martes, 26 de julio de 2011

404. DE LA ACCIÓN A LA REACCIÓN, DE LA PROVOCACIÓN A LA REPRESALIA, DE UN CRIMEN A OTRO CRIMEN AÚN PEOR


La enorme salvajada perpetrada hace cuatros días por un energúmeno en la hasta ahora pacífica Noruega además de haberme entristecido y dejado por completo anonadado, me ha obligado a reflexionar.

Vivimos tiempos de doble o triple moral en los que hasta los más execrables crímenes, con usados, sin reparo moral alguno por los políticos y por los medios de comunicación que les son afines, con el más absoluto descaro, como bombas letales contra quienes se oponen a ellos.

Los crímenes son crímenes los cometa quien los cometa. Los asesinos son asesinos cualquiera que sean sus razones para asesinar y los objetivos que persigan con la muerte de sus víctimas.

Quienes asesinan a sus mujeres porque tienen celos son unos asesinos y quienes asesinan a un anciano para robarle diez euros son asesinos, al igual que son asesinos los terroristas de ETA que disparan en la nuca a concejales vascos, y son asesinos los iluminados islamistas que estrellaron los aviones contra las Torres Gemelas y quienes hicieron explotar los trenes de cercanías en Madrid. Los asesinos son asesinos y nada justifica sus asesinatos.

Además, a pesar de cuanto digan los políticos, los únicos responsables de los asesinatos son los asesinos que deben pagar sus crímenes de acuerdo a lo que marca la ley y si la sociedad piensa que la ley actual no es suficientemente dura hay que cambiarla para hacerla más dura, cosa que los políticos, quien sabe por qué, rotundamente y escondiendo sus razones, se niegan a hacer.

Sin embargo, en estos momentos en Noruega, los políticos de izquierdas cargan los muertos a los políticos de derechas, lo mismo que ocurrió en España en el terrible marzo de 2004, se hizo en Irlanda durante muchos años y se hace cada día en muchos de los lugares donde el terrorismo azota la convivencia y destroza la vida de las personas.

Los políticos aprovechan todo, hasta los crímenes más detestables, para desplazar del poder a otros políticos. Es verdaderamente repugnante.

Y la acción interesada, desalmada y vil, de los políticos provoca en las sociedades espirales de odio que impulsan más y más la violencia.

Está absolutamente claro que toda acción provoca una reacción que tiene una intensidad igual o superior que la de la acción que la origina y las palabras y las conductas de los políticos son acciones que provocan palabras y reacciones cada vez más violentas en otros políticos y, lo que es peor, en la sociedad.

El asesino de Noruega es un asesino, los etarras que han asesinado son asesinos, los islamistas que han cometido crímenes son asesinos y ellos son los únicos responsables de los asesinatos. Pero si los políticos, en lugar de limitarse a lamentarlo y cumplir la Ley, se dedican a echar la culpa a la religión o a la ideología de los demás, están justificando, directa o indirectamente el asesinato de unos u otros.

Si la política de inmigración de un gobierno provoca reacciones negativas en la sociedad, los políticos deberían ocuparse de trabajar para evitar que una parte de sus ciudadanos tengan esas reacciones y no acusarles de ser xenófobos.

Si la política antiterrorismo de un gobierno provoca reacciones negativas en la sociedad, los políticos deberían ocuparse de trabajar para evitar que los ciudadanos tengan esas reacciones y no acusarles de ser enemigos de la paz.

Los políticos y los medios de comunicación, estoy convencido, en su lamentable conducta de usar los crímenes para atacar a sus adversarios políticos plantan en la sociedad semillas de un espantoso juego de acción reacción, en el que, para mal de todos, los mayores crímenes y los peores criminales pueden encontrar justificación.

martes, 12 de julio de 2011

403. LA REBELIÓN DE ATLAS DE AYN RAND Y LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA. DE JOSE MANUEL OTERO NOVAS.


En estos días de julio, cuando Estados Unidos se encuentra al borde del impago de su deuda, cuando Europa apenas puede salvar del desastre su moneda, cuando España está muy próxima a caer en la ruina, cuando todo hace pensar que, si no se produce un milagro, los cuatro jinetes del Apocalipsis muy pronto y por mucho tiempo, recorrerán la tierra, no dejo de pensar en el contenido de dos libros en los que quizá se pueden encontrar claves para entender lo que hoy vivimos y luces para encontrar caminos de solución. Me refiero a La rebelión de Atlas, de Ayn Rand y a Defensa de la Nación española de José Manuel Otero Novas.

Son dos libros muy diferentes, el de la autora ruso americana, fundadora del Objetivismo, es la exposición de una filosofía escondida en el texto de una grandísima novela que ha influido e influye cada día más en el pensamiento de una multitud de personas bien formadas a lo largo de todo el mundo. El del pensador español, Ministro de Suárez durante la Transición española, es un ensayo sobre la realidad global de los grandes problemas y de las oportunidades de España.

Ayn Rand, enfrentada con cuanto representa el socialismo y toda cultura que no abogue por el trabajo, la creatividad y el esfuerzo personal, propone en la Rebelión de Atlas la huelga de los capaces, el imperativo moral de la resistencia absoluta a dejar que los incapaces se apropien de lo que consiguen los capaces, a impedir que los inútiles y los vagos vivan de robar a los demás el fruto de sus esfuerzos.

José Manuel Otero Novas propone, con enorme acierto, en Defensa de la Nación española las preguntas, que no las respuestas, más importantes de cuantas hemos resolver los españoles para que España y los españoles seamos en el futuro, como siempre lo hemos sido, una gran nación llena de hombres capaces: El problema de la profesionalización de los políticos y la corrupción, el infundado complejo de inferioridad de algunos españoles, la crisis de los valores, el problema de las autonomías y la desintegración de España, la educación, la desmilitarización del ejército, los contrastes entre derechas y las izquierdas, y la integración de España en la Unión Europea a más de su propia alternativa a esa integración.

¿Por qué escribo esta entrada? La respuesta es sencilla, porque pienso que en las ideas de Ayn Rand se pueden encontrar luces para iluminar caminos que hagan realidad un buen futuro para la las personas y para la sociedad y en las preguntas de José Manuel Otero Novas están las claves para encontrar las respuestas que nos permitan a los españoles seguir diciendo con orgullo que somos españoles y que España es una gran nación.

lunes, 4 de julio de 2011

402. ES MÁS EFICIENTE EL EMPUJE DE LA ILUSIÓN QUE EL SABER DE LA EXPERIENCIA



El pasado viernes 1 de julio mi buen amigo el doctor Felicísimo Valbuena ha publicado en La Voz Libre, http://www.lavozlibre.com/ , con el título Los opositores que han tenido la mala suerte de haber nacido tarde, uinteresante artículo que vale la pena leer y que, por una parte, trata sobre los cambios introducidos por la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid en las oposiciones al cuerpo de Maestros destinados a valorar más los conocimientos de los jóvenes que la experiencia de los veteranos y, por otra parte, a comentar la respuesta del sindicato Comisiones Obreras que han hecho lo que “hacen muchos cuando carecen de ideas: acudir a los Tribunales”

Estando por completo de acuerdo con el profesor Valbuena y, por supuesto, con la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, aprovecho la ocasión para desgranar algunas reflexiones que he ido acumulando en mi experiencia profesional, iniciada en una época en la que la experiencia casi siempre era un mérito mayor que el saber, la ilusión y el esfuerzo.

En primer lugar, y dando por bueno eso que llaman el “enorme saber de la experiencia”, como yo tengo mucha, debo decir, a gritos si hace falta, que la suma del conocimiento más el empuje de la ilusión es, desde siempre, mucho más eficiente que el saber de la experiencia y que quienes niegan esto es porque pretenden conservar privilegios ganados, muchas veces, con malas artes.

En segundo lugar, casi siempre, eso que llaman el “saber de la experiencia”, en realidad suele ser la  magnificación, sin sentido, del valor que se da al simple estar en un lugar durante un lapso de tiempo.

Creo que he perdido la cuenta de las veces que he visto tratar de poner en valor “la experiencia de muchos años” en un puesto o en una función, cuando el contenido real de esa experiencia era el correspondiente a haber hecho lo mismo todos los días o todos los años durante años y años.

Dicho de otra manera, la experiencia de muchos años de una persona en un puesto puede tener el mismo valor que experiencia que tenía la misma persona cuando llevaba un día, una semana, un mes o un año en el puesto.

Cualquiera que haya vivido un poco puede dar fe de la realidad: La ilusión por hacer cosas, innovar, cambiar para mejor, lograr éxitos, conseguir triunfos, o lograr imposibles, es un bien de la sociedad que se concentra especialmente en los jóvenes.

Está a la vista de cualquiera que vea lo que sucede a su alrededor que la capacidad y la fuerza para crear nuevas empresas, para generar nuevas ideas, para lanzar nuevos productos, para inventar nuevos mercados, para ilusionar a las personas y para crear y liderar equipos, está concentrada en jóvenes que tienen ambición de logro, que poseen conocimientos y que los incrementan cuanto pueden, que luchan por conseguir metas inalcanzables y que no consideran imposible vencer los mayores obstáculos.

Esto es tan cierto que, desde hace muchos años, en grandes empresas que sientan en sus consejos a “personas con gran experiencia”, quienes llevan realmente las riendas para lograr el éxito del negocio son personas jóvenes, bien preparadas, con ilusión, capaces de arriesgar y deseosas siempre de conseguir más y más.

Y esto ocurre también en todas las organizaciones. ¿Alguien duda que casi todos los cambios positivos en la gestión de las administraciones públicas, desde hace muchos años, hayan sido impulsados por funcionarios jóvenes? ¿Alguien se atrevería a negar que los militares más exitosos han conseguido sus mayores victorias cuando aún eran jóvenes? ¿Alguien, salvo los líderes sindicales, los liberados de los sindicatos y las personas que no gustan del trabajo, puede negar que el trabajo de los jóvenes supera casi siempre al realizado por sus colegas de mayor edad?
 
Y, si miramos al mundo académico, todos sabemos que el mejor rendimiento es el de los docentes jóvenes y, más aún, se puede añadir que sería de necios no pensar que una parte importantísima del éxito continuado de algunos profesores entrados en años se encuentra en el trabajo, reconocido o no, de sus colaboradores más jóvenes.

Una muestra adicional del absurdo que supone creer que el valor de la experiencia es superior al del saber y la ilusión de los jóvenes es la decadencia continuada y la catástrofe colectiva que supone para algunos países, Cuba es un ejemplo claro, la ineficiente dictadura de ancianos llenos de experiencia que mantiene a su país en la miseria , o el caso de la Iglesia Católica, que cada día más decrépita y milagrosamente aún no muerta, gracias quizá a la labor continuada del Espíritu Santo que da a los jóvenes católicos además de mucha Fe y abundante Caridad, toneladas de ilusionada Esperanza.

Por todo lo anterior y abundando en todo lo anterior, pienso que salvo alguna rarísima excepción, el poder en las organizaciones y las mejores retribuciones deben estar en manos de los jóvenes.

Pero ¿Quiénes son los jóvenes?

Para mí son jóvenes las personas que tienen más corto el pasado que el futuro, las que no piensan en conservar y solo ansían conseguir, las que no temen caerse porque saben todavía lo que es levantarse, las que no se lo saben todo y necesitan aprender, las que cuando están muy cansadas pueden seguir haciendo enormes esfuerzos, las que han dedicado menos años a trabajar que a prepararse, las que tienen manos años que quienes opinamos sobre “los jóvenes” o sobre “ la juventud”

Los mayores decimos que hay jóvenes que son viejos y viejos que, a pesar de sus años, se mantienen jóvenes, pero me temo que esta expresión es tan solo la expresión de una más de las muchas falsas ilusiones que genera el exceso de experiencia.

Y, no me digan que “los jóvenes de ahora no están preparados”, que “los jóvenes de ahora no saben lo que es trabajar”, o que “los jóvenes de ahora son muy cómodos y no quieren arriesgar”. Estas expresiones son, además de falacias de viejos y añoranza de la juventud perdida, una muestra de absoluta estupidez.

jueves, 30 de junio de 2011

401. LA ESPAÑA DE 1930 Y LA ESPAÑA DE 2011. ES POSIBLE QUE LOS ESPAÑOLES, EN OCHENTA AÑOS, ALGO HAYAMOS APRENDIDO.



Las situaciones difíciles, aunque sea duro, nos obligan a reflexionar y, creo que es bueno compartir con los demás las ideas que, aunque tienen mucho de obvias, más se repiten en mis pensamientos.


Para empezar, no está mal recordar cómo estaba España en 1930, cuando la Gran Depresión de 1929 llegó a nuestro país que, por entonces, aunque lo hayamos olvidado, venía de un tiempo de enorme progreso, de alegría y de satisfacción, venía de los dorados años veinte.

España en 1930, vista desde los estándares de la época era un gran país. Estaba que, en relación con Europa, tenía por entonces la misma posición relativa que ahora. Nuestros ferrocarriles funcionaban, había automóviles, la industria española era una auténtica industria, la minería destacaba por su eficiencia, los barcos españoles eran buenos y estaban construidos en España.

En 1930 el Banco de España era realmente el Banco de España. Funcionaban ya, y muy bien, el Banco Español de Crédito, el Hispano Americano y el Banco Central, además de muchos pequeños bancos. La Universidad Española estaba entre las mejores del mundo. Había excelentes médicos, los ingenieros estaban muy bien formados y nuestros arquitectos ya estaban llenando de belleza, con el trabajo de eficientes constructores y magníficos albañiles, las ciudades y los pueblos de España.

En 1930 España era rica en personalidades admiradas en todo el mundo. Solo recordar algunos nombres será suficiente para abrir nuestra memoria; Gregorio Marañon, Pedro Laín Entralgo, José Ortega y Gasset, Federico, García Lorca, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, José Torres López, Jiménez de Asúa, Salvador de Madariaga, Jacinto Benavente, Manuel y Antonio Machado, José María Pemán, Picasso, Miró, Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo, Azorin, Alberti, Jardiel Poncela y Monseñor Escrivá de Balaguer son tan solo algunos ejemplos.

En 1930 España estaba detrás de Gran Bretaña y de Francia, más o menos como Italia y en algunas cosas incluso bastante mejor que Alemania.

En 1930, en España, al igual que en toda Europa, había mucha desigualdad y mucha pobreza, tensiones sociales e ideologías extremas, de derechas y de izquierdas, que se preparaban para imponer a todos la dictadura de unos sobre otros.

Tan solo necesitamos 10 años, los que van desde 1930 a 1940, para dejar España en la ruina, llena de dolor y muchísimos muertos.

Luego hicieron falta veinte años, llenos de privaciones y trabajando muy duro, hasta 1960, para volver a tener lo que teníamos en 1930.

En 1970, los españoles teníamos otra vez, una buena universidad, muchos profesionales bien formados, una industria competitiva y, con un acuerdo preferencial con el mercado Común, éramos, como en 1930 y como somos ahora, el cuarto o quinto país de Europa y nuestra economía la novena o décima del mundo.

Ahora, cuando desde 2008, el gobierno de España, ha sido igual de ineficiente para gestionar la crisis que los gobiernos de los primeros años de la década de los treinta para salvar la Gran Depresión, y nos preparamos para unas elecciones que tendrán resultados similares a las de 1933, es bueno pensar, para no repetirlo, cómo lo hicimos de mal en aquellos años.

Después de todo, está dentro de lo posible, que en ochenta años, el tiempo que dura una vida larga, los españoles, aunque no sea mucho, algo hayamos aprendido.

miércoles, 22 de junio de 2011

400. EL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS COMO OPORTUNIDAD PARA LOS PARTIDOS POLÍTICOS



Que los ciudadanos, en España y en Europa, están indignados con los políticos y con los partidos políticos es absolutamente indiscutible.

El movimiento de los Indignados de la Puerta del Sol ha puesto de manifiesto que el descrédito de los políticos y de los partidos políticos no solo se produce entre los miles de personas que acampan y se manifiestan en Madrid, Barcelona y en cientos de ciudades y pueblos de toda España, sino que es compartido por millones de españoles que han votado en las elecciones del mes de mayo al Partido Popular, al PSOE, a otras opciones políticas y, ciertamente a quienes no han votado.

Los partidos, todos, al mismo tiempo que dicen compartir la preocupación de los ciudadanos en algunas de sus reivindicaciones, no dejan de repetir y repetir, con unas u otras palabras, que “la inmensa mayoría de los políticos son muy honestos y que trabajan mucho al servicio de los ciudadanos” y que “la democracia se manifiesta en el voto”, y que “el sistema democrático implica que los partidos asuman en exclusiva la representación de los ciudadanos” y, en suma, que los partidos son muy buenos y los políticos gente estupenda.

La verdad es que los ciudadanos no nos creemos absolutamente nada de los que nos dice los políticos. Votemos a quien votemos, no nos creemos ni una palabra de los candidatos a los que no votamos y apenas nada de aquellos a los que hemos votado.

No creer a Zapatero a Rubalcaba o a Lara es lo común en los ciudadanos que votan derecha y también en los que votan izquierda. No creer una palabra de lo que dicen Rajoy, Camps o Trillo es lo normal en quienes votan a los partidos de la izquierda y también en los que votan a la derecha. No creer a nadie, por supuesto, es universal en quienes ya no votan.

Ahora, por si acaso y muertos de miedo, todos los partidos tratan de acercarse de una u otra manera a los indignados. Lo hacen, por la izquierda, Rubalcaba, Lara y Rosa Diez que buscan sus votos y por la derecha, hasta D.ª Esperanza Aguirre, que es lista, proclama cambios para hacer realidad algunas propuestas de esos “abusones” que acampan, sin permiso o con el permiso de Rubalcaba, en la Puerta del Sol.

Pero todo lo anterior son solo reflexiones que escribo para justificar donde veo y cómo veo en el momento actual una gran oportunidad para los partidos políticos. Se trata que poner en marcha y dinamizar desde los partidos acciones y programas de comunicación y participación política con los ciudadanos que lo están demandando "con el grito silencioso" o ponienvo verdes a los políticos cuando les ven en la televisión en las salas de estar de sus casas o cuiando comentan entre ellos  en las  largas horas que derrochan en las colas del paro.

Se trata de lograr y mantener una buena comunicación con los ciudadanos, individual y personalizada, con todos los ciudadanos, ya que sin esta comunicación el descrédito de los partidos será inexorablemente cada vez mayor.

La auténtica comunicación es la que tiene una doble dirección, desde el partido hacia los ciudadanos y desde estos hacia el partido.

La vía principal de comunicación desde el Partido hacia los ciudadanos actualmente son los Medios de Comunicación. Esta vía, aunque vital, esta comprobado que no asegura comunicación eficiente con las personas concretas, tanto por fluir en situación de competencia con la emitida por otros partidos, como porque los medios matizan la información desde sus propios posicionamientos.

La vía para recibir información desde la sociedad es, para los partidos, la realización de estudios de opinión. Esta información, si bien es muy valiosa, siempre es insuficiente.

El mejor canal de comunicación entre un partido y los ciudadanos es el contacto personal que existe entre los miembros del partido y los ciudadanos concretos. Este contacto multiplica y matiza el valor de lo publicado en la prensa, emitido en televisión y radio, sostenido en Internet.

La oportunidad para los partidos políticos huy se centra en crear y mantener redes de comunicación, integrada por miembros del partido, altamente motivados y técnicamente capaces, para: Hacer llegar a los ciudadanos, mediante el contacto personal, información cualificada, amplia y veraz sobre el Partido, sus realizaciones y proyectos, y por otro lado, para recoger de estos sus inquietudes, demandas y opiniones, para la gestión política, en el ámbito local, autonómico y, en su caso, nacional.

Abundando en la idea, se trataría de:

 Fortalecer la presencia y la integración del Partido en el entorno social, generando fidelidad y captando nuevas voluntades.

 Asegurar que los ciudadanos reciben información veraz y completa de los logros, proyectos, acciones y oportunidades de la realidad del Partido y de sus actuaciones.

 Obtener información real, rápida y efectiva sobre las actitudes, posicionamientos, necesidades y expectativas de los ciudadanos. Información apta para facilitar la toma de decisiones en la gestión política.

 Motivar a los afiliados en su relación con el partido, ofreciendo a estos participar en una actividad importante para el Partido y útil, para muchos de ellos, en su progreso personal e incluso profesional.

 Captar nuevos afiliados para el Partido.

¿Esto se puede hacer? No tengo  ninguna  duda. Pero de que los políticos quieran hacerlo, tengo muchísimas dudas, tantas que estoy seguro de que seguirán, pensando que "todo lo que yo hago lo hago muy bien", sin hacer nada.

Creo que el partido al que normalmente doy mi voto no hará ni caso de cuanto he escrito en esta entrada. La razón es obvia, no lo necesita, está lleno de políticos, de personas muy listas, muy guapas, muy trabajadoras, muy estudiadas, muy honestas, muy sabias, con enorme experiencia en la vida profesional, que conocen la realidad de los ciudadanos y que, por supuesto, saben de todo infinitamente más que los ignorantes y estúpidos ciudadanos que les votamos.

Por supuesto los partidos a los que no doy mi voto también están llenos de políticos maravillosos, capaces y entregados al bien común y que por su talante y maravillosa capacidad de comunicación, tampoco necesitan de los ciudadanos nada más que estos les den sus votos.


 

martes, 14 de junio de 2011

399. HACEMOS LO QUE PODEMOS: NADA DE NADA

Que la sociedad española se encuentra en graves dificultades y que no existen expectativas de mejora a corto plazo es uhecho indudable.

El movimiento de los Indignados aparecido a mediados del mes pasado, lamentablemente, en su progresiva deriva hacia la nada, es una muestra no solo de la desesperanza de los sectores más dañados por la crisis sino también de la incapacidad de los políticos para ofrecer vías para construir un futuro ilusionante para la sociedad.

Es posible que el Partido Socialista consiga regenerar su partido y pueda ofrecer a los votantes de la izquierda moderada un proyecto político que les anime a confiar en el Sr. Rubalcaba para que conduzca al país hacia un futuro mejor. Creo que esta idea es absolutamente imposible y que aunque el actual Ministro del Interior tuviera éxito en el intento, su propuesta sería vista por muchísimos españoles como “un nuevo y exitoso engaño del muy astuto Rubalcaba”.

Es posible que el Partido Popular, al igual que lo ha hecho en las elecciones del mes de mayo, gane con gran mayoría las próximas elecciones generales y que su entrada en el gobierno genere en muchos españoles, la esperanza de que “ahora, con el Sr. Rajoy de Presidente, podremos salir de la crisis”. Sin embargo, millones de españoles no solo recibirán al nuevo gobierno con la más absoluta desconfianza sino que mostrarán en las calles su disconformidad, más o menos violenta, con las decisiones, cualesquiera que sean estas, que tome el Sr. Rajoy.

Es seguro que los partidos minoritarios optarán, en función de su ideología, por apoyar en parte las decisiones del gobierno, oponerse a estas o, casi seguro a gritar en las calles contra la “injusticia”,

Y, es seguro también que, como siempre, la mayor parte de los españoles, incluidos muchísimos que habrán votado del Partido Popular, como buenos ciudadanos, sigan desconfiando de “los sinvergüenzas de los políticos”, criticando las decisiones del gobierno y, como siempre, nada más.

Los ciudadanos normales que, por supuesto, sabemos muy bien lo que pensamos, lo que queremos y tenemos muy claro lo que hay que hacer, no haremos nada de nada y, aquí paz y después gloria.

Sin embargo, en los últimos años, especialmente desde que la crisis nos azota y los políticos han demostrado su falta de habilidad para ofrecer soluciones válidas para todos a un plazo razonable, he comenzado a detectar en muchas personas, especialmente entre profesionales exitosos con alta preparación y conciencia de responsabilidad social, una intensa preocupación por cambiar las cosas.

Esta preocupación ha llevado a algunos de estos profesionales a pensar que acaso deberían, por obligación moral, “hacer política”. Y, curiosamente, aunque algunos se han “apuntado” colaborar con el partido de Rosa Díez porque, a pesar de no compartir toda su ideología, permite la posibilidad de participar activamente en la actividad del partido y en la toma de decisiones. Sin embargo, no conozco a nadie que se haya planteado entrar, para participar activamente, en el Partido Popular o en el Partido Socialista ya que, al parecer, tienen unas estructuras muy sólidas en las que hay que trabajar mucho, a tiempo completo y desde abajo, sin abrir la boca, como un “becario” y entonando a gritos, loas a los jefes próximos y remotos.

La opción de participar en grupos de pensamiento, como son muchos de los clubs liberales o progresistas que existen en España, es vista por los profesionales a los que me refiero, como “inútil”, por que creen que son simples reuniones de amigos, muchos de ellos “políticos sin éxito”, que cenan juntos, hablan mucho y no hacen nada.

Reflexionando sobre todo lo anterior y pensando que puede ser cierto, me he dado de bruces con una posibilidad obvia: Si un equipo de profesionales, con las ideas claras, capacidad de comunicación y dispuesto a emplear muchas horas de su escaso tiempo, toma la decisión de “hacer política”, con probabilidades de éxito, lo tiene claro: Internet, los blogs, las redes sociales y ¡a trabajar!.

Es posible que existan otras vías para contribuir a generar una nueva ilusión compartida por los ciudadanos, en mi opinión valdría la pena explorarlas porque, realmente cualquier cosa es mejor que el “hacemos lo que podemos, nada de nada”.


viernes, 10 de junio de 2011

398. BODAS DE ORO DE LA PROMOCIÓN DE 1961, EL FINAL.



He necesitado toda una semana para, manteniendo todavía la emoción, poder escribir con algún sentido sobre cuanto ha significado y cuanto significa, para mí y, con unos u otros matices, para todos mis compañeros, el 50 Aniversario de la salida del colegio y el enorme sentido que tiene el celebrar algo que sucedió, que nos sucedió hace medio siglo.

 

El sábado 4 de junio, luego de varios meses de preparación, hemos celebrado las Bodas de Oro de la Promoción de 1961 del Colegio de Areneros.

Entre las seis y las siete de la tarde, unos y otros hasta casi ochenta, fuimos llegando al vestíbulo de Areneros que se llenó por completo del calor de las emociones y el sonido de las palabras que generan los más deseados de los reencuentros.

Luego, entramos en la iglesia, grande, con el gran retablo que preside la Virgen del Colegio, y llenamos, porque nos pusimos muy juntos, los primeros bancos.

La Santa Misa, ¿Qué decir?

Explicar que Diego García Loygorri nos dio a todos la bienvenida con palabras elegidas una por una; que Jorge Dalda  ofició la liturgia, que nos abrió el corazón con su homilía y que casi lloramos cuando recordó, nombre a nombre, a todos los compañeros muertos; que las lecturas elegidas ayudaron al recuerdo, que la oración de los fieles era hermosa y que “los del coro”, los que fueron del coro, cantaron como en la vida; es decir apenas nada.

La Santa Misa, el tiempo que pasamos en la iglesia, creo que fue un acto de íntima comunión que, en la ceremonia y acaso por ella, nos hizo sentirnos a todos, creyentes y menos creyentes, unidos en el espíritu quizá real, que compartíamos, cuando con diecisiete años, salimos del colegio.

Luego, fiesta, la cena. Con tantas conversaciones cruzadas y el constante compartir los viejos recuerdos.

La velada, tan bien dirigida por Lorenzo Espiga, la entrega de los premios del certamen de composición, el lamento de las ausencias, las palabras de elogio de unos a otros y el ambiente de cálido afecto, llenaron a todos, creo que para mucho tiempo, de emociones y de hermosos sentimientos.

Sin embargo, creo que lo más valioso de la celebración no son los hechos, no son los actos ni la celebración misma que, en el fondo, solo son símbolos. Lo más valioso es que el celebrar los cincuenta años de la promoción nos ha permitido sacar a la luz los valores y las creencias que, acaso porque compartimos colegio y somos hijos del mismo tiempo, se han ido fraguado en nosotros a lo largo de nuestras vidas y nos han hecho ser lo que somos.

Nosotros, los niños que en 1961 salimos del colegio, como alguno de nosotros dice, somos “lumbreras”; que hemos estudiado buenas carreras; que hemos tenido éxitos y nos hemos dado tratazos en la vida; y que todos, porque así es la vida, hemos tenido tiempos felices y etapas plagadas de asperezas somos realmente personas con gran fortuna.

Somos afortunados y esto es lo que realmente nos une porque, acaso por los años que tenemos, hemos llegado a conocemos, nos aceptamos como somos y porque nos amamos a nosotros mismos, hemos aprendido a conocer, a aceptar y a querer a las personas que nos rodean; y hemos llegado a querer mucho a quienes, como nuestros compañeros del colegio que partieron del mismo punto, también han vivido mucho.

La celebración del las Bodas de Oro de la Promoción de 1961 del colegio de Areneros ha terminado. Javier Herrero, José Luis García Calleja, Pedro Oñorbe, Antonio Urive, Gurri,  y todos los compañeros que han trabajado para que todo haya culminado con éxito, han hecho un buen trabajo, merecen además de nuestra afecto, público reconocimiento.

Y, porque se han  hecho las cosas  muy   bien, estoy seguro  de que,  además de las  alegrías de hoy, la celebración del  50 Aniversario dará mañana  nuevos   frutos.