Pensándolo bien, el hecho de tener gobernantes incapaces
o malvados no es solo cosa de nuestro tiempo, la historia está llena de
ejemplos, y son muchos, desde la antigua Grecia, los filósofos que han
reflexionado sobre ello, y sus ideas se han convertido en pilares de nuestra judeocristiana
cultura occidental.
Y, tanto es así que, en los tiempos, también convulsos
que se vivieron en Castilla, y en toda Europa, en el Siglo XVI, recogiendo el
pensamiento popular y la doctrina tradicional, el gigante intelectual que fue
el padre jesuita Juan de Mariana dio forma jurídica, legalidad y, en su caso obligatoriedad,
al tiranicidio.
Así, en el pensamiento del P. Mariana, un
tirano es quien estando en el poder, aunque lo haya
adquirido legítimamente, en lugar de mirar por la libertad del pueblo, sólo mira
y le importa su propio interés y engrandecimiento. Y, al tirano, si por sus desaciertos y maldades pone el Estado en peligro, si desprecia la
religión nacional y se hace del todo incorregible, debemos, como si fuese una fiera,
dirigir contra él nuestro dardo, como hizo don Enrique, el primer Trastámara, con
su hermano el rey don Pedro, por su crueldad.
Además, hay que repetirlo, la idea del
tiranicidio, cuando escribía Juan de Mariana estaba profundamente arraigada en
la conciencia de los viejos castellanos, tanto que, aunque sus libros fueron
prohibidos y quemados en Inglaterra y Francia, en las Españas siempre mantuvo un
gran prestigio y nunca fue perseguido.
Y, me dirán: ¡en nuestro tiempo lo que dice ese teólogo
e historiador jesuita, es una barbaridad, no se puede matar a nadie y, menos
todavía a quien ha sido elegido con los votos de la mayoría de los ciudadanos, más
aún, recordar a Juan de Mariana y escribir sobre el tiranicidio debería ser un
delito, no se puede permitir que alguien hable o, lo que es peor, piense que
cualquier ciudadano puede tener el derecho y la obligación moral de quitar la
vida a un gobernante!
Pero, ahora, también en nuestro tiempo, cuatro
siglos después de que escribiera Juan de Mariana, me pregunto: ¿Qué hacer
cuando un gobernante, un tirano, retorciendo la ley, en su propio beneficio y
engrandecimiento, persigue injustamente a millones de ciudadanos y pone en
peligro gravísimo la convivencia y el propio ser del Estado? ¿Qué hacer para
defenderse cuando es imposible esperar nada de la Justicia porque está sometida
y dominada por el tirano?
Y, porque no tengo respuestas, busco, leo, reflexiono
y lo seguiré haciendo, sobre lo que nos han dejado los sabios del pasado, para
encontrar solución a situaciones de hoy, como lo hizo, en el Siglo XVI, el
jesuita Juan de Mariana.
Por todo ello, y porque vivimos en democracia, pienso
que todos los españoles, desde el mismo don Felipe hasta el último que ha
nacido hoy, deberíamos plantearnos el problema, buscar soluciones y obrar en
consecuencia.
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