472. REFLEXIONES ANTE LA POSIBLE INDEPENDENCIA DE CATALUÑA III: ALGUNAS IDEAS PARA DELIMITAR LA SITUACIÓN
El problema u oportunidad, de la posible independencia
de Cataluña, crece día a día. Los ánimos
se están encrespando y,
tanto si queremos resolver el problema como si pretendemos convertir su existencia en
una oportunidad para conseguir un futuro
mejor, es preciso buscar alternativas de
actuación, valorarlas y tomar decisiones importantes para los catalanes y
para todos los españoles.
Sin embargo,
antes de pensar en
generar ideas o diseñar alternativas, como en todo
proceso lógico de toma de decisiones, entiendo que es absolutamente
imprescindible delimitar la situación, sea esta un problema, una
oportunidad o, lo que es normal, ambas
cosas al mismo tiempo.
Así, y en un
análisis que dista mucho de ser suficiente, aporto en esta entrada algunos
datos, muchos de ellos intangibles difícilmente evaluables, que entiendo pueden
contribuir a clarificar la situación.
Son los siguientes:
Cataluña es hoy una parte muy importante de
España: Siete de los cuarenta y cinco
millones de habitante que tiene España viven en Cataluña
La economía de Cataluña es aproximadamente el 20% de la economía española y está absolutamente integrada en la española.
La sola idea de avanzar hacia la independencia causa un enorme daño a la economía catalana y, evidentemente, a la
española.
La independencia de Cataluña, aún en las mejores
circunstancias, económicamente al
menos, sería una catástrofe para Cataluña y para el conjunto de España, de la que unos y otros, tardaríamos muchos años en recuperarnos.
Durante los
siglos XIX y XX
Cataluña, ha la región más dinámica, más culta, más moderna, la que
ha gozado del mejor nivel de
vida, la que ha tenido la mejor industria, la que más ha crecido en habitantes y, por supuesto, la que ha tenido la mayor protección, en cuanto a inversiones y aranceles, de todas
las regiones que componen España.
Los catalanes, las personas que viven y trabajan
en Cataluña, disponen de unas magníficas infraestructuras, muy buenos servicios
públicos y un nivel de vida superior a
la media española y europea.
Por supuesto, los habitantes de Cataluña han sido
durante dos siglos, los que más han contribuido con su trabajo, su buen hacer y
sus impuestos, al progreso y a la mejora
del nivel de vida del resto de España.
Solo muy avanzado el siglo XX y en los comienzos
del XXI el crecimiento económico y el
dinamismo económico de Valencia y de
Madrid han empezado a hacer alguna sombra al poderío económico y político
catalán.
Cataluña, que en su conjunto ha sido durante mucho
tiempo un modelo de riqueza y buena gestión, actualmente, como consecuencia de
la crisis económica y de la desastrosa
gestión de sus propios políticos y
también del mal hacer de los
políticos que han gobernado España, padece ahora una
situación gravísima para la que se ve muy mala solución, incluso peor que las
que se presentan para el
conjunto de España.
En Cataluña se encuentran las sedes sociales y las oficinas centrales de un gran número de
empresas transnacionales que en el siglo XX
eligieron Barcelona, por ser ésta
la ciudad más dinámica de España. Ahora, la idea de independencia para
Cataluña les genera en principio
inquietud y comienzan a plantearse alternativas de solución a los problemas de
todo tipo que pueden tener a no muy largo plazo.
En Cataluña también se encuentran las sedes de un
buen número de grandes empresas españolas y de otras más pequeñas que operan
fundamentalmente en el mercado español, que ven con preocupación las
consecuencias que pueden venir a corto y largo plazo del proceso de secesión.
Hay un buen número de catalanes que en el momento
actual desean la independencia de
Cataluña exclusivamente por motivos, muy
respetables, de carácter emocional, pero también hay otro buen número que
piensan en la independencia por cuanto
entienden que ser parte de España ahora es un lastre para el desarrollo de la economía catalana y, especialmente, una rémora para el
renacer del tradicional bienestar y
el sentido nacional de los catalanes.
La Historia puede interpretarse de muchas maneras,
pero es un hecho que si bien los Reyes
Católicos unieron las Coronas de
Castilla y de Aragón en manos de Isabel
y Fernando, hasta la subida al trono de España del primer Borbón, no se produce
la unión territorial y jurídica de todos los territorios, Coronas o Reinos que antes solo estaban unidos por el vínculo de ser gobernados por el mismo
soberano.
Más aún, hasta la puesta en vigor de los Decretos de Felipe V, los territorios de la Corona de Aragón, Aragón, Cataluña, Mallorca, Valencia y las dos Sicilias, tenían cada uno, sus propias Cortes, sus propios ordenamientos jurídicos y gozaban de lo que ahora podríamos llamar “una muy amplia
autonomía” y podemos añadir que, en
su conjunto, eran algo muy próximo
a lo
ahora llamamos una “Confederación”.
Por supuesto, en
los territorios de la
Corona de Aragón
la lengua oficial era la propia
de cada territorio y el castellano, hoy
español, solo era hablado por las gentes cultas o que mantenían relaciones
políticas o comerciales fuera de
Cataluña, Aragón, Valencia o de las dos Sicilias.
El sentimiento nacional propio de los catalanes
es, desde siempre, muy poderoso. Este sentimiento, cuando la sociedad ha sido
próspera y no ha tenido problemas
políticos, se ha diluido en el sentir
colectivo de ser una parte distinta, especial y diferenciada del resto, dentro de España. Pero, cuando en el interior de Cataluña han aparecido problemas serios, las
minorías dirigentes, en su tiempo la nobleza y
más tarde la burguesía conservadora, han atribuido el origen de todos los males a causas externas y han movilizado con eficiencia el sentimiento catalanista de la
población y el deseo, siempre latente, de ser
independientes.
Y, no debemos olvidarlo, Cataluña ha intentado,
casi conseguido y fracasado varias
veces, desde el Siglo XVII, cuando el
poder central ha estado más débil,
separarse de España
En estos momentos hay un gran número de catalanas
que desea la independencia siempre que
se mantenga la nueva Cataluña
dentro de la Unión Europea, dentro del euro
y, conservando para las empresas
catalanas su participación en el mercado español.
De alguna manera, muchos catalanes desearían ser
independientes manteniendo una buena relación con España, a la que aprecian
mucho pero de la que desean marcharse, especialmente porque “España no les
comprende”.
Sin embargo y pese a todo lo anterior, hay un buen
número de catalanes que sintiéndose muy catalanes, tienen y mantienen muy fuertes lazos familiares y de amistad con
españoles de otras regiones y
sufren cuanto está pasando ahora
y sienten espanto ante las consecuencias que para todos puede tener la
independencia de Cataluña.
Para la economía,
el nivel de vida y la autovaloración de los españoles, la independencia
de Cataluña, objetivamente, sería un desastre.
Por otro lado, muchos españoles, cada día en mayor número,
entienden que el desarrollo de Cataluña se ha conseguido mediante la opresión
de esta región sobre el resto de España, que los catalanes han impedido el
desarrollo de la industria en otros territorios y que incluso han arrebatado lo
mejor de la población de otras regiones
para llevarse a sus gentes a
trabajar en Cataluña.
Muchos españoles, cada vez más, con argumentos
más emocionales que racionales, creen
que los catalanes y en especial sus
dirigentes, son egoístas, tacaños, no solidarios, aprovechados, un lastre para
el bienestar del resto de España y que siempre han creado problemas o al menos los han aprovechado para sacar
ventajas en detrimento de quienes no viven en Cataluña.
Hay muchos españoles que están emocionalmente hartos de los catalanes y que desearían un referéndum para tener la
oportunidad de votar que Cataluña salga de España y encerrar a los catalanes con una alambrada electrificada por la que no entrase ningún producto o servicio catalán en España.
No obstante, también hay, en todas las regiones de
España, multitud de personas con
vínculos muy sólidos con familia y
amigos catalanes, que miran con angustia lo que está pasando en estos momentos
y lo que puede pasar si se rompe en Cataluña la unidad de España.
En resumen, las posiciones, más emotivas
que racionales, que vemos crecer en estos momentos son las
siguientes:
No pocos catalanes consideran que la independencia
de Cataluña es un enorme mal para todos que debe ser evitado por todos los
medios.
Muchos catalanes desean ser independientes, dentro de la Unión Europea y buenas
relaciones económicas con España, al menos hasta que consigan nuevos y mejores mercados en Europa o en otras
partes del mundo. Además, España tiene
una enorme deuda histórica con Cataluña y
debe cancelarla apoyando y pagando la independencia y los comienzos de la vida independiente.
O, si lo anterior
no fuera posible, habrá
que pasar unos años malos, aguantar
y, aunque los españoles se opongan,
en pocos años, como los catalanes somos
muy capaces, entraremos en el
euro, venderemos mucho en todo el mundo, en
Europa y, por supuesto, si nos queda algo que vender, también venderemos
en España,
Hay muchos españoles que queriendo a Cataluña y a
los catalanes, consideran que sería un desastre para todos la independencia de Cataluña.
Muchos españoles piensan, con amor despechado: ¡Que sean independientes,
que se marchen de una vez, al enemigo ni
agua, ni euro, ni caixa, ni colacao, ni cava, ni fuet, ni un SEAT fabricado en
Cataluña, Además, Cataluña tiene una enorme deuda histórica con España y hay
que cobrarles hasta la última peseta que
nos deben!
Algunos catalanes y algunos españoles, menos, piensan que ya que parece imposible una buena
convivencia, es mejor buscar con
sensatez la mejor forma para hacer razonablemente independiente a Cataluña.
Finalmente,
muchos catalanes y muchos españoles de otras regiones, pensando
que España es un rico conglomerado de
tierras y gentes destintas y que tenemos entre nosotros muchos lazos que nos unen y también
cada unos algunas peculiaridades que molestan al resto, aunque la convivencia entre las personas, incluso en
las familias, nunca es fácil, hay que
buscar la mejor manera de entendernos.
A fin de cuentas, estando
juntos hemos consiguiendo muchas
cosas, durante muchos años, y nos compensa a todos seguir unidos. Además, como sigamos discutiendo y profundizando en lo que nos separa, acabaremos haciéndonos
mucho daño.
Para terminar esta entrada decir que con lo que hay
aquí escrito más algunas otras cosas
y los datos de lo que puede ser el coste de la
independencia para Cataluña y para España, podemos ponernos a pensar en qué soluciones se nos ocurren para convertir
el problema que nos ocupa en una oportunidad
de progreso para todos los españoles
y para todas las regiones de
España.
Nota:
Lo queramos o no, la realidad es que la vida avanza
con mayor velocidad que el derecho y
las leyes hay que modificarlas para hacer
que se ajusten a los cambios que la
sociedad necesita y reclama en el devenir del
tiempo.
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