lunes, 11 de agosto de 2008

180. COSAS DE PERROS. FORMAS Y FORMAS DE GANARSE EL RESPETO


Los perros, en el parque, jugaban tranquilos mientras los dueños respirábamos aire fresco, disfrutando del anochecer en un día del caluroso agosto.

En un segundo todos los perros emprendieron veloz carrera. Se aproximaba un perro al que no conocian y, como siempre ocurre, todos querían oler de cerca al desconocido y recorrieron, en unos segundos, los bastantes metros que dista el lugar donde estaban y la amplia calle por donde llegaba el otro perro.

El pitbull se detuvo un instante, se agito y ladró no poco, también él quiería oler y, acaso medir sus fuerzas con alguno de los recién llegados mientras tiraba con fuerza de la correa que, bien sujeta, le unía al amo.

El amo voceó insultos, a los perros pocos, a los amos que también acercaban rápido, muchos. En un instante los ladridos terminaron, los perros callaron y volvieron, ellos solos, al lugar de origen.
El amo del pitbull, un hombre fuerte vestido de negro, tiró de la correa y siguío su paseo mientras gritaba fuerte y amenazadoramente, primero a gritos y luego entre dientes, a los otros dueños, sus razones para el enfado..

Los amos del resto de los canes, que durante el incidente fueron, lo se bien, más violentos y mucho menos educados que sus perros, comentaron luego, mucho rato, con incomodidad y desagrado, el incidente. A fin de cuentas, estaban seguros de que ese pitbull podría ser un buen pero, pero, era una pena, tenía la desgracia de tener por dueño a un animal.

Entre media y una hora después del incidente, de pronto, por el mismo sitio que vino antes, muy decidido, muy grande, muy serio, muy rápido y más que tenso, llegó a nosotros el dueño del perro. ¡Qué susto! ¡Qué miedo!

Venía a pedir disculpas, su comportamiento no había sido correcto, el quería a los perros y respetaba siempre a sus dueños. Había tenido un muy mal día y, además, su pitbull estaba ese día entre agresivo y molesto. Había venido a excusarse porque de no hacerlo tendría una noche mala, llena de remordimiento.

No quiso aceptar que los amos de los otros perros hubieran sido también poco correctos, se cargó con toda la culpa y, bendito sea Dios, se gano, de cuantos le escuchamos, un profundo respeto.

Cosas de perros.

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