El viernes 4 de febrero de
1944, en Madrid un día frío en medio del invierno, aparte de lo mucho malo que
estaba sufriendo el mundo en guerra, no sucedió nada que, por entonces y menos
ahora, fuera importante, y esa fecha del calendario quedó en el olvido.
Mañana, viernes 4 de febrero
de 2022, habrán pasado setenta y ocho años y al igual que todos, todos los 4 de
febrero, será otro día en el que, Dios lo quiera, no sucederá nada y será otra
fecha que, una vez pasada, también quedará en el olvido.
Pero el mismo día, el
viernes 4 de febrero de 1944, también un día caluroso en medio del verano, sí
sucedió algo que, para muchas personas, ¡nunca sabremos cuántas!, fue
importante, muy importante: la vida me hizo nacer y alumbró un nuevo eslabón,
un eslabón de amor para prolongar más lejos la cadena de la vida.
Mañana, viernes 4 de febrero de 2022, habrán pasado setenta y ocho años y al igual que todos, todos los 4 de febrero, será otro día en el que, Dios lo quiera, no sucederá nada y será otra fecha que, una vez pasada, para mí y para quienes me siguen en la cadena de la vida, por unos años, no quedará en el olvido… ¿o sí?
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