He terminado Retorno a lo imposible. Castilla, la
reconstrucción del Imperio, y, pasados unos días, luego de meses escondido
en el mundo imaginado de la novela, ya en el hoy, me doy cuenta de que, aunque
peor, todo sigue lo mismo.
De una parte, guerras, la de Ucrania es la nuestra;
asesinatos, en México no cesan; ricos aprovechados y gobiernos mentirosos, el
nuestro también; trabajos perdidos, sueños rotos, injusticias, enfermedades, maldades
y tristezas por doquier.
De otra parte, el sol sigue iluminando el cielo, tenemos
noches estrelladas, las montañas están en su lugar, se mantiene la belleza del
mar; el amor permanece, los niños nacen, la bondad no termina, la vida sigue y,
siempre, aún en lo peor, en las gentes late la esperanza de un futuro mejor.
Sí, es cierto, las cosas van mal en unos sitios, en otros
muy mal, y el futuro se anuncia peor en todas partes. Es como si viviéramos en
medio de una gran tormenta, de un auténtico huracán.
Y sí, es cierto, no hace falta poner ejemplos, que hoy
en el mundo, aquí también, para dirigirnos, hemos elegido entre los malos y los
peores y que, ¡es asombroso!, esperamos que sean ellos quienes “nos saquen” del
mar de males que ellos mismos, con nuestro consentimiento, han creado.
Pero, si miramos al pasado y, sobre todo, a nuestro
alrededor, también nos damos cuenta de que las personas, pase lo que pase,
caiga quien caiga, porque existe el amor, aun sacrificándolo todo, siempre, en
su mayoría, cada una por los suyos, consiguen sobrevivir y, con la inercia de
ese esfuerzo, luego seguir adelante en un futuro mejor.
Realmente El Creador, cuando nos dio la vida, quizá
para que pudiera ser larga, no nos la dio fácil, pero viendo de donde venimos, a
poco que pensemos, nos damos cuenta de que, porque nos dio el amor, a pesar de
todo, siempre hay justificada esperanza en un mañana mejor.
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