VISITANDO A LA BELLA GITANA
Dedicado a mi amigo Antonio Urivelarrea
Luego de tanta obscuridad, la luminosidad de un precioso sol de invierno me arrastra fuera de casa y, haciendo oídos sordos a las amenazas del bicho, sin pensarlo, ludópata del riesgo, encamino mis pasos por la Avenida de Los Reyes Católicos, al encuentro de la bella gitana, es su esquina de la Calle Guadarrama.
Siento encogidas las entrañas y el calor de la emoción me llena el alma: ¡ya estoy cerca de mi bella gitana! La veo de lejos, aprieto el paso, me acosa el ansia. Sin detenerme, inquieto, busco en el bolsillo, no sé si los tengo, los euros que, para ella, para la bella gitana, como siempre, serán mi dádiva.
Hoy su cabello, largo, brillante, entre azul oscuro y muy negro, lo lleva suelto; en su rostro, duro, de belleza extraña, sus ojos, pequeños, carbones vivos, al llegar a ella, me hacen pausa. Y, sin decir nada, tiende su mano, pequeña y arrugada, abierta, me asombro, parece de vieja, agarra los euros, sonríe torcido y, en rumano, canta:
O, bătrânul meu guturos!
O, bătrânul meu guturos!
Astăzi văzându-mă că mă întristează,
vii la mine să te vindeci
de otrava care a băut
strânge interiorul.
O, bătrânul meu guturos!
O, bătrânul meu
guturos!
Mai bine fii precaut
și să te joci să fii un ticălos,
te accept guta
sau hibernează ca un urs.
O, bătrânul meu guturos!
O, bătrânul meu guturos!
Astăzi văzându-mă că mă întristează,
pentru că puterea mea nu ajunge
să iasă din vene
ceea ce visezi și respingi
O, bătrânul meu guturos!
O, bătrânul meu guturos!
Que traducido al español significa:
¡Ay mi viejo goteroso!
¡Ay mi viejo goteroso!
Hoy verte me apena,
vienes a mi para sanarte
del veneno que bebido
atenaza tus entrañas.
¡Ay mi viejo goteroso!
¡Ay mi viejo goteroso!
Más te valiera ser cauteloso,
y jugar a ser mocoso,
aceptarte goteroso
o hibernar como un oso.
¡Ay mi viejo goteroso!
¡Ay mi viejo goteroso!
Hoy verte me apena,
porque mi poder no llega
para sacar de tus venas
lo que sueñas y rechazas
¡Ay mi viejo goteroso!
¡Ay mi viejo goteroso!
Sentado
en un banco, lejos ya de la esquina de la Calle Guadarrama, sin entender nada, pienso:
no he comido con nadie, drogas no he tomado, no siento nada en las venas, no
tengo el estómago estrujado, diga lo que diga la bella gitana, es imposible que
me haya envenenado.
Y sí, una ocasión perdida, hoy la bella gitana estaba de guasa. ¡Qué pena, me he quedado sin cien euros y no tengo, para presumir con mis amigos, nada de nada!
Más tarde, resignado y tranquilo, camino de vuelta a casa, respiro el aire limpio y con la luz del sol en la cara, me siento feliz disfrutando el frío de la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario