lunes, 2 de mayo de 2022

992. COSAS DE VIEJO: DEL DOS DE MAYO DE 1808

 

En la España de la autarquía, cuándo yo era niño, el día 2 de mayo era fiesta nacional, se conmemoraba el terrible levantamiento del pueblo de Madrid contra el ejército de Napoleón, que fue el principio de la Guerra de la Independencia.

Evidentemente, entonces lo tenía muy claro, los franceses eran muy malos y los españoles muy buenos,  por eso “los ganamos”.

Los hechos el pasado  no se pueden cambiar, ni tampoco sus consecuencias. Sin embargo, porque soy mayor y veo las cosas con menos prejuicios que cuándo era niño, a veces sueño con otras realidades, con alternativas que no triunfaron y, que, acaso, vistas desde ahora fueron oportunidades perdidas.

Aunque se dice, lo he leído muchas veces, que “el pueblo” no se equivoca; he de gritar muy alto que ese aserto es del todo falso; ¡el pueblo se equivoca y, a veces, elige y consigue lo peor!

Y, el 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se equivocó: se amotinó, porque “se llevaban” a Francia, donde ya estaban su padre Carlos IV y su hermano Fernando VII, al infante Francisco de Paula y a su hermana María Luisa.  El enfrentamiento entre los madrileños y las tropas francesas fue absolutamente salvaje y, el día 3 de mayo, sofocada la revuelta, el “escarmiento” del Mariscal Murat, (murió fusilado en Nápoles siete años después, en 1815), aún peor.

Lo ocurrido entre los días 2 y 3 de mayo de 1808 marcó el futuro de España (y también el de Francia). Los españoles sufrimos la Guerra de la Independencia y ganamos uno de los peores reyes de nuestra historia, Fernando VII, el felón, ese que, para sostenerse en el poder, recurrió a la Santa Alianza, e hizo venir de Francia y permanecer en España, durante más de cinco años (1823-1828), a los Cien Mil franceses, hijos de San Luis.

Claro que, también es verdad, los españoles a veces celebramos como éxitos los mayores desastres: el 2 de mayo fue durante muchos años fiesta nacional y ahora lo es en Madrid, dedicamos calles a los comuneros de Castilla, loamos la Segunda República y, hay quien lo anuncia, pronto rezaremos ante la estatua del doctor Sánchez en la Puerta del Sol de Madrid.





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