Como nací en la primera mitad del siglo pasado, en su día estudié leyes y he vivido bastante, cuando me encuentro, cada vez con mayor frecuencia, parejas encantadoras que conviven sin estar casadas no puedo evitar, probablemente sin razón, pensar con cierta pena, siempre lo mismo: Estas chicas están locas y estos chicos son unos águilas.
Las razones de mi pensamiento son absolutamente pragmáticas y son sencillas de expresar y aunque poco convincentes para muchas personas, por si a alguien le sirven, las voy a enumerar.
En primer lugar, luego de los primeros tiempos, días, semanas o no muchos meses, la convivencia nunca fácil, se asienta en un esfuerzo constante para “agradar” al otro, y conservar el amor, ya que la pareja, sin vínculo formal, sabe que en un instante todo puede acabar. Por ello, es a veces necesario, para él, para ella o para los dos, trabajar duro para mantener el amor.
Lamentablemente, el esfuerzo no genera más ni mejor amor y dificulta el conocimiento profundo de la intimidad del otro. Hay recovecos del alma en los que no se permite entrar a quien no es "el marido" o "la mujer" de verdad.
En segundo lugar, si hay una desgracia, Dios no lo quiera, cuando hay un piso y una hipoteca en común, las transmisiones mortis causa o las donaciones inter vivos son menos costosas y con menos problemas que cuando no existe vínculo legal.
En tercer lugar, si la covivencia se alarga, el trauma de la separación puede ser mucho peor si la relación es solo emocional que si lo que se rompe es un contrato legal.
En cuarto lugar, casarse no requiere tener una casa completa, pagar una boda de 200 invitados, ir de viaje a Punta Cana y dar gusto a un montón de personas a las que les importa un pepino si los chicos se casan o no se casan.
Casarse es querer hacer público el amor y también es asegurar, para lo bueno y lo malo que entre los dos hay un contrato legal que protege a las dos partes. Solo requiere pasar por el ayuntamiento o por la iglesia, dejar unos euros, menos de lo que cuesta cambiar el teléfono móvil o comer en la calle una noche cualquiera.
Entiendo que estoy un tanto anticuado, pero tengo otra razón adicional, la que creo más importante, que aplasta a todas las anteriores y que no me puedo callar: Estoy convencido de que una chica no se va a vivir con el novio si no esta enamorada y si es así, aunque a los chicos, en general, dormir en una u otra cama, si no hay compromiso, siempre les agrada, vale la pena esforzarse y con poquito de maña, mejor antes que después, hacer lo que hay que hacer para tener un papel que diga, bien claro, “casada”.
Las razones de mi pensamiento son absolutamente pragmáticas y son sencillas de expresar y aunque poco convincentes para muchas personas, por si a alguien le sirven, las voy a enumerar.
En primer lugar, luego de los primeros tiempos, días, semanas o no muchos meses, la convivencia nunca fácil, se asienta en un esfuerzo constante para “agradar” al otro, y conservar el amor, ya que la pareja, sin vínculo formal, sabe que en un instante todo puede acabar. Por ello, es a veces necesario, para él, para ella o para los dos, trabajar duro para mantener el amor.
Lamentablemente, el esfuerzo no genera más ni mejor amor y dificulta el conocimiento profundo de la intimidad del otro. Hay recovecos del alma en los que no se permite entrar a quien no es "el marido" o "la mujer" de verdad.
En segundo lugar, si hay una desgracia, Dios no lo quiera, cuando hay un piso y una hipoteca en común, las transmisiones mortis causa o las donaciones inter vivos son menos costosas y con menos problemas que cuando no existe vínculo legal.
En tercer lugar, si la covivencia se alarga, el trauma de la separación puede ser mucho peor si la relación es solo emocional que si lo que se rompe es un contrato legal.
En cuarto lugar, casarse no requiere tener una casa completa, pagar una boda de 200 invitados, ir de viaje a Punta Cana y dar gusto a un montón de personas a las que les importa un pepino si los chicos se casan o no se casan.
Casarse es querer hacer público el amor y también es asegurar, para lo bueno y lo malo que entre los dos hay un contrato legal que protege a las dos partes. Solo requiere pasar por el ayuntamiento o por la iglesia, dejar unos euros, menos de lo que cuesta cambiar el teléfono móvil o comer en la calle una noche cualquiera.
Entiendo que estoy un tanto anticuado, pero tengo otra razón adicional, la que creo más importante, que aplasta a todas las anteriores y que no me puedo callar: Estoy convencido de que una chica no se va a vivir con el novio si no esta enamorada y si es así, aunque a los chicos, en general, dormir en una u otra cama, si no hay compromiso, siempre les agrada, vale la pena esforzarse y con poquito de maña, mejor antes que después, hacer lo que hay que hacer para tener un papel que diga, bien claro, “casada”.
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