Santos son las
personas que han tenido una vida honesta y que habiendo muerto descansan en el
Cielo y cuidan de nosotros. El día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, se
celebra con gozo el recuerdo de los santos que, por ser muchos, no tienen día
propio en el santoral de la Iglesia.
El día de Todos los Santos, para mí, no es el día para, como cuando yo era pequeño,
asustar a los niños con la presencia de los muertos, ni es tampoco el festivo Halloween
de estos tiempos. El día de Todos los Santos, aunque para muchos lo sea, no es para mí
una fiesta de disfraces o el día de olvidar con risas el temor a la muerte y a los muertos.
Cada año el día de Todos los Santos pienso, una por una, en las muchas personas, cada año más, que
habiéndose ido siguen estando conmigo. Traigo a mi memoria, con profundo amor y reconocimiento a mis abuelos, a mi padre, a
mis maestros, a mis amigos y a otras personas a las que de una manera u otra he
querido.
Y este año, en este para mí terrible 2017, pienso sobre
todo en mi mujer, en Cristina y la imagino ya asentada en un buen lugar,
disfrutando de la buena compañía de otros muchos santos, sonriendo mientras me está viendo escribir lo que ella
sabe que pienso en el día de Todos los Santos.
Sí, hoy es el día de Todos los Santos y sé muy bien que,
en este día y todos los días, mis
propios santos, mientras estén en mi
memoria seguirán a mi lado haciéndome más sencilla y mejor la vida hasta que yo también me
convierta en un santo.
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