viernes, 28 de junio de 2024

1118. DE NUESTRAS BODAS DE ORO (28 de junio de 1974 – 28 de junio de 2024)

 

El día 28 de junio de 1974, en la Iglesia del Carmen de Torrelodones, a las 7 de la tarde, Cristina y yo nos casamos.

Y hoy, al celebrar nuestras bodas de oro, pensando en ella, con lágrimas en los ojos, sabiendo que seguimos juntos, que no se ha ido, le doy  todas las gracias por la vida preciosa, llena de amor, que me regaló y  pasó conmigo.

¡Que pasó conmigo!, que pasamos unidos, hasta que otro 28 de junio, el del año 2017, Cristina, sin dejarme solo, subió al Cielo, pero llena de amor, siguió conmigo.

Han pasado los años, tiempos buenos y malos, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de la vida, y yo, cuando soy viejo, y, como hoy, con Cristina en mí corazón, lo pienso, doy todas las gracias a Dios por la vida de amor que, con ella, que me ha concedido.

 


Nota: a continuación, transcribo un microrrelato, Éxito, que, pensando en mi mujer, escribí hace muchos meses para un concurso que no ganó, dice así:

“Aunque no era fácil bien casarse, muy difícil estar casado, e imposible descasarse, tuve éxito; ella lo hizo todo, con amor y con esfuerzo.”

jueves, 27 de junio de 2024

1117. DE LA EMIGRACIÓN Y ESAS COSAS (III)


TERCERA PARTE: LAS SOLUCIONES


Comenzamos reconociendo que en el momento actual no existe ninguna solución que pueda resolver globalmente el problema y aprovechar las oportunidades que tiene la emigración ni en la Unión Europea ni, por supuesto, en España.

Sin embargo, existen algunos aspectos concretos en que, con medidas adecuadas se podría evitar tragedias, se facilitaría la integración de los inmigrantes en la sociedad, mejoraría la imagen de la inmigración y reduciría el actual rechazo entre la población autóctona, mejoraría la situación de los países emisores, paliaría el problema global y generarían oportunidades; son los siguientes:

 

·         Reducir al máximo la inmigración ilegal

 

Si bien la proporción de la inmigración ilegal  llegada a Europa es apenas el 14% del total, y la que llega a través del mar a los países del Sur un porcentaje muy inferior, esta, por los dramas humanos que genera y la imagen de impotencia que transmiten los gobiernos, produce un profundo rechazo en la sociedad.

 

Y, aunque ya se están adoptando múltiples medidas, desde el apoyo a los países que emiten emigrantes hasta la persecución y destrucción de las mafias que la controlan, la expulsión inmediata, y otras varias. Pero  algunas de estas podrían tener un mayor calado y ponerse en marcha algunas otras  complementarias, en el sentido de introducir algunos cambios en la legislación, una más decidida acción judicial y  policial, y el añadido imprescindible de acciones positivas en origen. Con todo ello, el problema y su mala imagen en la sociedad, esto es importantísimo, podría atenuarse.

 

·        La integración en la sociedad de la primera y de la  segunda generación de la inmigración.

 

Aunque la mayor parte de los inmigrantes, de todas las procedencias, y sus hijos se integran en la sociedad europea y española; existe en Europa, muy grande en Francia y  pequeño todavía en España, un problema del mayor calado y el más grave de cara al futuro;  se centra, sobre todo, en minorías con origen en culturas no judeocristianas, principalmente musulmanas, pobres, con muy baja formación, que viven en la marginalidad laboral, se mantienen con ayudas públicas,  residen en guetos y generan, además de desesperanza, delincuencia, actitudes fundamentalistas y, a veces, terrorismo yihadista.

 

Las autoridades nacionales y locales de los lugares en que existen estos guetos trabajan intensamente  e insuficiente éxito, para atenuar el problema, sin embargo, sería posible conseguir mejorías con algunos cambios legislativos y nuevos programas para la integración.

 

En el caso español las llamadas bandas latinas, integradas por jóvenes, ya españoles, inadaptados, de familias hispanoamericanas, aunque todavía no grave, es un problema a controlar y evitar que llegue a más.

 

·     Controlar el coste de la inmigración y asegurar su eficiencia.

 

En este sentido, decir que, aunque el coste económico para los países de llegada es excesivo y debería repartirse de alguna manera entre todos los países de la Unión Europea, sería muy importante eliminar la picaresca en la consecución de ayudas, que, además de ser injusta, generan profundo malestar y rechazo en los niveles menos ricos de la sociedad.

  

·         Proteger y facilitar la inmigración deseable


Europa tiene necesidades claras de mano de obra cualificada y, de hecho, aunque en algunos países existen cuotas anuales, reservadas a inmigrantes con mayor formación, estas se resuelven, sobre todo, por la acción directa de empresas y particulares. Sin embargo, sería útil, para los inmigrantes y para las empresas, establecer e incrementar esos cupos anuales y mejorar los procesos de homologación de los títulos necesarios para el ejercicio profesional.

 

Así, entrando ya en las medidas concretas antes enunciadas, que, en su mayoría, en una mezcla de “palo y zanahoria”, pueden tener incidencia en la solución de los grandes temas citados, tenemos las siguientes:

 

·    Crear, mantener e incrementar los cupos de emigrantes y, en el caso de España, en justa reciprocidad, potenciar los correspondientes de las naciones hispanohablantes, tradicionalmente receptoras de la emigración española. Y, por otro lado, evitar a las personas que quieran viajar o inmigrar, trabas como la exigencia, unilateral, de visados a bolivianos, ecuatorianos, cubanos o dominicanos; o dificultades administrativas en el reconocimiento u homologación de títulos académicos.

 

·  Incrementar las ayudas a los países emisores de emigrantes, y, esto es vital, cuidando en extremo el desvío de estas a destinos indeseados por la corrupción, tan extendida y de muy difícil control.


·   Perseguir a las mafias y a sus miembros, sobre todo las cabezas, no pocas situadas en niveles altos de la sociedad, endureciendo las penas y destruyendo, con la fuerza, sus bases. Y hacerlo con absoluta decisión, eliminando  incluso algunas de las limitaciones legales actuales y aceptando posibles daños colaterales.

 

·  Ajustar las condiciones de asilo y su rápido y estricto cumplimiento. Las reformas aprobadas por el Parlamento Europeo son un avance en este ámbito.

 

·       Expulsar ipso facto y devolver a sus países a los migrantes llegados por mar. Esto tendría un efecto disuasorio espectacular en los países de origen.

 

·         Atacar y destruir a las llamadas “bandas latinas”, ajustando, modificando y endureciendo la legislación, que actualmente protege a sus líderes y, especialmente, a los menores.

 

·  Modificar las leyes para evitar la multirreincidencia de delincuentes, que, habiendo cometido delitos menores, son detenidos repetidas veces, y puestos en libertad por los jueces. A ellos debería aplicarse la prisión preventiva y la expulsión inmediata, sin excusa alguna.

 

·       Contra la filosofía actualmente vigente, endurecer la vida en las cárceles para que las penas de prisión sean temidas por los delincuentes y sus entornos familiares.

 

·  Teniendo muy presente que la inmensa mayoría de los creyentes musulmanes, en todo el mundo y en Europa también, rechazan con firmeza la radicalidad, es a ellos a quienes más preocupa y perjudica, es preciso vigilar, perseguir, juzgar, expulsar si cabe, la actuación de imanes radicales en mezquitas y lugares de reunión de musulmanes, estimulando la presencia pública de imanes moderados.

 

·    Retomar la presencia policial en los guetos habitados por emigrantes de primera y segunda generación.


·   Controlar y castigar costumbres ancestrales, relacionadas con los derechos de niños y mujeres, el maltrato, la ablación genital y los matrimonios forzados son ejemplo de graves delitos, que se mantienen en familias de inmigrantes con bajo nivel cultural y  origen en África y Asia.

 

·    Sería un muy duro  y eficiente cambio, reducir las ayudas públicas a las familias de los adultos y de los  jóvenes, incluso menores, que toman parte en disturbios callejeros, hacen destrozos o cometen delitos graves.

 

·   Y, en cualquier caso, limitar progresivamente las ayudas a individuos y familias para estimular la incorporación al trabajo; hacer imposible la vida sin trabajar nunca o casi nunca. Nunca las ayudas públicas o privadas deberían tener efecto llamada.

 

·    Estimular la existencia de fuertes medios de comunicación de carácter moderado e integracionista, dirigidos a colectivos de la inmigración.


·  Dar publicidad y premiar, incluso económicamente, los éxitos en la escuela o la incorporación al trabajo de jóvenes procedentes de grupos marginales y de los guetos.

 

·  Y, este punto entendemos que es, acaso, el de mayor importancia: impulsar desde los gobiernos, la sociedad civil y el mundo de la emigración, un proceso continuado en el tiempo para incidir positivamente en las actitudes de los emigrantes y de la sociedad en general.

 

Evidentemente, el despliegue de estas medidas u otras similares, teniendo un altísimo coste económico, no tendrían resultados tangibles en el corto plazo y, tanto los gobernantes como los líderes religiosos y  de la sociedad civil, y los medios de comunicación, habrían de  ser en extremo tenaces, vencer contratiempos para  resistir grandes presiones de extremistas de todos los colores, especialmente si, como está dentro de lo probable, la economía europea deja de ser boyante o, peor todavía, se deteriora.

Y, para bien o para mal, los europeos, los españoles, hemos de aceptar como un hecho irreversible, que sociedad del siglo XX ha muerto, que la actual del siglo XXI no es definitiva y sigue cambiando a gran velocidad, y que la que verán nuestros nietos será también diferente, habrá cambiado o perdido creencias, valores y costumbres que hasta ahora consideramos inmutables y serán realidad otras originarias de otras culturas.

Además, independientemente de nuestro agrado o desagrado, como siempre desde que el mundo es mundo, los cambios que se están produciendo van a continuar y, como siempre, inevitablemente, no a gusto de todos y con la presencia de múltiples viejos y nuevos problemas y también de oportunidades.

Finalmente, para terminar nuestro análisis de la emigración y esas cosas,  recalcar que, dependiendo de la forma en que ahora y en el futuro próximo afrontemos los europeos, los españoles también, el tema de la emigración, este dará origen a múltiples problemas y tragedias de todo tipo, o será fuente de nuevas oportunidades para todos, en un mundo mejor.

 

Notas:

·     No se tratan en estas entradas los casos de la inmigración asiática, porque tiene características propias y, en principio, no es socialmente conflictiva en la Unión Europea.

·  Tampoco se trata el caso de la emigración en Estados Unidos, por cuanto esta sigue abierta a extranjeros muy cualificados, españoles también; su   situación, aunque tiene características y problemas propios, es  en parte similar a la europea y,  en estos momentos, es poco relevantes para el lector español,

·        La imagen del Parlamento Europeo en la aprobación de las nuevas normas sobre emigración y asilo, que ilustra esta entrada, está tomada de evtv, en Internet.






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


martes, 25 de junio de 2024

1116. DE LA INMIGRACIÓN Y ESAS COSAS II

 


SEGUNDA PARTE: DE LA SITUACIÓN ACTUAL


A partir de los datos, muy incompletos, que se encuentran mediante búsquedas en Internet, podríamos afirmar que:

 

  • En 2023, el total de habitantes en la Unión Europea era de 448,4 millones. Y de ellos, el 14%, 63,6 millones eran extranjeros.
  • En 2023, el total de habitantes en España era de 48,6 millones. Y, de ellos, el 13,4%, 6,5 millones eran extranjeros; existiendo entre los extranjeros 880 mil marroquíes y 900 mil hispanoamericanos.
  • En 2023 el número de total inmigrantes llegados a la Unión Europea estaba de cerca de los 3,8 millones, no llegando al 10% los ilegales.

 Y de la mucha información que existe en los medios, contrastada con las vivencias y la experiencia de quien esto escribe, se pueden dar por ciertos los siguientes datos:

 

  • Actualmente, en la Unión Europea y también en el Reino Unido, millones de inmigrantes e hijos de estos, en su mayoría desempeñando trabajos poco cualificados y mal pagados, están perfectamente integrados en la sociedad, con frecuencia ocupan puestos acordes con sus capacidades y, a veces, muy  significativos en el mundo económico y  de la política.
  • En España, concretamente se puede afirmar que  los inmigrantes  procedentes de países hispanohablantes, y de otros de cultura judeocristiana, se integran pronto en la sociedad española y sus hijos son ya, en todos los sentidos, plenamente españoles.
  • Los inmigrantes de cultura islámica, en su mayoría, aunque  con mayor dificultad que los anteriores, también se integran en la sociedad europea y española, pero, entre ellos, como consecuencia de la intervención activa y la inversión de grandes cantidades de dinero por parte de los gobernantes de los países religiosamente más rigurosos, Arabia Saudita, e Irán, unida a la fuerza de grupos radicales que tratan de extender interpretaciones   fundamentalistas de su religión, ha aparecido un número indeterminado y ahora creciente, de fanáticos que miran con simpatía  la violencia, la usan, y cometen atentados, para conseguir sus objetivos.
  • La adaptación de los inmigrantes en la sociedad requiere de estos grandes esfuerzos, tenacidad personal y apoyo, ya familiar, ya de instituciones públicas o privadas, para incorporarse a la vida  social y laboral. Y, hay que recordarlo, en la inmigración de personas cualificadas, en algunos países, España es uno de ellos, los gobiernos imponen trabas, exclusivamente administrativas, al reconocimiento del valor jurídico de sus títulos académicos, que, sumándose a las de conseguir permisos de residencia y trabajo, dificultan y, en ciertos casos, llegan a frustrar su integración en la sociedad.
  • Tanto en la Unión Europea como en España, existe un número indeterminado y creciente, de inmigrantes y de ciudadanos nacidos de padres extranjeros, especialmente entre los de origen en países musulmán que, se consideran marginados y han renunciado a integrarse como miembros “normales” en la sociedad y se consideran parte de la nación de sus progenitores.
  • Todos los países de la Unión Europea, también en España, dedican gran cantidad de recursos económicos y sociales para apoyar a personas inmigrantes, incluidas las llegados ilegalmente, y sus familias; más a más, no pocos de ellos pueden vivir sin trabajar mediante el uso de ayudas públicas y privadas.
  • Un buen número de ciudadanos de la Unión Europea, sobre todo los de las clases más bajas de la sociedad europea, contemplan a los inmigrantes en sus lugares de residencia como un gran mal, y ello por cuanto perciben que aquellos no responden a su cultura, les arrebatan empleos y ayudas sociales, bajan el nivel salarial de sus trabajos, generan violencia y tratan de imponer, a todos, las costumbres de sus países de origen.
  • Los ataques del terrorismo yihadista en Europa, en gran parte cometidos por individuos de origen musulmán e incluso nacidos  en la  Unión Europea, aunque son menos que los que todos los días se producen en los países islámicos, están provocando, además de una intensa animadversión ciudadana frente a todo lo islámico, una gran inseguridad en las personas de origen musulmán y un retroceso en sus procesos de integración en la sociedad en que están asentadas, hasta no hace mucho tiempo, en paz y con tranquilidad.
  • Existen unos intensos flujos de miles y miles de migrantes con origen en los muy convulsos países, asolados por la guerra, la persecución política, la inseguridad de la vida o la pobreza, del Oriente Medio, el Magreb o el África Subsahariana, llegan, cuando no mueren en el mar, en embarcaciones sumamente precarias a las costas griegas, italianas  y españolas.  Concretamente, entre el 1 de enero de 2023 y el 15 de mayo de 2024, arribaron islas Canarias  56.410 inmigrantes ilegales y, es bien conocido que otros varios miles murieron en el mar por naufragios de las precarias embarcaciones en las que viajaban.
  • Y, es también bien sabido que la organización de estos flujos migratorios está en manos de mafias que cobran cantidades de entre 1000 y 6000 euros por persona para viajar, sin garantía de llegada, desde los puertos o playas de salida en Marruecos, Mauritania o el África  subsahariana,  hasta España.  Esto ocurre de la misma manera en los flujos procedentes de las costas sur del Mediterráneo y Oriente Medio hasta las playas griegas e italianas.
  • Los gobiernos de la Unión Europea están obligados a invertir grandes sumas de dinero a evitar la salida de emigrantes de sus países de origen, a la protección de los inmigrantes ilegales recién llegados y, sobre todo a la de los que ya viven en sus territorios.
  • Además de lo anterior, hay que recordar que en la Unión Europea no existe una política común sobre inmigración y la presencia de esa multitud de inmigrantes ilegales es un grave problema, sin solución por ahora, no solo para Italia, Grecia o España, también para Alemania, sino para toda la Unión.
  • Desde el punto de vista de los países emisores de emigrantes, tanto legales como ilegales, los pagos de estos o de sus familias a las mafias, los hacen para tener una vida mejor, suponen una doble y terrible pérdida: de la capacidad para generar riqueza por las personas de mayor fuerza e iniciativa, y  de dinero que podría ser invertido para generar empleo y bienestar en sus propios países. No obstante, las remesas que los emigrantes instalados en Europa envían a sus familias son muy importantes para estas y para los gobiernos de esos países; de alguna manera, apoyar la emigración es o puede ser  una inversión, aunque envenenada, rentable para las familias y para los estados.

Por otro lado, para añadir  problemas a los muchos enunciados anteriormente, en relación con la inmigración, es imprescindible  tener en cuenta que:

  • Europa está perdiendo población nativa, los europeos estamos envejeciendo, no tenemos hijos, necesitamos mano de obra para mantener la economía y cubrir las necesidades de millones de ancianos a los que “alguien”, habrán de ser inmigrantes, tendrá que mantener.
  • Los inmigrantes que llegan a Europa, no pocos bien formados, en su mayoría carecen de preparación para incorporarse a trabajos cualificados y hay que formarlos, pero una significativa proporción de ellos, especialmente los procedentes de culturas no judeocristianas, se resiste a aceptar los modos de vida europeo  y tienden a conservar hábitos propios de sus culturas que hacen casi imposible su integración efectiva  en sus nuevos lugares de residencia.
  • El Consejo y el  Parlamento Europeo han  aprobado, un Pacto de la UE sobre Migración y Asilo el 14 de mayo de 2024, cuyas medidas se espera sean efectivas en junio de 2026. El Pacto establece una serie de normas que servirán para gestionar las llegadas de manera ordenada; crear procedimientos eficientes y normalizados; y asegurar un reparto equitativo de la carga entre los Estados miembros.
  • No obstante, son muchas las organizaciones no gubernamentales y partidos de izquierdas a consideran un retroceso grave en el asilo que, en opinión de Amnistía Internacional, “provocará un mayor sufrimiento y pondrá a más personas en peligro de sufrir violaciones de derechos humanos en cada paso de su trayecto”. Y, por el contrario, no son pocos los partidos de derechas que consideran insuficientes, por blandas, las reformas previstas.
  • En algunos países europeos y, en España, sobre todo, en amplios sectores de la sociedad, existe la percepción, justificada o no, de que el actual gobierno social comunista, además perseguir a la religión católica, favorece intensamente la musulmana; y, se le acusa, además, de estar consiguiendo votos  mediante la masiva concesión de facilidades para conseguir la nacionalidad española a todo tipo de inmigrantes y ayudas excesivas a los ya instalados en España,  

Y, para incrementar las múltiples visiones y controversias sobre la inmigración, especialmente la que se refiere a personas de cultura no judeocristiana, se están extendiendo, impulsada por líderes, gobernantes incluso, anglosajones y del norte europeo, rusos también, cada día con mayor fuerza varias ideas, que de seguir avanzando pueden llegar a producir tremendos dramas humanos y costes económicos muy, muy importantes. Son las siguientes: 

  • La primera, muy celebrada en los medios de derechas nacionalistas, se puede resumir diciendo: “aquí solamente pueden instarse y vivir  personas que respeten y se integren en nuestra cultura, judeocristiana, y quienes quieran mantener la suya propia deben marcharse a sus propios países o quedarse en ellos.
  • La segunda: es inadmisible que en Europa se permitan, en aras al derecho de  libertad religiosa, el incremento del número de mezquitas y la protección de los creyentes, mientras en los países de religión islámica el cristianismo no está protegido e incluso es perseguido.
  • La tercera: es también inadmisible que los gobernantes de países fundamentalistas en lo religioso, Arabia Saudí e Irán, por ejemplo, aporten grandes sumas de dinero para potenciar la presencia del islam radical en Europa.
  • La cuarta: debería estar prohibido, para los musulmanes vivir en Europa; todos ellos como, a comienzos del siglo XVII, los moriscos en España, deberían ser expulsados.  

 Concluida esta presentación, no exhaustiva, sobre la situación actúa y la problemática l de la  emigración en Europa, surge ante nosotros una pregunta inevitable: qué podemos y queremos  hacer los europeos y los españoles ante este problema, tan grave ya, y peligroso hacia el futuro?

Pero esto queda para una tercera y última entrada, “Las soluciones”, sobre “La emigración y esas cosas”

Nota: la imagen que ilustra esta entrada esta tomada del Heraldo de Aragón, en Internet..



 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 23 de junio de 2024

1115. DE LA EMIGRACIÓN Y ESAS COSAS I

 


En los últimos meses, con motivo de las Elecciones al Parlamento Europeo, los medios de comunicación han situado la emigración como un tema importante para nuestra sociedad; y,  en el mismo tiempo, he tenido la inmensa fortuna  de ser cuidado, con eficiencia y gran humanidad por un grupo de mujeres, casi todas inmigrantes, a las que debo agradecimiento.

Ambos hechos me han obligado a tomar conciencia y reflexionar  sobre lo que es hoy la emigración y, ahora, a compartir algunas de las ideas que considero más relevantes de entre las muchísimas que tiene este poliédrico tema, vital para el futuro de nuestra sociedad.

El contenido “De  emigración y esas cosas”, se presenta en tres entradas consecutivas; esta, la primera, está dedicada a sintetizar los antecedentes; la segunda, a la situación actual; y,  la tercera, a las soluciones.

Y, sin más preámbulo entramos en los antecedentes.


PRIMERA PARTE: DE LOS ANTECEDENTES

El tema de la emigración, de las migraciones se dice ahora, quizá por su importancia política, tiene un tratamiento muy limitado  en los medios de comunicación de los países receptores  y casi siempre se reduce a noticias puntuales, relacionadas  con la inmigración ilegal, con tragedias en el mar, acciones controvertidas de las autoridades, problemas derivados de la integración, especialmente en el caso de los recién llegados, o delitos cometidos por extranjeros. Además, quizá de manera interesada, se evita, casi por completo, entrar en el coste, en dinero, dolor, trabajo y esfuerzo, que supone migrar y sobrevivir en tierra extraña, y en los múltiples dramas que acompañan a la emigración.

Sin embargo, la emigración no es un fenómeno nuevo; los movimientos migratorios han sido constantes e intensos desde que nuestros antepasados salieron de África, empujados por la necesidad  o, no lo creo, por  el simple deseo de cambiar de clima, para poblar el mundo.

Y, sin alejarnos demasiado del presente, recordemos que la actual América está poblada por  inmensas riadas de inmigrantes, sobre todo europeos, escapados del hambre, de persecuciones religiosas o políticas y, muchas veces, por el deseo de progreso o realización personal de quienes migran.

Así, multitud de españoles, ingleses, irlandeses, alemanes, italianos, y también africanos y asiáticos, de grado o por la fuerza, a lo largo de siglos y hasta el presente, han recorrido muchos miles de kilómetros para buscar y encontrar oportunidades en lugares en que vivir, progresar y, aún sin querer, hacer más prósperos a los países en que se han asentado.

Y, hasta hace muy poco tiempo, menos de cincuenta años, los europeos han, hemos, considerado normal salir de nuestros países y emigrar, mientras, por el contrario, para los americanos lo normal era recibir  y asimilar a  los emigrantes.

Más aún, actualmente, al igual que ha sucedido desde hace siglos, los países  más poderosos y pujantes atraen a los mejores talentos:  científicos, arquitectos, artistas y empresarios de todo el mundo, dejan sus países para instalarse, temporal o definitivamente, en lugares punteros de Estados Unidos o Europa. Y, del mismo modo, muchos profesionales cualificados y jóvenes muy bien formados también se mueven y migran hacia donde tienen mayores posibilidades, enriqueciendo a los que ya son ricos y dejando atrás a las sociedades en que han nacido. Evidentemente, los gobernantes de las naciones perjudicadas tratan, con poco éxito en general, de limitar este tipo de emigración, que, por el contrario, es  estimulado activamente  por los de las naciones beneficiadas.

Por otro lado, es muy, muy importante recordar que América es parte y está integradas en  lo que se denomina “cultura occidental judeocristiana” y, por ello, la integración de emigrantes europeos, miembros de la misma cultura, en la primera o segunda generación, estaba asegurada.  

Hoy, desde hace pocos años, porque el mundo ha cambiado, los flujos de las migraciones también han cambiado, los europeos, en lugar de emigrar, algunos muy cualificados todavía lo hacen, reciben oleadas de inmigrantes; y  los hispanoamericanos, contra lo que sucedía en el pasado, están emigrando; y, por otro lado, han aparecido nuevos y muy intensos flujos,  procedentes de Oriente Medio y de toda África, que añaden inmigrantes a los que ya instalados en Europa.

Volviendo ahora al comienzo de esta entrada, dejando al margen el caso, es similar, de los Estados Unidos con Hispanoamérica, nos centráremos en  los países y los ciudadanos de la actual Unión Europea. Europa, poco antes emisora de cantidades ingentes de emigrantes, durante  el último tercio del siglo XX, desde actitudes de  indiferencia, superioridad y, acaso, ninguna humanidad, aceptaron  y estimularon la inmigración masiva de millones de personas, y lo hicieron, sobre todo  para cubrir las necesidades de mano de obra que requería el pujante progreso de  sus economías y, en cifras no significativas, por humanidad y solidaridad  con las personas afectadas por la persecución política o conflictos bélicos.

Y ahora, ya en los años 20 el siglo XXI, Europa, toda Europa, y una gran parte de sus ciudadanos se encuentran ante un gran problema: la integración en la sociedad de los inmigrantes de primera y segunda generación, especialmente, los ajenos a la cultura judeocristiana, musulmanes en su inmensa mayoría.

El caso de los inmigrantes de origen musulmán es especialmente grave: con frecuencia residen juntos, en barrios marginales, auténticos guetos,  en los que rigen sus propias leyes y generan en su seno condiciones para que exista una gran cantidad de jóvenes inadaptados a la sociedad del país que cometen delitos contra las personas y los bienes de los ciudadanos “normales”.

Y, al mismo tiempo, las autoridades dedican  cantidades ingentes de dinero, dentro de la filosofía del estado el bienestar, a los inmigrantes, que “son pobres”

Además, tenemos un problema añadido:  la llegada, cada día, de miles y miles de nuevos inmigrantes que llegan ilegalmente, y, aunque muchos son enviados y retenidos  en “campos de concentración”  fuera de los límites de la Unión Europea, en su mayoría se añaden a los guetos y no pocos pululan, viviendo como pueden, siempre temiendo la expulsión, por los campos y ciudades de toda Europa.

Además, para clarificar lo anterior, es muy importante resaltar que, en los últimos años, en el mundo musulmán y entre los musulmanes que viven en Europa o llegan a ella, se ha desarrollado un poderoso fundamentalismo islámico que aspira a imponer, consiguiendo ser mayoría en la población, o por la fuerza de las armas, los atentados son la muestra, la Ley Islámica y terminar con la cultura judeocristiana.

Como es evidente, hoy en todos los países de Europa existe un clamor en contra del fundamentalismo islámico y también contra la inmigración en general, crece con fuerza  la xenofobia, y hace más dura la vida, ya difícil, de la población inmigrante.

Consecuencia del clamor social, la emigración se ha convertido en el problema político que más enfrenta a los partidos políticos y a los gobernantes de los distintos estados de la Unión Europea, y, sobre todo, en un problema social para el que, hoy por hoy, no existe solución, tiende a ser cada vez mayor y puede convertirse en una inmensa tragedia.

Y, por todo lo anterior, porque es obligado para todos cuantos amamos Europa y nuestra cultura judeocristiana, contribuir con nuestro pensamiento a la reflexión sobre el tema crucial que es la emigración en general y su futuro en Europa, como antes anunciamos, en sucesivas entradas presentaremos nuestras ideas sobre los aspectos de la situación actual que consideramos deberían ser tenidos en cuenta en el tratamiento y en la búsqueda de soluciones del problema y de la oportunidad, ¡también es un extraordinaria oportunidad!, de la emigración.

Nota: la imagen que ilustra esta entrada está tomada de ABC en Internet.



lunes, 17 de junio de 2024

1114. DEL “ESTAR AQUÍ ES POR ALGO”


Luego de casi cuatro meses, tras una difícil enfermedad que bien pudo haber sido fatal y de una dura convalecencia, prácticamente curado, he vuelto a casa dispuesto a vivir y aprovechar, agradecido, la vida que Dios, el destino o, quizá el simple azar, me ha concedido.

Y, por otro lado, debo decir que a largo del último año, en la conciencia de ser del todo prescindible, había madurado la decisión de poner punto final a la necesidad y el hábito de seguir escribiendo.

A lo largo de los últimos diez años, en diez libros publicados y en cientos de entradas en mi blog, ya había comunicado a mis hijos, a mis nietos, a todos los miembros hoy niños y jóvenes de mi gran familia y de las familias de mis muchos amigos, los conocimientos, las experiencias y, sobre todo, las creencias, de un abuelo que ha tenido la fortuna de vivir los inmensos cambios que se han producido, en España y en el mundo, en los cincuenta y seis años del siglo XX y casi veinticuatro del XXI en que he vivido,  por si pudieran serles de utilidad en la construcción de sus propias vidas. Y, por ello, era inconveniente y del todo innecesario, lo repito de nuevo, seguir escribiendo.

Sin embargo, mientras se cerraban las heridas de la operación, en las muchas y largas noches de insomnio, lleno de dolores, llamaba mil veces, buscando consuelo a mi padre, a mi mujer y a todos mis muertos, y ellos, lo sé bien, aunque siempre me respondían con silencios, fueron poniendo ante mis ojos y llenando mi pensamiento con esa idea, tan sabia y cristiana, de que la vida es, además de contingente y prestada, para algo, para que, para los demás, hagamos o sirvamos para algo.

Y, si ya lo he hecho todo, ¿qué hago?, me he preguntado una y otra vez hasta que la voz de Cristina, mi mujer, me regaló, con sus más claras palabras, la mejor de las respuestas: José Luis, no te atormentes y haz lo que tengas que hacer.

Y aquí estoy, a los dos días de volver a casa, de la mano de mis muertos, para quienes aún vivimos, estoy escribiendo.

 

Nota: a continuación, transcribo un microrrelato de 99 palabras que escribí hace muchos meses para un concurso que no ganó:

 

HACER LO QUE HAY QUE HACER

Aunque, desde niño, sé bien que es obligado hacer lo que hay que hacer, ahora, en la vejez, con menos fuerza, desgastado el ánimo, me veo inmerso en un mar de cansancio, agotado, y lleno de dudas sobre qué es hoy para mí, eso de hacer lo que hay que hacer.

Y, tumbado en el suelo, otra vez me he caído, sin poder levantarme, ahora, como una luz casi apagada, la sombra de mi propio fantasma susurra primero y grita luego: lo sabes, no hagas nada, estate quieto, el destino siempre te alcanza.

1113. ESCRITO A MANO PARA NO OLVIDAR


El día 27 de febrero, sin que estuviera en mis planes, ingresé, me ingresaron, en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, para tratarme de una muy peligrosa infección, una Gangrena de Fournier, que se había apoderado de mi cuerpo.

Afortunadamente, gracias a la pericia, fortaleza y buen hacer de una joven cirujana y del trabajo de un excelente equipo, casi un mes después del ingreso me dieron el alta hospitalaria y pasé a estar internado en una residencia con medios adecuados para tratar una larga y difícil convalecencia de la enfermedad, que ha durado hasta el día 15 de junio, fecha en que he conseguido volver a casa.

De los primeros días en la residencia tengo pocos recuerdos y muchos de ellos confundidos con otros de la estancia en el hospital; sin embargo, tengo buena conciencia de que en un momento de lucidez pensé que debía escribir unas  notas para no olvidar lo duro de la experiencia que estaba viviendo. Así, poco a poco conseguí reunir dieciséis  páginas, escritas a mano y deslavazadas, que contienen mi experiencia, o lo que me parece ha sido mi experiencia, en lo más duro del proceso de convalecencia  que he vivido en una residencia, entre el 22 de abril y el 11 del mes de mayo de 2024. y que ahora, 17 de junio, porque estoy mejor y ya en casa, he decidido publicarlas, todas juntas, reunidas en una sola entrada en el blog.

Y, sin más, con el deseo que esto sirva a alguien  para algo, paso a transcribir, ahora en el ordenador, las citadas páginas.

 

ESCRITO A MANO PARA NO OLVIDAR

Hoy, 25 de marzo de 2024, en el limbo que es sentirte en el comienzo de lo que, seguro, va a ser una muy  larga convalecencia, he pensado que me puede ayudar hacer que mi cabeza busque y mis manos escriban lo que creo que son los recuerdos y las vivencias de los muchos días que han pasado desde que el 27 de febrero ingresé en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, hasta el día 22 de marzo en que recibí el alta hospitalaria y ahora, en los días posteriores en el camino de la convalecencia que, ¿quién sabe de su éxito?, he comenzado a recorrer.

Son muchos días y son muchas las experiencias, tantas que, mezcladas en nudos imposibles, no puedo desenredar y observar, aisladas cada una, y comprender su realidad y su coherencia, o si son nada mezclada con ensueños. Por esto, me resisto a la crónica del día a día y, buscando, tropiezo de bruces con las grandes sensaciones.

Mis hijos me cuidan mucho y también mis hermanos, soy un hombre muy afortunado, Y, al pensar en ello recuerdo, con no poca vergüenza, las palabras de afecto que aparecen en el vídeo que me regalaron en mi 80 cumpleaños, hace unos pocos días.

Las palabras de mis compañeros, de mis hermanos, de mis hijos, inmerecidas, me han acompañado en las noches, eternas, llenas de dolor, del hospital.

Lo peor del todo han sido las noches, con la cama clavada en el cuerpo; los pies tropezando en el extremo, fríos del todo o calientes de fragua.

No, no era la soledad. Aunque estas solo en el dolor, no es cierto, están los tuyos, tus hijos, tus hermanos, que sufren contigo y hacen cuanto pueden para aliviarte.

He rezado mucho, el Ave María, sobre todo, que, rota muchas veces, he repetido, contada mal, con los dedos haciendo de cuentas del rosario.  Sí, ya sé que Dios nos ha dado todo lo que podía, quería o tenía que darnos, que eso de la “oración de petición” vale entre poco y nada para conseguir algo, pero vale entre mucho y todo para animar el alma.

Tengo ante mis ojos a la joven cirujana, se llama Laura, que, convenciendo a otra doctora, me pareció menos joven, para abrirme el escroto y vaciar la infección que me llevaba directo a la muerte. Y no tuve entonces, aunque lo había, percepción de riesgo, de peligro en realidad.

Pero, lo sé bien, soy prescindible y casi lamento no haber muerto, sin darme cuenta, en el sueño de la infección desbocada. Nacer y morir es duro, pero el cómo de la muerte me da miedo, me espanta. He rezado muchas veces el “Angelito de mi  Guardia”, el “Jesusito de mi vida”, el “Cuatro esquinas tiene mi cama”, el Padre Nuestro y rosarios y rosarios de Aves María.

No, no es como escuchar lo que me dicen mis hijos que vienen o hablan en el teléfono; no, las palabras amigas suenan lejanas, apenas tienen peso en el aire y resbalan antes de penetrar en el pensamiento. Cuando rezaba, cuando hoy todavía rezo, las palabras están limpias, claras son reales, y aunque no veo a los ángeles ni a la Virgen María, es como si estuvieran muy cerca.

A veces, no sé si muchas, he llamado a mi padre y a mi mujer. Sí, he sido un niño querido que ha compartido con muchos hermanos el amor de sus padres, pero quizá nadie en el mundo me ha querido como mi mujer. La he llamado, a ella y al abuelo Luis y al resto de los abuelos. No he llamado a mi madre, y creo que en mi cabeza tengo que “hacer las paces” con ella, no tengo dudas, sé que, aunque me cueste mucho, tengo que hacerlo.

¿Lo he dicho ya todo? ¿he dicho algo? Es muy difícil saberlo; cuando estas atrapado en un final de la vida todo lo que antes importaba se convierte en nada y lo que era baladí cobra lo que es su real importancia.

Es como lo simple que es perder el poder, me asombra haberlo tenido. El dolor es mayor que el poder, aunque sea en escalas distintas. Pero no tiene duda, olvidar también me avergüenza y sé que el poder, realmente, tiene un valor poco significativo.

Bajo el gris del cielo, los árboles inmóviles me llaman con un aparente silencio. Me ponen, me pongo, a prueba, sin propósito, como en un juego, los demás, generosos, para ayudarme a ser yo.

Es difícil estar sentado, el dolor que arrastro desde hace muchos días no cesa de molestarme, y, cuando no resisto y me tiendo en la cama es aún peor. ¿Un calmante? Quizá; quizá necesito calmar el dolor y descansar un rato. La noche ha sido larga, medio despierto, engañando las horas leyendo cualquier cosa, escuchando en la radio cosas que hoy en nada me importan.

Intento levantarme, me dejan solo para llegar a esta mesa, tiene que verme el doctor. Es por la herida, y cuando cure la herida estaré bien. ¡Qué bueno es sentir que no tienes cuerpo!

Ayer, en un desafío de niño pequeño perdí la sonrisa al darme cuenta de que era, que   soy, incapaz de levantarme de la silla sin usar las manos para apoyarme.

Un pájaro canta en la terraza de la habitación que, espero, nunca llegaré a considerar como “la mía”, y hasta puedo ver  árboles a través de la ventana.

Y, me doy cuenta de lo débil y perdido que estoy en los dolores agarrados al escroto y a la punta del pene, escribiendo naderías para, quizá, no volver a lo importante, al Ave María rota, al Angelito de la guarda, o al miedo a la forma en que llegará la muerte. Pero sí, a pesar de todo debo seguir escribiendo.

Poco a poco estoy recuperando la noción del tiempo. Hace cinco días, el viernes por la tarde salí del hospital y llegué a la residencia, lo he comprobado y, aunque a ratos me parece menos y a ratos más, son eso, cinco días.

Claro que en estos días he ido, me han llevado, mi hermana Blanca y mi hija Cristina, dos veces al hospital, he subido y bajado, con ayuda, de la habitación muchas veces  y las sillas o los sillones siempre están duros; y la cama también me hace daño.

Pienso poco, pero me acuerdo muchas veces de mi amigo Juan Ramón, que está dolorido por la quimioterapia y que tan buen ánimo mantiene a pesar de estar tan malito. También me acuerdo de Josemari y de Livinio que el año pasado  casi se murieron los dos. Y de mi padre, también un poco de mi madre, y de Cristina, ella, si pudiera discutiría con los ángeles para mantenerme como su propiedad.

Pero, sobre todo rezo, rezo el Ave María, y lo rezo muchas veces, me hace bien. Y entre las cuentas del rosario que son mis manos y mis dedos, están Mateo y Olivia, Cristinita, Mariana, Luisito, Coti y Pablo, mis nietos; y mis hijas, que son mujeres estupendas y merecen lo mejor.

El papel blanco atrae mi mano como un trozo de hierro es atraído por el imán. Y, no es, no son historias completas, son solamente ideas, atisbos sueltos, leves e inconsistentes, que pululan libres alrededor de mis pensamientos. Nada es sólido y lo es todo: el patio cubierto, las mesas y las sillas de mimbre ocupadas por hijas, hermanas, esposas, que acompañan a viejos más o menos desvalidos. Las ropas cuidadas de las visitas, el salir del aburrimiento que se lee en el rostro de un adolescente cuando sigue, hacia la puerta a su madre que sujeta y camina con su propio padre, y lo hace, se ve, con amor de hija.

Al fondo una luz, es de la máquina que vende agua y solo admite monedas; mis cinco euros de papel no son aquí medio de pago; y hay mujeres, vestidas de azul, que corretean, atentas, entre las viejas sentadas en el salón contiguo a esta terraza.

No sé si esta tarde vendrá alguno de mis hijos, esta mañana lo hizo Cristina; Victoria con sus niños; o Luis, si puede venir. Me gusta mucho que vengan a verme, pero entiendo muy bien que es  complicado para ellos y, muchas veces es mejor que no vengan.

Miro la hora, son las 18:40, temprano o muy tarde, no lo sé; es independiente de lo que dice el reloj.

Esta página está llena de ideas poco conexas; y, ¡qué curioso!, siento que sería capaz, aunque no ahora, de convertirla en un relato coherente y articulado en un tiempo no muy largo y que, es posible, podría llegar a ser, por ejemplo, expresión de lo que es, ha sido, el muy duro “quinto día” desde que salí del hospital.

Hoy es Viernes Santo, en televisión hay muchas imágenes de procesiones que han salido y de otras que se han cancelado por la lluvia. Me gusta el Viernes Santo, y me gustaba cuando era joven y comenzaban a celebrarse las procesiones en Torrelodones. Fue mérito de Agapito, un hombre bueno, con mucha iniciativa que supo apoyarse en la gente de un pueblo desarrapado que no tenía nada, ni siquiera conciencia de ser un pueblo.

Vienen a mi memoria recuerdos del todo perdidos. Pedro el usurero, sentado junto a la báscula en que pesaba el grano y, yo no lo sabía, hacía dinero; y la iniciativa de José Luis con sus bicicletas, no había coches, y el panadero, y los gritos del hermano de Teodoro Domingo

No pensaba que el bolígrafo se podía deslizar, casi sin esfuerzo, por más allá de caminos enterrados hace cincuenta, sesenta o setenta años. ¿Qué fue de Serra?, no recuerdo su nombre de pila, quizá cincuenta, sesenta o setenta años. ¿Qué fue de Serra?, no recuerdo su nombre de pila, quizá quería ser un intelectual y, por eso, leía poesía o nos hacía sentir el olor de las tardes lluviosas del comienzo del otoño; y, ni siquiera recuerdo dónde vivía, ni los años que tenía, ¿seis, cinco, más que yo?

Escribir en la residencia, estando tan malito, es como escribir un diario como el que llevé, de niño y de joven, tantos años, y quemé porque, de repente, descubrí que aportaba nada; solo tenía hechos, y los hechos, siendo todo, son nada. Y estas hojas valen tan poco como el diario, pero ahora, porque no tienen hechos, son pedazos de vida unidos por las líneas que he trazado con la mano que uso, después de muchos años, para escribir.

Es extraño, hasta ayer por la tarde no lo había pensado, pero me parece, tengo la sensación de que no voy a superar la enfermedad, que en cualquier momento la infección volverá a instalarse en alguna parte de mi cuerpo y, como en un caldero de fuego, las bacterias saltarán y saltarán comiéndose todos los tejidos sanos hasta que no quede nada.

Y, lo cierto es que cuando, en mi cansancio, lo pienso, solo se me ocurre rezar el Ave María y pensar  en tumbarme en la cama, muy quieto, para sentir menos el dolor.

Tengo pendientes varias llamadas de teléfono, no se cuántas, pero me siento incapaz de mantener una conversación  mínimamente coherente, con una voz razonable y no como si saliera del abismo.

En realidad, estoy mal y aunque pueda mejorar no creo que pueda volver a ser lo que era.

 Me alegra haber dejado terminado el último libro, Reflexiones y recuerdos, el final, solo falta añadir o quitar unas páginas para la publicación de la obra. Y cuando esté, si llego a estarlo, un poco mejor, regalaré el libro a los hijos, a los hermanos, a los amigos. Los pequeños garabatos, letras quizá ilegibles, han llenado esta hoja en la que he descubierto que estoy, que sigo estando, muy malito y que es muy posible  que no me pueda recuperar nunca, que sea ya, para siempre, un viejo dependiente y  vivo a pesar de prescindible.

Una de las cosas que me han sorprendido en este nuevo “estar malito”, es la pérdida del sentido de  la empatía, incluso casi he perdido la palabra. los demás dejan de existir, solo te importas tú, tus dolores, tus temores, tus cansancios o tus ningunas ilusiones, incluso cuando rezas lo haces por nadie o por ti, los demás no importan.

Y me parece terrible, hay a mi alrededor otras muchas personas que sufren, cada una a su modo, más, mucho más de lo que pueda sufrir yo, aunque no sea eso ningún consuelo.

Ayer me sorprendí mirando a los viejos, muy serios, sentados en silencio, esperando la cena. ¿Qué pasados guardan sus memorias? Y veo muchas visitas a residentes, jóvenes, mayores, hijos, hermanos, nietos, A veces se ve el cariño que late en las expresiones de los rostros; a veces trasladan cansancio, mucho cansancio. Y luego las soledades. Sí, hay muchas soledades a mi alrededor, pero no puedo, no quiero, ser parte de los escenarios vividos o soñados por mi o por los “compañeros”, aquí todos se dicen “compañeros” y, a mí me repugna la palabra porque supone renunciar al propio nombre.

Es extraño y es normal, poco a poco mi espíritu crítico o mi capacidad para empatizar, o al menos, entender a los demás, vuelve a estar de alguna manera presente ante mis ojos y entre mis manos.

Cada vez más me pregunto, cuando miro a los viejos que me acompañan, ¿qué piensas mientras esperas? Y, ¿de verdad, de verdad, esperas algo? Sí, pienso que esperar es una paradita que anuncia la llegada de la muerte.

Ya tengo mi ordenador sobre la mesa. Victoria lo ha puesto en marcha y tengo acceso a cualquier cosa. Y, pero siento que aún no estoy preparado para dejar que sea la mano quién articule los pensamientos.

Ha venido Eduardo a verme, y lo he agradecido. Es increíble como extiende el tiempo este hombre, siempre haciendo, haciendo y pescando, convencido, que obra por la mano del Señor; algunas veces me pegunto si tanta fe es un regalo de Dios o puro fanatismo. Pero, aunque fuera fanatismo solo hace el bien, solo bien, y nunca  salen de su boca ni de sus manos males para los demás.

Y pienso en avanzar en el cuento, parado, de mis nietos, y en las mil historias que imagino me rodean escondidas en los silencios de todas las viejas, los viejos, que fueron hace nada jóvenes y esperan la muerte sentados, solos, en sillones pareados sí, y separados también, por muchos dolores y mayores soledades y silencios.

Ser prescindible es una tranquilidad y es también ahora una carga para uno mismo y pronto para los demás.

Pero todos tenemos nuestro vía crucis, y el ajeno nos parece mejor que el nuestro, Pero, ya sabes, José Luis, y es verdad, que la felicidad está en vivir el camino entre el día que naces y el que mueres.

Una oleada, mejor dicho, continuadas oleadas de calor me suben por el cuerpo  para llegarme a la cabeza. ¿Tengo, voy a tener fiebre?

Tal y como van las cosas mi mayor temor es la infección anónima, esa que casi me lleva hace unas semanas, de la que se sabe dónde y qué la producía, pero no el por qué de su aparición.  Y si la fiebre sube y la infección me agarra … no es que me importe morir, es lo natural. Dios te salve María, bendito sea tu nombre, y la fiebre hace, me parece, que no sientes nada, solo calor y calor…no lo se. ¿Vendrá Cristina o mi padre a buscarme? ¿Mi madre quizá?

Me han llamado para que participe en un acto con escritores de Torrelodones. No puedo ir seguro, es en este mes, pero enviaré unos cuantos de mis libros para que la gente los vea; la verdad es que no me importa en demasía y en casa hay ejemplares de algunos títulos que puedo regalar a la biblioteca, Reflexiones y recuerdos, Por amor y desamor, Papeles de mi padre, Viaje a Marruecos, Julia, Margaritas y Retorno a lo imposible; y me alegra haber terminado “el final”, porque es muy difícil que llegue a escribir y, menos todavía, a publicar, otro libro.

¿Desvarío? Sí, no sé si tengo fiebre, pero el calor me consume y no me importa.

Sí, el miedo se ha convertido en una capa ceñida a mi cuerpo. Ayer me atacó la fiebre, fue subiendo, y subiendo, creo que casi llegó a 40º y estuvieron a punto de llevarme al hospital.

Y pase mucho, mucho miedo, ¡mira que si tengo otra gran infección! Y recé mucho, no para quitarme la infección, sino para estar, si es posible, más cerca de Dios. Dios nos lo dio todo, no nos pudo dar más y no nos puede dar más ahora de lo que ya nos dio. Tenemos, tengo la vida, que es todo, aunque en la vida también hay, es, dolor.

Nunca sabré, nunca sabremos por qué el mundo es como es, nunca sabremos si podría ser mejor o ser peor, es imposible valorar. Ya se mi conclusión, siempre la misma desde que la descubrí: todo tiene consecuencias imposibles de prever, unas para mal de alguien y otras para bien de otro, incluso, para todos, al mismo, tiempo, para bien y para mal mezclados.

El mundo, la residencia, que es ahora el mío, me parece terrible: viejos, viejas sobre todo, aparcados, esperando la muerte. Día a día pienso en la lógica de la eutanasia, ¿ser, vivir como un vegetal? ¿Costar dinero, afecto y, ¿quién sabe?, qué más.

Me gustaría poder explicar como es ese espacio, lo he descubierto, que existe entre mi cuerpo y el manto que es mi yo.

Y pienso en lo que somos o queremos ser y no somos, sin que sea necesario, al tratar a las personas que nos cuidan y protegen porque sí, y hay, es obligado, agradecer.

El dolor ajeno es apenas una palabra, y las lágrimas de los demás solo son agua. Estas dos frases me atormentan por su absoluta realidad, terrible sin ninguna duda.

Creo que yo jamás hubiera podido ser un mártir de ninguna fe, ni un guardián de secretos ante un torturador, ni el protector de nadie ante un peligro que supusiera vencer al dolor.

Y, en eso estoy, en el dolor agarrado a mis partes, en realidad al escroto, y al cuerpo todo que parece está al servicio de ese dolor.

Aquí, no se la razón, como en otras partes, se resisten a apagar el dolor, te dan un pequeño calmante y guardan el que sería suficiente para cuando lo que te duele sea más de lo que esa droga puede apagar

Cristina, lo recuerdo bien, se resistía a la morfina, quizá porque le anulaba  un poco, quizá mucho, su capacidad para pensar solo pedía “un rescate” cuando le dolía mucho; y tenía siempre puesto un parche  que atenuaba la mayor parte de la carga del dolor.

Dentro de un ratito vendrán a verme mis hermanos o quizá, mis hijos. Me gusta mucho que vengan y sentir su cariño, pero no quiero que estén aquí mucho rato, es mejor que gasten su tiempo con los niños, juntos, eso es lo que pasados los años construye las familias.

Y ahora, sigue el dolor, y, ¿qué hago? ¿llorar?  

Han pasado 49 años desde el lunes 7 de abril de 1974, el día que nació mi hijo Luis.

Y, salvo el niño y yo, su padre, el resto de las personas que compartieron la alegría de ese día  ya no están. Cristina, la joven madre a la que tanto gustó el niño, moreno y peludo, que era su hijo; mi madre y mi suegra, mi suegro y mi padre, eran buenas gentes.

Dice Gonzalo, mi hermano ya, que escriba lo que siento y lo que veo en los restos de lo que he  pasado y la  convalecencia; el miedo, la esperanza, el dolor, la soledad; soledad no he sentido, estoy rodeado de mi familia y de muchos amigos, casi no sé cuántos y no entiendo del todo las razones por las que existe ese aprecio. 

Mis alumnos, creo, en general estaban contentos conmigo como profesor, pero ahora me parece que era más por talante que por los contenidos de las materias que impartía. Quizá porque ofrecía ideas sobre un mapa lleno de obviedades que aporta nada y siempre me sorprende, para mal, cuando tropiezo con ellas.

Pero, me desvío. Dentro de un ratito, ya, iré a la calle, ¡tengo que resistir! A celebrar el cumpleaños de Luis, 49, espero que el 50 sea mejor. Bien, ya está, el 7 de abril de 2024, recordando aquel otro 7 de abril de 1975.

Las pequeñas cosas alegran y, a veces, también, oscurecen el corazón.

Esta mañana he ido al hospital y, contra lo que me decía el cuerpo, no estoy mejor; las heridas han empeorado, en esta semana, en lugar de progresar, han retrocedido.

Se que es normal, pero es el miedo que retorna, el temor al hospital, el pánico a las noches. La espera del día en que no pase nada; el tiempo de y sin esperanza.

El dolor me acompaña día y noche, no se apaga nunca, es compañía fiel. ¡No puedes quejarte? Sí, me quejo y me dan algo así como nolotil, que me calma un rato y, a veces, duermo.

Quizá estoy viviendo un tiempo de convalecencia, un tiempo que, pasados los días, las semanas o los meses, estará en el olvido. O no, acaso ha venido para quedarse en mi compañía. Ya sabes, el dolor ajeno es una palabra y las lágrimas de los demás, agua.

No creo que estas páginas de convalecencia sirvan para algo. Incluso dudo que valga la pena volver sobre ellas y releerlas.

Me parece que todo es un gran nudo que, ni cortado dejaría de sujetar el principio básico de la vida que es sobrevivir. La salud es lo que te sujeta a la vida, y ahora, en esta convalecencia, ¿terrible?, la estoy viviendo, y es como es.

Nueve de abril, tiene razón mi amigo Juan Ramón, al decirme que ponga fecha a lo que escribo. Y mi hermana Concha al recordarme que tengo que escribir.

Me han dicho que por las noches me dan algo para dormir, y pienso que o no es cierto o es muy poco, porque duermo poco a deshoras, las noches entre nada y algunas letras del e-book.

Rezo el Ave María y de cuando en cuando tengo que pararme porque no se seguir. Es curioso, ¿será deterioro cognitivo o, simplemente, falta de atención? Juan Ramón está con la quimioterapia a punto de hacer efecto, mañana estará peor y pasado ya veremos. Y, me pregunto ¿vale la pena lo que está pasando para conseguir algo, si consigue algo?

Y yo, ¿Será esto simple convalecencia? ¿Es el preludio de algo peor? Y sea lo que sea, he de resistir.

No, no tengo que prolongar mi vida artificialmente, pero tampoco puedo dejar de vivir lo que haya de vivir. La mayor enseñanza es el ejemplo, y, porque creo que  deber y responsabilidad no son palabras vacías, he de cargar para dar ejemplo: cuando tengan días difíciles se acordarán del abuelo y si el ejemplo del abuelo es resistir, será para ellos más fácil hacerlo; pero si el abuelo se deja morir ellos le seguirán sin dudarlo un momento. Sí, hay que respetar las leyes de la vida, el rio dorado que baja agitando su fuego y lanzando gotas de vida alrededor del cauce.

 

NOTA

En el momento en que se publica esta entrada, 17 de junio de 2024, el proceso de curación ha terminado, y salvo acontecimientos imprevistos, el relato de mi enfermedad queda cerrado.