Un pequeño cuento de verano para mis nietos Mateo
y Luis
Mateo, tiene seis años, ha convencido a
su primo Luis, todavía tiene cinco, y, los dos, mientras sus madres están
distraídas en la terraza, han salido, haciendo como que están jugando, primero despacio y luego corriendo, hasta la pequeña loma, poblada de pinos, llena
de sombra, que no muy lejos, se alza
sobre la pradera verde y amarilla del Club de Golf.
Corriendo y saltando entre los árboles, haciendo eses, poco a poco suben y
suben, hasta que, cuando pensaban que habían llegado a la cumbre, descubren que
están al pie de otra montaña aún mayor, tan llena de pinos, tan obscura y
silenciosa, que parece el bosque de la guarida de un dragón.
Con alguna duda, miran hacia atrás, ya
no se ve la terraza del Club, están solos y, la verdad, la verdad, es que tienen
un poco, bastante, de miedo.
Luis dice que ya han visto el bosque,
que hay que volver ya; pero Mateo, no lo puede remediar, tiene, necesita,
descubrir los secretos que, seguro, se esconden un poco más allá.
Discuten un poco: - si quieres, te vas, pero
yo voy a explorar -. - Es muy peligroso, si nos perdemos y no nos pueden
encontrar... -; - A mí me da igual, haz lo que quieras, pero yo me voy a quedar.
Y Mateo, muy decidido, agarra del suelo un
palo bastante recto, lo enarbola y comienza a caminar. Luis, un poco
enfurruñado, no se atreve a volver solo,
lo piensa un instante y sigue a su primo detrás.
Sí, todo está cada vez más obscuro y
silencioso, cada vez tienen más miedo, pero Mateo está decidido, - seguro que
hay algún tesoro, le dice a su primo -, y siguen, unas veces subiendo y otras
bajando, ¡hay que explorar!
Luego de un larguísimo rato, por lo
menos tres minutos, Luis, que va detrás, se detiene, se sienta en el suelo y, a
voz en grito, se pone a jipiar. Mateo, que está mirando, estudiando mejor, una
piedra medio grande, que ha recogido del suelo, estaba un poco enterrada, es rosa
y es preciosa, - ¡lo sabía, aquí hay tesoros! -, al oír
los jipidos se vuelve, y, muy serio, dice: - si quieres te vas con tu mamá,
pero a mi no me vas a engañar, no estás llorando, estás jipiando para que haga
lo que a ti te dé la gana -.
Luis arrecia los jipidos, parece que le
va a dar un síncope. - ¡estoy harto, ya no quiero explorar! -, Mateo duda, no
se lo puede creer - ¿estará llorando de verdad? -, pero no, ni una lágrima, por mucho que lo
parezca solo está jipiando para disimular. Y, con la piedra en la mano
izquierda y el palo en la derecha Mateo mira a Luis y le dice: - ¡ahí te quedas!
-, y, aunque fastidiado porque le da más
miedo ir solo, vuelve a caminar.
Apenas ha dado unos pasos, cuando sigue pensando
en si Luis, le ha dejado de oír, está llorando de verdad, escucha a su primo
que, sin jipiar, dice: - espérame un momento, que te acompaño a buscar
tesoros y a explorar -.
Poco a poco, entusiasmados, olvidado el
miedo, saltando entre los pinos, van llenando sus bolsillos con piedras preciosas,
hay muchas en el suelo, y, cuándo en estos no caben más, a Luis se le ocurre una
idea: se quita la camisa, la pone en el suelo y la va llenando de tesoros,
Mateo le imita y luego se sientan los dos, hablando de todo, a disfrutar.
Pasa otro rato muy, muy largo, por lo
menos cinco minutos, luego se quedan callados, hasta que Luis, hablando muy
bajito, pregunta a su primo: - ¿cómo sabes que nunca lloro y que engaño a todos
cuando me pongo a jipiar? -.
Es muy fácil, el abuelo lo dice siempre,
- este niño es un pesado, no le hagáis caso, jipia para molestar -.
-Sí, pero al abuelo no le escucha nadie; y a jipiar aprendí cuando era pequeño y
desde entones consigo lo que quiero solo con ponerme a jipiar; ¿me guardarás el
secreto, ¿verdad? -.
Cargados de tesoros, contentos del todo,
los dos primos vuelven, corriendo y saltando hasta que llegan a la terraza dónde
las madres, al verlos, medio desnudos, cargados
de piedras, porque han tardado mucho y ellas estaban inquietas, les comienzan a
regañar.
En ese momento Mateo comprueba que todo es verdad y, con su primo al lado, con todas sus fuerzas, juntos los dos, se ponen a jipiar.
Y, colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
Nota: la imagen que ilustra este cuento esta tomada de Pixabay, en Internet.
2 comentarios:
Me encantó!!, Un abrazo y mi cariño prof. !!
Yo jugaba en un pinar en mi infancia.Me has transportado allí, felizmente.
Publicar un comentario