¡QUE NO, VIEJO! ¡QUE LO DE LA VACUNA ES UN INVENTO!
Hoy, cuando he visto la luz radiante que entraba por la ventana, he visto, con los ojos del alma, ya en su sitio, a la bella gitana y, haciendo un gran esfuerzo, porque lo tengo prohibido, he decidido no pensar en ella y olvidarla.
Así, embozado, con el sombrero calado y el bastón en la mano, a media mañana, estaba paseando, sin pensar en nada, por esa deliciosa calle que es la Gran Vía de Majadahonda, cuando casi he tropezado con Gaby y José Luis, un matrimonio amigo, y como siempre que nos encontramos, hemos dedicado un rato a disfrutar del sol hablado de nada. Y muy bien, hasta que, al despedirnos, Gaby, como de pasada, me ha dicho algo así como “disfruta el paseo, en esta calle no hay peligro, seguro que no te encuentras a la gitana”.
Ellos hacia su casa, viven cerca de lugar donde prospera la bella gitana, y yo, continuando mi paseo, en dirección contraria. Al principio muy tranquilo, caminando despacio, mirando las terrazas, disfrutando del sol y del ambiente, en fin, haciendo lo que debe hacer un viejo por la mañana. Pero claro, Gaby, ¡mira que tiene ojo!, ha despertado en mí la tentación y, aunque he seguido andando, me he rendido pronto, he dado la vuelta, he sacado cien euros de un cajero y he enfilado, ya deprisa, la Avenida de los Reyes Católicos, hacia la Calle Guadarrama.
Es difícil que lo sepa la bella gitana, me digo, a fin de cuentas, es una inculta rumana y de las cosas serias, seguro que no sabe nada. Pero, ¡me gusta tanto escuchar sus palabras!
Estaba en su sitio, parada, esperando para desplumar a los viejos, la bella gitana. Preparé los euros, me acerqué a ella, crucé los brazos con el bastón sobre el pecho, respiré profundo y pregunté: ¿sabes, bella gitana, que vengo a buscar tu consejo?
¡Dame primero mis euros viejo goteroso, que mi tiempo es oro y ya llega otro viejo!
Le miré a los ojos, los tiene hermosos, alargué la mano, ella agarró los euros y hoy, para mi asombro, en lugar de hablar, susurró palabras:
Viejo necio y goteroso,
la vacuna es un invento,
para fastidiar a los listos
y distraer a los tontos.
Son las llamadas vacunas
cacas de llamas y alpacas,
por Evo recogidas,
con sus manos trituradas,
con orines mezcladas
y, a Venezuela regaladas.
¡Gran ayuda me mandas,
con estos polvos mi socio se hará
el más rico señor de las Españas!
Zapatero, el mediador,
cuando de Maduro los sacos recibió
se puso a pensar, y pensó:
esto es mucho para mí,
¡necesito la ayuda del doctor!
Que no, que sí, que no.
Bueno, ¡las preguntas a Simón!
Y, ¡al Coletas ni mención!
Y, de repente, la bella gitana, dejó de cantar, me miró, hizo un gesto y, ante mi asombro, ahora, más bajito, siguió:
¡Ah, viejo goteroso,
cien euros me has dado
y por ellos te he contado
que es la vacunación,
y sin escuchar a Simón
puedes tomar tu decisión.
Terminada la canción, la bella gitana, fruncido el ceño, levantó los brazos, añadió otra palabra: ¡Adiós!, se dio la vuelta, dio un salto y se abrazó a otro viejo.
Para terminar, decir que, como siempre que visito a la gitana, al volver caminando hacia casa, al preguntarme si lo que dice la bella gitana es verdad o invento, se me ha ocurrido que debo buscar el consejo de algunos de mis amigos sabios: de Fernando, que investiga tanto; de Santiago, que piensa mucho; de Jorge, que sabe de lo oculto, y de Antonio, que puede dar fe de todo porque es amigo de un notario.
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