TRAPACERO Y MENTIROSO: TRATANDO DE COMPRENDER AL DOCTOR SÁNCHEZ
El gobierno del doctor Sánchez, afirma que la pandemia se ha llevado 33 mil y pocos muertos; un número, sin duda, terrible pero, porque aunque ha causado gran dolor en las familias de los fallecidos, estos solo son el 0,075 % de la población (45 millones) de nuestro país y, al final, no es para tanto.
Sin embargo, aunque el gobierno del doctor Sánchez no lo admite y lo niega sin rubor, los fallecidos, de acuerdo con los números del Instituto Nacional de Estadística (INE), son ya casi 60 mil, el 0,14 % de los españoles, cifra que duplica a la confesada y que incrementa notablemente el número de familias que están sufriendo la pérdida de sus seres queridos y que, en consecuencia, pueden estar muy enfadadas por la mala gestión (y, seguro sin quererlo, criminal, por las concentraciones impulsadas el 8 de marzo y el posterior desastroso manejo de la pandemia), del doctor Sánchez.
Y claro, porque pienso que nadie, ni el doctor Sánchez ni sus colaboradores, aunque lo hagan, desean el mal a sus compatriotas, estoy obligado a preguntarme y buscar explicación al por qué nuestro presidente, desde que comenzó su carrera hacia el poder, además de hacer todo tipo de trapacerías, ha mentido, miente y, es seguro, mientras viva, seguirá mintiendo, en cualquier cosa que se le ocurra, a los españoles.
Por ello, he indagado en mi memoria, en la búsqueda de conocimientos que tuve en el pasado para comprender las acciones y, sobre todo, las motivaciones, de las personas que aspiran o ejercen el poder, líderes, en las empresas y en la sociedad. Y claro, he encontrado un par de ideas: los niveles de inteligencia ética, abstracta y práctica del doctor Sánchez y el tratamiento de la verdad según Göbbels. Lo explicaré de forma, espero que sencilla, a continuación.
Dicen los psicólogos que de entre los varios y diferentes tipos o, quizá, formas de manifestarse, ese todo que llamamos Inteligencia, hay tres que inciden directamente en los comportamientos de las personas y, sobre todo, de los líderes: la inteligencia abstracta, la inteligencia práctica y la, normalmente ignorada, inteligencia ética; comenzaremos por ésta última.
La inteligencia ética, la más importante y la que consolida a un líder, es la capacidad que tiene una persona para afrontar, decidir y resolver situaciones, basando su conducta en valores humanos socialmente compartidos y beneficiosos tanto para el individuo como para la comunidad donde está inmerso. Curiosamente, este tipo de inteligencia es escaso entre la población y, parece comprobado, solo está presente en un pequeño porcentaje (menos del 10%) de los ciudadanos.
Así, las personas con un alto nivel de inteligencia ética piensan y actúan para incrementar “el bien” en su entorno próximo y en el conjunto de la sociedad, sin buscar, esto es importante, el propio beneficio. Por el contrario, quienes carecen de este tipo de inteligencia, el hombre y también la mujer, actúa buscando exclusivamente vivir y aprovecharse de cualquier cosa que pueda favorecerle y, por supuesto, psicológicamente, se aferra a lo que tiene. Por supuesto, la ausencia de este tipo de inteligencia en la sociedad es lo que ha hecho necesario “sujetar”, para evitar los desmanes y “asegurar” la convivencia, con prohibiciones legales y, por supuesto, las amenazas con el infierno (o la tortura), que han impuesto todas las religiones del mundo desde que el mundo es mundo.
Y claro, en mi opinión, el doctor Sánchez, carece por completo de inteligencia ética y ello le lleva a pensar y hacer en cada momento lo que a él mismo más le conviene, sin que le importe en absoluto si con ello produce bienes o males en el resto de las personas ni, mucho menos, en la sociedad. Creo que no es necesario traer aquí ejemplos, hay demasiados, para justificar la realidad de mi pensamiento.
La inteligencia abstracta es la capacidad de descifrar y comprender la realidad, el pasado, el presente y el futuro, imaginar alternativas múltiples e interrelacionar ideas, hechos y situaciones; ello es lo que permite pensar y actuar “imaginación y con racionalidad” en cualquier momento de la vida. Este tipo de inteligencia está bien repartido en la sociedad, pero solo el 22% de las personas destaca por su inteligencia abstracta (el 6,5% de la población está muy dotada, el 15,5% está por encima de la media, el 51,5% está en la media y hay un resto del 15,5% que está por debajo de la media).
En mi opinión, el doctor Sánchez, tiene un nivel de inteligencia abstracta entre medio y bajo en la media nacional. Lo prueba, la falta de rigor de sus análisis y sus continuados cambios de opinión, ante los mismas hechos o similares situaciones.
Pero, no hay que olvidarlo, existe lo que se llama la Inteligencia práctica, que es la capacidad para resolver problemas sencillos, los propios de la vida cotidiana que, en última instancia, son los que permiten a las personas afrontar la realidad y la supervivencia.
Por supuesto, es la inteligencia práctica y su uso en el día a día, lo que determina el “éxito” o el “fracaso” de las personas.
Y, no me cabe ninguna duda, el doctor Sánchez tiene un altísimo nivel de inteligencio práctica y que este, apoyado en su carencia de inteligencia ética, y pese a su limitada inteligencia abstracta, le permite y facilita, usando sin límites todos los medios práctico, lograr sus propios objetivos personales y conseguir, por ahora, triunfar “en la vida”.
Como es lógico, la vida, como líder, del doctor Sánchez está limitada en el tiempo, la sociedad admite todo menos una cosa: que el líder impida a los ciudadanos, que normalmente tienen un buen nivel de inteligencia práctica (todos, lo llevamos en los genes, luchamos para sobrevivir), llevar una “razonablemente buena” vida cotidiana. Y el doctor Sánchez está avanzando, cada día más deprisa, con sus desmanes, hacia el hartazgo de la sociedad.
Y, para terminar esta entrada, recordar que el doctor Sánchez, porque carece de inteligencia ética, hace uso siempre que le parece, del sabio aserto del también doctor, Göbbels, que dice así: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Y, ello sin que le importe en absoluto que todo el mundo sepa que es un gran trapacero y un absoluto mentiroso.
4 comentarios:
Simplemente genial.
Me parece extraordinario tu comentario.
Muy bueno, sin acritud, como decía aquel
Muy bueno
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