Pues mira, Kamala Harris, el equivalente
norteamericano de la ínclita española Irene Montero, para lloriqueado asombro
de los progresistas españoles, no ha sido elegida para ser presidente de los Estados
Unidos y Donald Trump volverá a la Casa Blanca.
Y, la verdad, del señor Trump no me gustan nada las
formas que tiene y, menos todavía, algunas de las ideas que, seguro, porque cumple lo que promete, llevará a
la práctica.
En mi opinión, carece de relevancia lo
mucho o lo poco que me guste, que nos guste a los españoles, a los europeos, el
nuevo presidente norteamericano. Lo que, por el contrario, es importante pensar muy bien,
¡ya deberíamos tenerlo pensado!, cómo vamos a actuar para evitar los problemas
que se anuncian y, acaso, aprovechar alguna de las oportunidades que, dentro de
esos mismos problemas, pueden aparecer para nosotros.
Y, todo ello, hay que tenerlo muy presente, sabiendo
que los anglos tradicionalmente has sido nuestros mayores enemigos y ahora mismo, aunque lo pueda parecer, siendo aliados y pudiendo colaborar con ellos, no son nuestros amigos.
Los norteamericanos quieren, y lo tienen muy claro,
vivir mejor y no peor que hace algunos años. Y, porque los demócratas, muy ocupados
en construir e impulsar irenewokeladas, lo han olvidado, han votado al señor
Trump, que, con sus muchas cosas detestables, ofrece un camino que les parece bueno para
conseguirlo.
Y el señor
Trump va a luchar, hasta la muerte, por la prosperidad de sus compatriotas, sin
que le importen, lo tiene clarísimo, los daños, muchos, que pueda hacer a los
demás.
Por ello, creo que lo que deberíamos, tendríamos, que
hacer los europeos, los ¿líderes? europeos, es, por la cuenta que nos tiene, dejar
de llorar y hacer exactamente lo mismo que el señor Trump, solo que mejor.
Nota: Y, mientras tanto, viendo lo que estoy viendo en
la gestión de la tragedia que ha dejado la gota fría, me viene una y otra vez a la
cabeza y desearía aplicarlo, no lo hago, a los políticos que hoy están mandando en España, el peor insulto, los
incluía todos, que hace sesenta o
setenta años, podía hacer o recibir, un niño, era: “nenaza, eres un nenaza,
más que nenaza”.
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