sábado, 2 de diciembre de 2023

1002. COSAS DE VIEJO: DEL DOCTOR SÁNCHEZ, DE LAS LEYES, DE LA AMNISTÍA Y DE LA VENGANZA


Hoy, después de los casi 4000 años que han pasado desde que Hammurabi, con su Código, pusiera fin a la antigua forma de hacer justicia que es la venganza, la mayor parte de los habitantes de este mundo nuestro creemos y aceptamos que quien comete un delito debe ser sancionado por las leyes y cumplir la sentencia que, por lo que ha hecho, le hayan impuesto los jueces.  

Y, todos aceptamos también que, aunque el delito nos haya causado el mayor dolor, el castigo no nos corresponde y, en nuestra sociedad y en nuestra conciencia, no cabe la venganza.

Evidentemente, esta convicción social está soportada en la existencia de leyes justas que todos, todos, los ciudadanos y especialmente quienes tienen el poder, están obligados a cumplir.

Sin embargo, porque la vida es como es y porque a veces, muy pocas,  la  aplicación estricta de la justicia puede ser excesiva, existen dos excepciones y que, para su aplicación útil, requieren un amplio  consenso social: el indulto, que es el perdón, total o parcial, que se concede a un delincuente en función de la existencia de especiales circunstancias, por ejemplo el caso de una persona muy arrepentida de sus delitos y  enferma grave; o la amnistía, que es “el borrado” de los delitos cometidos en un periodo concreto por muchas personas y cuya persecución puede ser un grave impedimento para la pacífica convivencia en la sociedad, como sería el caso de una amnistía al  final de una guerra civil.

Claro está que tanto el indulto como la amnistía encierran al menos dos grandes peligros, el primero la reaparición de la venganza como medio para obtener justicia, y el segundo, la demanda social de la reimplantación de la pena de muerte.  Y, dejando de lado el primero por muy obvio, nos centraremos en el segundo, la máxima pena.

Aunque en general en occidente y en España en concreto, la pena de muerte nos parece un tremendo disparate, hoy, ahora, está vigente en 89 países del mundo, entre otros, los Estados Unidos de Norteamérica, China, India, Rusia, Brasil, Chile, Egipto, Marruecos, Argelia y Túnez.

Las razones por las que existe y se mantiene la máxima pena son múltiples y, aunque todas, desde nuestra perspectiva cultural son insuficientes para justificar su existencia, algunas de ellas son tan fuertes que, en situaciones excepcionales, alguna sociedad concreta demanda su existencia y su aplicación, veremos varios casos concretos.

Imaginemos que no existe la pena de muerte y una banda o grupo terrorista que, para conseguir sus objetivos, asesina a cientos y hasta miles de personas; en este caso la sociedad responde aplicando duras penas de prisión a los terroristas que son perseguidos por la policía y sentenciados por los jueces. Con ello se logra que las víctimas del terrorismo y la sociedad en general, a pesar de su gran dolor, acepten las sentencias y se conformen sabiendo que quienes han asesinado lo están pagando durante muchos años en prisión.

O, la conformidad de la sociedad con el encarcelamiento por largos años, incluso de por vida, del violador y asesino de múltiples mujeres y niños.

O, la tranquilidad que es para los ciudadanos saber que es muy difícil que alguien cometa un delito de malversación, de sedición o de rebelión, porque si lo comete va a pasarse, seguro, bastantes años en prisión.

Pues bien, si los terroristas, los violadores asesinos,  los malversadores de fondos públicos o los sediciosos, por voluntad de quien en el Estado tiene el poder de hacerlo, son indultados o amnistiados y quedan libres antes de cumplir su condena, la sociedad, las víctimas, demandarán, para que esto no se repita en el futuro, que el castigo no pueda ser revocado, y lo único no se puede revocar es la muerte, la pena de muerte y, eso sin contar que los  terroristas y asesinos amnistiados pueden ser asesinados por sus víctimas, que, también, en el futuro serán amnistiadas.

Y, dicho todo lo anterior, es momento de pensar en las terribles consecuencias que la aprobación por las Cortes, pese a ser, por muchos motivos inconstitucional, de la ley de amnistía, pactada por el doctor Sánchez con los golpistas catalanes, incluidos terroristas, y, más aún, la posible aplicación de esa ley, o de otra que la complemente, a asesinos de ETA, puede conllevar tres efectos terribles: la venganza de las víctimas y la vida horrorizada de muchos amnistiados ante la posibilidad de convertirse ellos también en víctimas; una cadena de amnistías para salvar de sus penas a quienes se han vengado; y, esta es acaso la peor, la exigencia social de la pena de muerte para que los delincuentes no puedan ser amnistiados.

No cabe ninguna duda, si se aprueba la ley de amnistía del doctor Sánchez, además de terrible para todos, quienes se beneficien de ella y quienes la hayan pactado corren el inmenso riesgo de perder sus vidas y que quienes se las hayan arrebatado, en no mucho tiempo, sean amnistiados.

En consecuencia, por ello, y por el bien del propio doctor Sánchez, el de los golpistas catalanes, el de los asesinos terroristas y el de todos nosotros, pido a Dios que no se pruebe el horror que pueden ser, y serán, las consecuencias de la ley de amnistía.

 

Nota: la imagen que ilustra esta entrada está tomada de Vikcionario, el diccionario libre, en Internet.




viernes, 1 de diciembre de 2023

2001. COSAS DE VIEJO: DEL SER DIOS

 

Es verdad, hasta hace unos días pensaba que el doctor Sánchez estaba quebrando el orden constitucional con el único propósito de derribar la monarquía y convertirse en Presidente Vitalicio de la III República Española, pero hoy, tengo que reconocerlo, aunque meses atrás fuera así, estaba equivocado, los hechos no me han dado la razón, y empiezo a creer que al demiurgo que nos gobierna le impulsa otra ambición: acaso quiere ser dios.

Y, nada hay nuevo bajo el sol, me pregunto: ¿en qué supera Julio César al egregio doctor?, ¿qué tuvo Jesús de Nazaret que no tenga Pedro Sánchez Castejón?

Y, siendo verdad que  Él es mejor que los otros dos, no cabe duda, el doctor merece ser, y acaso ya lo es, dios.

Claro que, aceptando con dolor el mérito del doctor Sánchez para ser dios, solo me queda un consuelo, para llegar al Olimpo Julio César necesitó el puñal de Bruto y Jesucristo, para subir al Cielo la crucifixión: soñar que muy pronto entraré en una nueva catedral, me postraré ante el altar mayor y pasaré largas horas rezando al santo dios Sánchez Castejón, para que viva eternamente allá en el cielo, discutiendo y disputando con Julio César y Jesús de Nazaret, sobre quién de los tres, de verdad de verdad, es Dios.



miércoles, 22 de noviembre de 2023

2000. COSAS DE VIEJO: DESPUES DEL DOCTOR SÁNCHEZ

Aunque quizá hubiera debido dedicar esta entrada a mostrar mi alegría porque, con esta, he llegado a escribir y publicar, se dice pronto,  2000 entradas este blog,  los días en que vivimos son aciagos y prefiero no apartar mis pensamientos de la nube de desgracias que tenemos y dedicar mi esfuerzo, una gota de agua, a luchar para que el doctor Sánchez no consiga alcanzar sus callados y terribles designios. 

Por ello, hoy me quiero referir a uno, y no el peor, de los muchos males que nos acechan y que no deja de torturarme: es el terrible sentimiento de culpa y de vergüenza que tendrán, una vez desaparecido este hombre,  mis no pocos compatriotas que, ciegos de fanatismo, le han votado, apoyado y, hasta puede que amado.

Todavía, y han pasado  lustros, tengo ante mis ojos el dolor, la vergüenza, el arrepentimiento y el no dormir, de un buen amigo al confesarme el mucho mal que había hecho, convencido de hacer el bien, en los años crueles de la guerra civil.

Y también recuerdo con angustia el dolor, la vergüenza y el arrepentimiento de otro amigo, este alemán, por haber querido, admirado y seguido a Adolfo Hitler.

Uno, terrible, de los legados que nos va a dejar, como falso mesías, el doctor Sánchez, será  la memoria de haber conseguido embaucar, atraer y convencer a millones de compatriotas para que le siguieran en su locura, y estos, cuando él termine en la cárcel, en el exilio o muerto, y vean lo que ha conseguido, aunque será tarde, la vergüenza, el dolor y el arrepentimiento los acompañarán mientras vivan.

Pero, y esto es lo peor, durante muchos años, los españoles sufriremos de tristeza por no haber evitado que en nuestro seno haya nacido, crecido y, por un tiempo, triunfado, el plagiario y narciso que es el doctor Sánchez.   



jueves, 16 de noviembre de 2023

1099. LA TRISTE ACTUALIDAD DE RETORNO A LO IMPOSIBLE


Hoy, 16 de noviembre de 2023, con la investidura del doctor Sánchez como presidente del Gobierno, el Reino de España ha avanzado un pasado más para llegar al desastre.

Y, porque en estos momentos, tan tristes, siento una profunda necesidad de encontrar consuelo y esperanza, he comenzado a releer mi novela  Retorno a lo imposible, la reconstrucción del imperio, cuyo argumento nace y de desarrolla en el momento en que España se parte.

Quizá su lectura ayude a pensar que los españoles, los de todas las Españas, aunque pueda parecerlo, no estamos del todo muertos.

 



Nota: el libro, en papel y edición digital, está en Amazon

 

 

 

RETORNO A LO IMPOSIBLE. LA RECONSTRUCCIÓN DEL IMPERIO eBook : Mingo Zapatero, José: Amazon.es: Libros

martes, 14 de noviembre de 2023

1098. COSAS DE VIEJO: LA IMPUNIDAD NO EXISTE, EL DOCTOR SÁNCHEZ TERMINARÁ MAL.

 

En su camino hacia la Jefatura del Estado como presidente de la III República Española, pasado mañana el doctor Sánchez será investido como presidente del Gobierno del Reino de España.

Y, como es notorio, será investido porque, usando múltiples artimañas legales y sin quebrar la letra, ha violado el espíritu de la Constitución de 1978.

Por supuesto, el mal que ha hecho, está haciendo y hará en el futuro el doctor Sánchez, por gracia del contenido de la Constitución, no es un delito y, por tanto, no será perseguido ni será castigado por las leyes españolas, es decir, los grandes males obra del doctor Sánchez quedarán impunes.

Sin embargo, aunque lo anteriormente es cierto, solo lo es en tanto se mantenga vivo en la sociedad el espíritu de la Constitución, herido de muerte por el sicópata doctor Sánchez.

Y, hay, en la sabiduría popular española, tres refranes que, reflejando la naturaleza humana, iluminan la oscuridad de las falacias legales del doctor Sánchez, son esos que dicen: lo que vale para uno vale para todos; el que siembra vientos recoge tempestades; y cuándo la justicia sale por la puerta, la venganza entra por la ventana.

El doctor Sánchez, amparándose en la letra de la Constitución, se ha sentido libre para quebrar su espíritu, pero no ha valorado, parece, que lo que él ha hecho, porque él lo ha hecho,  si vale para uno, él, vale para todos; tampoco ha considerado que lo que el ha hecho, y está haciendo, pueda ser contestado con mucha mayor furia, por los demás, el que siembra vientos recoge tempestades; y ha olvidado que si no se respetan las leyes y desde el poder no se amparan los derechos de los ciudadanos, como sucedía antes de Hammurabi, cuándo la justicia sale por la puerta, la venganza entra por la ventana.

En el pasado, lo leemos en los libros, cuándo no existía el espíritu de la Constitución, la trayectoria del doctor Sánchez terminaría o hubiera terminado en una plaza mayor, colgado de una horca; descuartizado, en cualquier lugar, intentando escapar de su palacio, por una multitud enloquecida por la ira; o con el cuchillo de un ciudadano vengativo clavado en el corazón.

Y, la realidad es muy testaruda, la naturaleza humana es la que es, y solo las leyes contienen el furor de los hombres. Así pues, es obligado anunciarlo, el doctor Sánchez, el psicópata de pesadilla que ha violado el espíritu de la Constitución, seguirá, un tiempo, gobernándonos, pero, no hay ninguna duda, porque se lo merece, terminará mal.



martes, 7 de noviembre de 2023

1097. COSAS DE VIEJO: A ESTE PASO VAMOS A MATARNOS Y ¡LA CULPA ES TUYA!

 

Pues sí, estamos mal y, es muy probable, vamos a peor, a mucho peor.

Las negociaciones entre el doctor Sánchez y el prófugo Puigdemont para, a cambio de varios pagos, entre los que se incluye la amnistía de todos los delitos, sean los que sean, que han cometido los independentistas catalanes, el psicópata de la Moncloa pueda seguir en la Moncloa primero, y más tarde en el Palacio Real como Presidente Vitalicio de la III República Española, van por buen camino. Y, salvo un milagro, ¿existen los milagros?, dentro de pocos días veremos que, desde los puntos de vista de ambos delincuentes, sus negociaciones han concluido en un gran éxito.

Sin embargo, una parte importante de la sociedad española, la que ha sido insultada y maltratada durante años por los independentistas catalanes y por el gobierno social comunista, y parecía indiferente o, al menos, resignada a sufrir lo que hubiera que sufrir, contra todo pronóstico, ha dicho ¡se acabó!, y se ha lanzado a las calles para impedir que el doctor Sánchez consiga sus objetivos

Y, claro, las protestas que, con intensidad y dureza crecientes, han comenzado a producirse en las ciudades y pueblos de España, no han gustado nada, ¡son golpistas! ¡son fascistas!, a “progresistas” e independentistas que se sienten víctimas, son los buenos y tienen, aún saltándose la Constitución, derecho a todo y los demás a nada.

Además, por si fuera poco, cuándo las situaciones se enrarecen, en todos los bandos, son los más extremistas quienes toman la iniciativa, impulsan la pelea y tratan de conseguir la victoria sin reparar en medios, legales e ilegales, en una espiral que solo termina con la destrucción del enemigo.

Estamos pues ante una situación terrible que, por repetida, es bien conocida por los españoles, y bien puede desarrollarse así:

1. El doctor Sánchez avanza en sus negociaciones con los independentistas y está a punto de cerrar un acuerdo, bueno para España, pero que, según piensa una parte importante de la sociedad española, viola la Constitución.

2. Una parte de la sociedad, opuesta al acuerdo, protesta en las calles. El doctor y los suyos se sienten víctimas, se quejan, protestan y su gobierno envía policías para “controlar a los violentos y asegurar la convivencia” 

3. El doctor Sánchez consigue la investidura. ¡Ya es presidente!

4. Se incrementan las protestas, se producen desórdenes, hay heridos,  ambas partes están de acuerdo: ¡nosotros somos las víctimas! ¡la culpa es de los otros! Los moderados de todos los colores, muy preocupados, piden legalidad y calma.

5. Los progresistas se sienten víctimas y necesitan defenderse; sus adversarios también. Las calles se convierten en campos de batalla, hay heridos y detenciones.

6. Y a continuación, si Dios no lo remedia, ya lo sabemos: ¡vamos a matarnos y la culpa es tuya!

Lamentablemente todos tendremos la culpa: quien sembró las desgracias, el doctor Sánchez, y su partido, el PSOE; pero también de los ciudadanos que votaron “progresista” y los políticos y ciudadanos que no supimos o no pudimos contener el desastre.

Sin embargo, al final, sea de quien sea la culpa, ahora lo importante, en mi opinión, es no dejar que el doctor Sánchez siga en la Moncloa o, que, si sigue, salga de allí lo antes posible, ¿o no?  

Y, una reflexión final: lo que vale para uno vale para todos, y si se amnistía a unos, inevitablemente, pasado no mucho tiempo, se amnistiará a otros.



jueves, 2 de noviembre de 2023

1096. COSAS DE VIEJO: ASÍ PUES, ALGO Y MUCHO, HAY QUE HACER


El doctor Sánchez, en su narcisismo, ambición y soberbia, forzando aviesamente la Constitución y traspasando todos los límites éticos, ha sumido nuestro país, España, y a los españoles, en una terrible crisis que, de no contenerla, nos lleva inexorablemente a vivir una nueva tragedia: la muerte de la Constitución, la fragmentación del país y, lo que es peor, a la pérdida de la libertad y a una nueva dictadura.

Y no, el doctor Sánchez en absoluto ha cedido, para ser presidente del Gobierno del Reino de España, a las exigencias de sus aliados comunistas o de los independentistas catalanes y, es evidente, cederá en cuanto lo necesite, a la demanda de amnistía para los asesinos de ETA que pedirán en un futuro próximo sus socios vascos.

No, el doctor Sánchez no aspira a vivir cuatro años, de prestado, en el Palacio de la Moncloa: él aspira, porque quiere y, en su psicopatía, lo merece, ser presidente Vitalicio de la III República Española.

Así pues, si los españoles que no queremos ver viviendo en el Palacio Real al doctor Sánchez, a ese doctor que, engañando como suele, es doctor porque plagió su tesis doctoral, algo tenemos que hacer para evitarlo.

Y no es bastante protestar con quejas y palabras o acallar nuestras conciencias haciendo algo, sin arriesgarnos, para justificarnos en el futuro ante nosotros mismos y ante nuestros hijos por haber dejado morir, a manos de un psicópata, la última de las Españas.

Pero ¿qué hacer? Aunque lo he pensado mucho y solo soy un viejo al que se le ocurren pocas cosas, tengo muy claro que hay que asumir riesgos, riesgos personales, y poner en marcha acciones,  todas elementales que son mi contribución y que enunciaré a continuación aun sabiendo que pueden ser peores que las que deben existir en las cabezas de los líderes sociales, de los partidos políticos o del Rey.

Mis medidas: criticar con énfasis, en público y en privado, permanentemente al doctor Sánchez y a sus aliados; asistir a todos los actos públicos que sean convocados contra el doctor y sus aliados; impulsar que desde el Senado y desde los parlamentos de las comunidades autónomas gobernadas por   el Partido Popular y Vox se ponga en marcha una campaña de envío de millones de cartas al Parlamento y a la Comisión Europea y otra de desobediencia civil contra el gobierno del doctor Sánchez.

Y, para terminar, lo más importante: el Rey. Para nuestra desgracia, Felipe V estando muy cerca de perder la Corona está en la tesitura de tener que optar entre las distintas interpretaciones posibles sobre  las facultades, o los poderes, que le otorga la Constitución, que solo son dos: la primera  poner pie en pared y decir ¡se acabó!, y hacer algo así como enviar al doctor desde el palacio de la Zarzuela a la cárcel de Alcalá Meco y nombrar un sustituto, convocar nuevas elecciones sin el mentiroso plagiario, o algo más o menos parecido; esta opción tiene riesgos, seguro, pero Él sabrá si debe y quiere asumirlos. Otra opción que tiene Don Felipe es aceptar lo que quieren el doctor Sánchez y sus acólitos y no hacer nada, es decir, ganar tiempo para ver qué pasa mañana. En todo caso los españoles tenemos derecho a pedir al rey que lo haga bien, de no hacerlo, es seguro que, hablando por todos, su padre, será su padre, al recibirlo en el exilio, le diga la frase terrible de la sultana Aixa, a Boabdil el Chico: llora como mujer lo que no supiste defender como hombre.