El Partido Popular, durante
muchos años referente de la derecha
política española, ha entrado en una nueva y profunda crisis que, siendo la más grave de cuantas ha padecido desde su
fundación, además de alejar la posibilidad de sustituir en el gobierno de la
nación a la izquierda política, puede
hacerlo desaparecer y, con ello, enrarecer y radicalizar hasta extremos hoy olvidados la convivencia entre los españoles.
El Sr. Casado, presidente del
Partido Popular, ahora ha puesto de manifiesto las consecuencias de dos decisiones que entendemos fueron en su
momento muy meditadas: en octubre de
2020 la primera, enfrentarse con firmeza
y sin tapujos con VOX, el partido que representa, con fortaleza creciente, a una parte de la derecha sociológica y
política española; y, la segunda, hace unos meses, controlar a la vencedora en las elecciones
de Madrid, posible adversaria en el medio plazo de la estrategia de la cúpula de su partido y, quizá, de la propia
figura del actual líder popular.
En cualquier caso, centrándonos
en el enfrentamiento entre el Sr. Casado y la Sra. Ayuso, acaso el menos importante
pero sin duda el más peligroso para el futuro del partido, los ataques y contrataques
en el seno del Partido Popular, sea cualquiera la verdad, el hecho es que todo se
ha gestionado muy mal: hay cosas que no se pueden hacer y, si se hacen hay que
hacerlas muy bien….y, en este caso, hay cosas, algunas, seguro que se han hecho
y se han hecho muy mal.
Hay quien afirma que detrás
de todo el lío está la mano larga del doctor Sánchez; pero aunque así fuera, el
que en el Partido Popular se haya caído en una trampa es muestra clara de la limitada valía de los líderes de ese
partido y de la necesidad imperiosa de sustituirlos antes de que la derecha
española se vea condenada a un ostracismo
casi eterno.
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