DE
LAS VACUNAS Y ESAS COSAS
Aunque, por mis goteras, cansado como un perro, durante tres semanas he sido incapaz de escribir una entrada en el blog, he sabido, con creciente preocupación, de los vaivenes que, provocados por la absoluta ineficacia del gobierno del doctor Sánchez, ha seguido el proceso de vacunación en Madrid.
Ante lo leído y escuchado, visto lo visto, he llegado a pensar que, por alguna razón que desconozco (no soy “progresista”), soy un viejo apestado: todos los amigos de mis años ya han sido vacunados y, ¡mira que si la cita que tengo para vacunarme el día 22 de abril queda anulada!
Además, para intentar subir mi miedo hasta alcanzar el nivel de pánico, anoche escuché, en el debate de los candidatos a las elecciones del próximo mes en la Comunidad de Madrid, a un señor, catedrático de metafísica; a un hombre con moño grande y aros en las orejas (acaso fuera en el pasado un temible lobo de mar); y a una señora que, al parecer, es médico (no existen las “médicas”); los tres diciendo horrores, explicando el caos de la sanidad pública de Madrid, en especial, el de los centros de salud, y la promesa de que todo se va a arreglar cuando ellos ganen las elecciones dentro de unos días.
En fin, esta mañana, preocupado y lleno de dudas he vuelto a ir, por eso de las goteras, al Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda y, ¡qué grata sorpresa!, como siempre, me ha atendido, a la hora prevista, un médico que, además de ser encantador, me ha dicho que “sigo estable” y me ha citado para que vuelva a su consulta en otoño. ¡Qué extraño!, me he dicho, ¿será que este hospital es una excepción, será que el catedrático, el del moño y los aros, y la médico, se han equivocado, o será que los tres mientes como bellacos?
Para rematar el día esta tarde, a las 16:10, tenía hora a las 16:20, con mi miedo al anunciado caos, me he presentado en el Centro de Salud del Cerro del Aire de Majadahonda, para vacunarme. Y, con absoluta eficiencia y gran amabilidad, una señora encantadora me ha vacunado y otra, también encantadora, después de anotar mi nombre en un ordenador, me ha dado un papel en el que se explican los posibles efectos secundarios de la vacuna y se marcan el día y la hora para ponerme la segunda dosis de la vacuna.
Y, ¡cuanta maravilla!, a las 16:21 había salido del centro de salud y estaba sentado en un banco de la calle, pensando que el señor catedrático, el hombre del moño y los aros, y la médico, que ayer intentaron subir mi miedo hasta hacerlo pánico, además de mentirosos, creo que no son buenas personas, si lo fueran no se dedicarían, por aquello de conseguir votos, a engañar y asustar a los viejos con goteras que, a nuestro pesar, tenemos que visitar, con mayor o menor frecuencia, los Hospitales y los centros de salud, tan buenos, de la Comunidad de Madrid.
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