lunes, 17 de junio de 2024

1114. DEL “ESTAR AQUÍ ES POR ALGO”


Luego de casi cuatro meses, tras una difícil enfermedad que bien pudo haber sido fatal y de una dura convalecencia, prácticamente curado, he vuelto a casa dispuesto a vivir y aprovechar, agradecido, la vida que Dios, el destino o, quizá el simple azar, me ha concedido.

Y, por otro lado, debo decir que a largo del último año, en la conciencia de ser del todo prescindible, había madurado la decisión de poner punto final a la necesidad y el hábito de seguir escribiendo.

A lo largo de los últimos diez años, en diez libros publicados y en cientos de entradas en mi blog, ya había comunicado a mis hijos, a mis nietos, a todos los miembros hoy niños y jóvenes de mi gran familia y de las familias de mis muchos amigos, los conocimientos, las experiencias y, sobre todo, las creencias, de un abuelo que ha tenido la fortuna de vivir los inmensos cambios que se han producido, en España y en el mundo, en los cincuenta y seis años del siglo XX y casi veinticuatro del XXI en que he vivido,  por si pudieran serles de utilidad en la construcción de sus propias vidas. Y, por ello, era inconveniente y del todo innecesario, lo repito de nuevo, seguir escribiendo.

Sin embargo, mientras se cerraban las heridas de la operación, en las muchas y largas noches de insomnio, lleno de dolores, llamaba mil veces, buscando consuelo a mi padre, a mi mujer y a todos mis muertos, y ellos, lo sé bien, aunque siempre me respondían con silencios, fueron poniendo ante mis ojos y llenando mi pensamiento con esa idea, tan sabia y cristiana, de que la vida es, además de contingente y prestada, para algo, para que, para los demás, hagamos o sirvamos para algo.

Y, si ya lo he hecho todo, ¿qué hago?, me he preguntado una y otra vez hasta que la voz de Cristina, mi mujer, me regaló, con sus más claras palabras, la mejor de las respuestas: José Luis, no te atormentes y haz lo que tengas que hacer.

Y aquí estoy, a los dos días de volver a casa, de la mano de mis muertos, para quienes aún vivimos, estoy escribiendo.

 

Nota: a continuación, transcribo un microrrelato de 99 palabras que escribí hace muchos meses para un concurso que no ganó:

 

HACER LO QUE HAY QUE HACER

Aunque, desde niño, sé bien que es obligado hacer lo que hay que hacer, ahora, en la vejez, con menos fuerza, desgastado el ánimo, me veo inmerso en un mar de cansancio, agotado, y lleno de dudas sobre qué es hoy para mí, eso de hacer lo que hay que hacer.

Y, tumbado en el suelo, otra vez me he caído, sin poder levantarme, ahora, como una luz casi apagada, la sombra de mi propio fantasma susurra primero y grita luego: lo sabes, no hagas nada, estate quieto, el destino siempre te alcanza.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ánimo, si estamos aquí es porque tenemos alguna función, aunque solo sea dar ejemplo

Anónimo dijo...

Así es la vida y solo así, se la hemos contado

Anónimo dijo...

Jose Luis no sabes como nos alegramos de que ya estes en casa.
Si sigues con nosotros es porque Dios quiere darnos una alegria a los que te queremos. Un abrazo muy fuerte.

Anónimo dijo...

José Luis, como ya te he dicho en otras ocasiones, tienes una función en la vida que aún no ha terminado… Dios sabe más