Hace algunos días el papa Francisco, a sus ochenta y seis
años, tuvo un arranque de esos que para quien lo tiene es mérito suficiente
para subir a los altares; sin pedirles que fueran buenas, recomendó a las
suegras que fueran prudentes y sujetasen la lengua.
Y sí, el papa Francisco, aunque su saber es de oídas,
tiene valor y no carece de osadía, es un buen pastor que conoce a su rebaño y sabe
bien que en el aprisco que es la Iglesia, sus ovejas se pueden enfadar porque
son suegras en su mayoría.
Bien es verdad que existen buenas suegras, mujeres
santas, de esas que saben ver, oír, callar, poner buena cara y regalar cariño con
cada una de sus palabras, pero esas suegras son excepciones que confirman la
regla.
He buscado una explicación racional, no la he
encontrado, a la lengua de serpiente que nace en las mujeres, - los suegros,
aunque son otra cosa, a veces también merecen comer aparte -, cuando se
convierten en suegras, hasta las madres más amorosas reciben la visita del
demonio que les ofrece el pecaminoso placer de, sufriendo ellas, hacer sufrir a
nueras y yernos, a más de con ello hacer la vida imposible a sus tontos y
queridos hijos o a sus bobas y maravillosas hijas.
Sin embargo, recordando que las mujeres y los hombres
somos, además de fruto de la evolución, sobre todo instinto y emociones
ancestrales, en el fondo, la lengua de serpiente es una simple reacción, muy
natural, irracional e instintiva, de defensa ante el peligro de perder, cuando
llegue la vejez, la protección del hijo o los cuidados de la hija. Por eso es
tan difícil que una mujer, usando solo la racionalidad del sentido común, domine
a la serpiente y sea un raro y precioso espécimen de suegra, esa mujer, tan querida por nueras
y yernos, que sabe ver, oír, callar y hablar, siempre, con amabilidad.
Claro que, para terminar, no puedo dejar de hacerme
una doble pregunta: ¿piensa de verdad el papa Francisco que sus palabras van a cortar alguna
lengua de serpiente o, porque es mayor, está fuera de la realidad?
1 comentario:
Lo siento, Jose Luis, en este tema no estoy de acuerdo con el Papa ni contigo. Las suegras antes han sido madres, y todo el mundo habla de sus bondades, y por el mero hecho de que sus hijos se casen no cambian. La mayor felicidad de una madre siempre es ver felices a sus hijos.
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