vamos a echar un…!
Al escuchar a la mujer, en pleno intento de quitármela de encima, pensé ¡esta mujer está loca!, pero, en ese momento lo vi claro, ¡esta es, como la que me robó , hace un par de años el reloj de mi nieto, una gitana rumana y ahora, si no me escapo enseguida, me quitará la cartera, me dejará sin teléfono y vendrá en su ayuda, como entonces, su novio rumano.
¡Suéltame mujer! ¡no ves que soy viejo!, repetí varias veces, y nada, que no se soltaba…¡tenía fuerza la mujer rumana! ¡menos mal que tengo la cartera y el teléfono en los bolsillos de detrás y mientras me abraza no me los puede quitar, pero me puedo equivocar, son fuertes y listas estas las gitanas rumanas…!
No sé si tardó mucho o poco, a mi me pareció un año, pero, porque ella atendió a mi súplica o por mi esfuerzo, de pronto me vi suelto.
Y, para consolarla, porque me había llamado guapo, no pude por menos de decirle: ¡qué no mujer, no te preocupes, que yo soy viejo, que te has equivocado, que eso de echar …no es de viejos! ¡anda mujer, búscate un buen hombre que no sea viejo!
Sofocado e inquieto, apenas recuperado el aliento y la vi quieta, retomé mi camino y caminando deprisa, ¡qué susto!, me alejé de ella.
Más tarde, estuve pensando en el negocio de esta mujer: si atacando a viejos roba carteras, estupendo, y si algún idiota la lleva a su casa, como luego me dijeron mis hijas, ellas me abrieron los ojos cuando les relaté el hecho, ¡pues bueno!
Nota
He buscado en Internet alguna fotografía para ilustrar esta entrada, y he encontrado la de una hermosa rumana cuyas facciones son, aunque menos bellas, parecidas a las de mi gitana.
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