En
estos días he visto dos noticias que, curiosamente, muy pronto han desaparecido
en los medios: que el Gobierno de España prepara incentivos fiscales para que
las empresas que han salido retornen a Cataluña, es la primera; la segunda es
que los productores de cava catalanes han solicitado al Gobierno que sea prohibida,
en toda España, ampliar la plantación de
vides aptas para la producción de cava.
Desconozco
si el Gobierno de España piensa dar subvenciones a las empresas catalanas y desconozco
también si prohibirá plantar nuevas cepas para hacer cava; pero no sería
extraño que, “por el bien común” de los políticos y empresarios catalanes, una
o las dos cosas sean aprobadas.
No
es algo nuevo, los sucesivos gobiernos de España, en la Monarquía, en la
República, en la época de Franco y
siempre, por el “bien común” de los
políticos y empresarios catalanes, que no del resto de los españoles, se les
han concedido ayudas fiscales y privilegios
monopolísticos. Y todo porque llorando maman.
Supongo
que los fabricantes de cava quieren protegerse de la competencia y, si pueden, matar los
espumosos extremeños, valencianos o manchegos… y, recuperar así las pérdidas que les ha causado el proceso
independentista catalán. Como es tradición, pretenden que el resultado de lo acontecido en Cataluña,
en gran medida, por su culpa, a más de resultar
gratis genere beneficios.
Claro
que, muy posiblemente, también el gobierno, con el apoyo de la oposición, buscará la forma, lo más disimulada posible, para
que, si las hay, las condenas impuestas por los jueces no se cumplan, se
perdonen las multas, se olvide parte o
toda la deuda de la Generalidad y se entreguen fondos adicionales, aportados
por todos los españoles, para que políticos y empresarios catalanes sigan quejándose, durante un tiempo, algo menos.
Pero
es normal que así sea, pedir es una vieja
costumbre de los catalanes y también es dar costumbre antigua del resto los españoles. Llevamos en España muchos años haciendo gala
de un dicho cruel: “el que no llora no
mama”
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