DE LA OBLIGACIÓN (OLVIDADA) DE RENDIR CUENTAS
Para
comenzar, tres premisas:
- Acaso
la mayor fortaleza de la especie humana, y una de las que ha permitido su
supervivencia, crecimiento y actual dominio (relativo) del planeta, es su
capacidad para vivir y cooperar en grupo.
- El
grupo se mantiene unido si existen reglas de convivencia asumidas por todos sus
miembros.
- Si
uno o varios miembros del grupo quebrantasen las reglas, han de ser sancionados
porque si no lo fueran, las reglas serían inútiles y el grupo perdería la
unidad, entraría en crisis y podría llegar a desaparecer.
Y, sobre la necesidad e importancia de
la justicia, la Biblia (elemento fundamental de la cultura occidental),
el refranero español (síntesis de nuestra cultura popular), e Internet
(enciclopedia universal), para recuerdo de todos, como muestra, algunos textos:
En
el Nuevo Testamento, leemos:
- “…el
cual pagara a cada uno conforme a sus obras: a los que por la perseverancia en
hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; pero a los que
son ambiciosos y no obedecen a la verdad…” (Romanos 2:6-10)
- Y
yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de
ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus
palabras serás condenado” (Mateo 12:36-37)
- …A uno dio cinco talentos, y
a otro dos, y a otro uno…y luego se fue lejos…Después de mucho tiempo vino el
señor y arregló cuentas… Y le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre lo poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré; … Y al siervo inútil echadle a las tinieblas...”
Mateo 25:14-30Principio del formulario
El refranero nos recuerda que:
- “El respeto a la ley, comience
por el Rey.”
- “A siervos y a reyes, da Dios unas mismas leyes.
- Niño malo no castigado, hácese más osado.”
- “Perdones, hacen ladrones.”
Y en
Internet se recogen muchas sentencias como estas:
- Cuando la justicia sale por la puerta, la venganza entra
por la ventana (Anónimo)
- Donde hay poca justicia es un peligro tener razón. (Francisco de Quevedo))
- Si la justicia existe, tiene que ser
para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia.
(Paul Auster)
- Los pueblos a quienes no se hace
justicia se la toman por sí mismos más tarde o más pronto. (Voltaire)
Pues
bien, resulta que actualmente, aunque los ciudadanos españoles, en su inmensa
mayoría, gozamos de “un buen nivel de justicia”, nuestros dirigentes, en el
ejercicio del poder que los hemos otorgado, están exentos de la obligación legal
de desempeñar sus cargos con eficiencia, rigor y honestidad y, además, si lo
desean, pueden ocasionar a los ciudadanos grandes o pequeños males, es decir,
pueden ser injustos, sin que nadie pueda reclamarles personalmente responsabilidad
alguna.
¿Hace
falta recordar que ningún político pagará por los desmanes que, desde hace
tiempo, cometen día a día, todos los días, en España?
Debo
decir sin embargo, que esta situación, fuera de todo sentido común y anómala
desde cualquier punto de vista, no está ni en la cultura ni en la tradición española
y que los españoles de todas las Españas
vieron en el pasado, con naturalidad, a
todos sus dirigentes, desde los Virreyes hasta los alcaldes, siendo juzgados (por un Juez y de acuerdo con un
procedimiento absolutamente reglado) al terminar sus mandatos; y ello desde que
el Rey de Castilla, Alfonso XII, el Sabio, en las Siete Partidas, en el Siglo
XIII, introdujo los que se vinieron a llamar, algo más tarde, Juicios de
Residencia; figura jurídica que se mantuvo viva hasta 1812 en España y algunos
años más en las ya independientes repúblicas americanas, es decir, durante más
de quinientos años los cargos públicos españoles fueron juzgados y premiados o
castigados por sus buenas o malas acciones.
En
cuanto al procedimiento de los Juicios de Residencia (un resumen puede verse en las páginas
mencionadas en la Nota de esta entrada), cuyo propósito, en suma, era evitar
los abusos, la corrupción y asegurar el buen gobierno en todos los reinos y
regiones de la Monarquía Hispánica, era muy garantista, tenía elementos
públicos y secretos, era minucioso y exhaustivo y sus resultados, las sentencias,
raramente fueron, ni serían hoy, consideradas injustas.
Pues
bien, ¿puede alguien imaginar lo cautos que serían nuestros gobernantes si
supieran que inevitablemente, al final de sus mandatos serían llamados a
sentarse, ante un tribunal, en el banquillo de los acusados?
Y, ¿puede
alguien dudar lo cuidadosos que serían nuestros políticos si tuvieran la
obligación (olvidada) de rendir cuentas de sus actos?
Pero,
¿alguien puede hoy atreverse a soñar que
las Cortes Españolas discutan (solo discutan)
una Ley para juzgar las
conductas, premiar las buenas y castigar las malas, de nuestros políticos? Yo no.
Nota
De entre las
muchas entradas en Internet sobre los Juicios de Residencia, hay dos que son, a
nuestro entender, especialmente claras e interesantes: