LO QUE YO, LO QUE NOSOTROS HARÍAMOS ES
El sentido común, el mío también, es un bien escaso, tan escaso que cuando
lo encuentro me produce mucha alegría y profunda admiración.
Esta mañana, en una reunión de amigos, todos septuagenarios, uno de ellos harto desde hace mucho tiempo de la mediocridad que tanto abunda en nuestra sociedad y, también en la política, ha puesto sobre la mesa una idea sencilla, tan sencilla y de sentido común, que me ha dejado sorprendido primero, paralizado después y, luego de unos minutos, del todo convencido de que es una de las mejores que he escuchado de los últimos años.
Basta ya de criticar a los otros, aunque sea con razón; basta ya de insultar, aunque los otros lo tengan merecido; basta ya de perder el tiempo, aunque sea entretenido; las criticas y los insultos no valen para nada, peor aún, ahondan las diferencias, y hacen despilfarrar, a todos, tiempo, ilusión y dinero. Para progresar, en cualquier cosa, hacen falta ideas, hacen falta propuestas y hacen falta proyectos con metas claras, pasos bien estudiados, consecuencias bien medidas y todo cuantificado.
Vamos, que mi amigo nos ha recordado, con su gran sentido común, que todo consiste en hacer las cosas como nos enseñaron en el colegio y en la escuela, para luego, en la empresa, acabarlo de aprender.
…qué sí, ha terminado mi amigo, que lo que a mí me gustaría es que, en el Congreso de los Diputados, cuándo los políticos de la oposición suban al estrado o hablen desde sus escaños, no pierdan un segundo en criticar o insultar al doctor Sánchez o a sus ministros, que comiencen sus discursos, o sus turnos de réplica y contrarréplica con estas sencillas palabras: lo que yo haría, lo que nosotros haríamos es…
Claro que, para proponer bien, hay que saber y trabajar y eso, eso es mucho menos sencillo, incluso para mí, que criticar o insultar.
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