Dedicado a mis compañeros, los dos Fernando, que hoy cumplen muchos, muchos años.
¡Qué cosas pasan!, Hoy, sin que lo haya pedido, sin esperarlo y sin que me haya cobrado, he recibido un regalo de la bella gitana.
Muy temprano, casi en la madrugada, porque no podía dormir y necesitaba salir de casa, salté de la cama, me lavé la cara y sin pensar en nada, me puse el sombrero, tomé el bastón y, muy decidido, enseguida estaba en la calle, disfrutando el paseo en una deliciosa mañana.
Y, allí, en la esquina, en la esquina de la calle Guadarrama, estaba ella, la bella gitana. Me lleve la mano al bolsillo, estaba vacío; le daré el reloj, me toqué la muñeca, no lo llevaba; ¿aceptará, son de oro, mis gafas?, pero no, por eso de la mascarilla, las había olvidado en casa; ¿los audífonos?, no puedo, mis hijas me matan. ¡Qué mala suerte, hoy la bella gitana se enfadará conmigo; la bella gitana se quedará sus secretos y me dirá nada!
Con pesar desvíe la mirada de su rostro, ¡es tan bella la bella gitana!, y me di la vuelta para volver a casa.
¿A dónde vas sin hablarme? ¿A dónde vas sin escucharme? ¿A dónde vas sin pagarme viejo goteroso?
¡Nada tengo para darte bella gitana! Lo mereces todo bella gitana, pero, nada tengo para darte, nada de nada, porque soy viejo, lo olvidé en casa.
Pues hoy yo tengo algo para que, con mi recuerdo, viejo goteroso, te lleves a casa, me dijo, y, si más, puso en mis manos una cinta azul y blanca, cuando llegues a casa, la metes en agua, y ahora vete, viejo goteroso, ya me cansas.
Al llegar a casa, lleno un vaso con agua, lo pongo sobre la mesa, esa que está junto a la ventana, me siento, y muy nervioso, meto la cinta en el agua.
Y, ¡es magia!, la bella gitana, desde el agua, me habla: ¡Ay!, mi viejo goteroso, porque saber, a veces es bueno para el alma, y para que tengas calma, te diré que en nada te ha de preocupar España: esos que por Catalunya hablan, porque son insaciables, al doctor, a ese de las buenas palabras, en un tiempo cortito, menos de dos años, le sacarán primero Gerona, luego Lérida y Tarragona, al final también Barcelona; no será suficiente, y añadirán Valencia, Teruel y Soria, la catedral de Astorga y La Palma; ¡vamos, vamos, que podemos! Y Huelva, y León, Palencia y Soria, ¡ánimo, vamos adelante, al doctor le quedan cosas!, y Asturias, y Bilbao, y Murcia, y Baleares y el resto de las Canarias, ¡no te quejes doctor, que aún en España mandas!, y todo lo que quede de lo que era España, ¡cómo eres de tacaño doctor, sabemos que quieres seguir siendo presidente de España, danos ya lo que te queda, sácala de tu cuerpo y entréganos tu alma, la meteremos en la estatua que te haremos en la Plaza de Cataluña esa que cuando el proces termine, se llamará Plaza de Nuestro Señor, Felipe VI, Rey de España.
Asombrado, casi asustado, veo a la bella gitana diluirse en el agua y yo, por goteroso, muy cansado, como todavía es temprano, por si acaso, voy a mi cuarto, veo la cama, me meto en ella, cierro los ojos y, me digo a mí mismo, ¡hasta mañana!
Nota:
La imagen esta tomada de Internet
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