lunes, 25 de noviembre de 2024

1162. DON NARCISO DIJO WOOF, BOW WOW, RUFF. UN JUGUETE EN TRES ESCENAS (I)

 

PRIMERA ESCENA

 

Encerrado con los suyos, Ña su enamorada, las  tres arpías, Tula, Miocardia y Maldad; Juco, el fullero bien peinado; Casca, el antes digno  juez; y Judas, su casi amigo; salteadores todos; en el mugriento contubernio escondido en los jardines de Palacio, don Narciso, el capo, se mira en la luna, el espejo de plata, su mejor convoluto, y respira; se reconoce, es bello, es el más hermoso; se mueve elegante y ladra: woof, bow wow, ruff; los demás se miran y lo admiran, no lo entienden. Don Narciso lo comprende, son incultos, y repite, ahora más claro: guau, guau, guau, guau, guau.

Juco, el fullero, por no  molestar, despeinado, mira de reojo al capo y, cauteloso habla: me permites don Narciso, ¡qué bien lo dices mi capo!, son troleros que van a por ti, y, de paso, si no corremos, nos corren.

Tula, la arpía alta y más rubia, salta, toma aire, e indignada, grita: ‘que qui e ren qui, qui, tar, tarnos el pu esto, y, y, la pasta!

La otra arpía, Miocardia, la morena, curandera y salada, muy seria, objeta: que no “queridita”, que yo soy la que consigue y tiene bien guardados los dineros, eso que tu llamas la pasta.

Casca, el juez antes digno  se mueve en la silla, y, mirando el reloj, se queda muy quieto: ¡voy a llegar tarde a mi cita! ¡Ah, si yo fuera el capo, es tan guapo!

Judas, serio y callado, piensa que va siendo hora, ¡es cosa de precio!, de llamarse  Pepero o Lisardo.

La bruja fea, la más arpía, se hace invisible, se sube en la escoba, ¡cómo vuela!, llega al techo, da un paseo, recita venenos, lucubrando maldades, sí, sí, no, no, no, sí, sí, ennegrece la boca y, mirando al capo, ¡qué bello!, calla y espera.

Ña, la enamorada, se mueve, ¡lista y sinuosa!, se acerca a don Narciso y, muy bajito, al oído, le reza: ¡qué bien ladras mi amor, y, ver qué haces corazón, ya sabes que cuido la bolsa, llevo las cuentas, soy insaciable, agarro  todo y lo guardo para los dos!

Woof, bow wow, ruff, ¡trump, trump!, woof, bow wow, ruff, ladra don Narciso, y, al ver los rostros de los suyos, ¡no saben inglés!, rectifica y continúa: Guau, guau, guau, guau, guau, ¡triunfo, triunfo!, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau, ¡triunfo, triunfo!, guau, guau.

¡Qué listo eres don Narciso, eres el más listo don Narciso, eres un dios!, cantan las tres arpías al unísono.

¡Si se muriera la Ña sería mío!, sonriendo, piensa el Casca sin pudor.

¡Menos mal que lo ha dicho, si me descuido un poco me caza el muy felón!, piensa el Judas y, sonriendo añade: ¡Don Narciso, a por ellos, mí señor!

¡Me pongo a la labor, mi capo!, salta el Juco, sin querer ya se ha peinado de primor.

¡Así me gusta mi amor, eres mi Narciso, por eso te elegí yo!, llora y ríe de alegría la dulce Ña.

El capo, con gesto displicente, señala la puerta y todos salen, sin excepción.

Ya solo, don Narciso se vuelve a la luna, el espejo  de plata, ensaya un gesto y con orgullo y valor, se dice: qué guapo soy, volvamos a Palacio, en un ratito me pongo un traje limpio, salgo y digo la verdad o miento, con la gente da lo mismo, en mí televisión.

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