Un soleado
día de primavera, el siete de mayo de 2015, ha nacido la primera hija de mi hijo
Luis, se llama Mariana, es una niña preciosa y es mi nieta.
Su nacimiento me ha llenado de alegría y, una vez más, he sentido en mi cuerpo y en mi alma la sensación de plenitud que da la conciencia de ser parte del camino de la vida, de sentir en Mariana la presencia de mis padres, de mis abuelos, de todos los que nos precedieron y, más aún, de los hombres y mujeres que, con ella y por ella, vendrán a la vida.
Y siento también el amor inmenso de mi mujer, Cristina,
que está conmigo en este momento feliz, de
mis hijos Luis y Mariana, y de toda la familia
que, sin duda alguna, se ha enriquecido hasta
el extremo con la llegada de la nieta.
Por ello y con la orgullosa satisfacción de ser su abuelo, pido al Cielo para Mariana una vida plena, muy llena de alegría, paz y mucho, mucho amor.
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