Cuando tienes mucho trabajo aunque pasan muchas cosas a tu alrededor tienes la sensación de que no pasa nada aunque sabes que están pasando.
En estos días los medios españoles se han llenado de Francia. Los del mundo de temores a la epidemia, ahora pandemia de gripe porcina que asusta a muchos.
En estos días hemos pasado del frío al calor, a ver el ir y venir de las gentes en el puente de primavera y a recoger las primeras cerezas en La Vera.
Por el mundo, en Tailandia volvió la calma, en México las gentes mal se quedan en casa, en Paraguay sigue su historia inscribiendo hijos solo de madre y en todas partes se reza al Presidente Obama.
Aquí, sigue creciendo el no hacer del gobierno, la recesión, el desempleo el gritar de los sindicatos y la preocupación de todos.
Pasan tantas cosas, tantas, que sorprende que a la mayor parte del mundo no le pase nada.
Trabajar, comer, vivir el amor y el desamor, hablar, rezar, discutir, jugar, enfermar o sanar, preocuparse, dormir bien o muy mal, regañar y hacer la paz, nacer o morir, las cosas importantes, las que dan sentido a la vida, son para los demás, apenas nada.
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