De los cientos de fotografías,
vídeos y documentos de todo tipo que, en estos tiempos de abrumadora
información, llegan a mi computadora, luego de echarles una mirada, descarto la
mayoría y algunos, muy pocos, porque tienen algún valor los reenvío a los amigos que,
en mi opinión, pueden estar interesados en sus contenidos.
Sin embargo, hoy he recibido un texto en el que se explica algo realmente importante, que no había pensado, y considero que es mi obligación comentarlo y difundirlo.
La autora de esta impresionante
reflexión es la historiadora y filósofa, judía alemana, Hannah
Arendt (14 de octubre de 1906 – 4 de diciembre de 1975, y dice así:
“Mentir constantemente no tiene como objetivo
hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que nadie crea en nada.
Un pueblo que ya no puede distinguir
entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal.
Y un pueblo así, privado del poder
de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al
poder de la mentira.
Con gente así puedes hacer lo que
quieras”
En una primera lectura, aunque el
texto parece obvio, tiene algo que obliga a releerlo varias veces y pensar en
el complejísimo proceso que describe, con la mentira, la destrucción de la
verdad y la sumisión al mal.
Y lo que entiendo de mayor importancia
es que el reino del mal avanza primero mediante
la conversión individual, y solo se hace
global cuando la suma de los individuos que no distinguen la verdad y la
mentira, el bien y el mal, es una mayoría en la sociedad.
Los mentirosos, promotores del mal,
lo saben, Stalin explicaba el "darás falso testimonio" como regla de comportamiento para todos los miembros
del partido bolchevique, persiguen sin
tregua a sus mayores enemigos, los individuos que piensan buscan y mantienen la
verdad; los individuos que no piensan, ya por miedo o pan y circo, con
suficientes mentiras se sumergen enseguida en la incredulidad.
Y, de ahí, la tremenda responsabilidad
que tenemos las personas, una a una, de defender y extender la verdad, el bien,
y no dejarnos corromper con la mentira, que es, sin lugar a ninguna duda, el
mal.
Corolario de todo lo anterior, es que a la vista de cuantas mentiras repetidas millones de veces en el mundo en general y en nuestro país en particular, es muy probable que nuestra sociedad esté muy próxima a no poder distinguir entre la verdad y la mentira, el bien y el mal; y que los gobernantes mentirosos puedan hacer, sin oposición ni límite alguno, lo que quieran, y siempre el mal.
Aunque, también es obligado tener
muy presente que, porque es responsabilidad individual, quienes creemos en el
bien y detestamos el mal, hemos de luchar, y luchar sin desmayo hasta vencer,
con la verdad, al Gran Mal.
Nota: la imagen de Hannah Arendt que ilustra esta entrada está tomada de un largo artículo sobre ella, que es recomendable leer, en Wikipedia.
2 comentarios:
Es una grande en intetpretar nuestro mundo pasando por una vida durísima
Hay que propagarla!
Tu articulo es excelente. Un abrazo Antonio
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