¡No a la guerra! ¡No a la
guerra! ¡No a la guerra! ¡No a la
guerra!
Cada vez que escucho estas
palabras, sin duda sentidas y hermosas, me digo con fuerza: ¡yo tampoco
quiero la guerra!, la guerra es un
horror y nadie, nadie, puede querer la guerra.
Pero, hay guerra. En
estos momentos en el mundo hay muchas guerras, en Siria e Irak, en Libia y en
Yemen, en la República Democrática del Congo, en Nigeria, en el este de
Ucrania, en Sudan del Sur y en Afganistán y en Somalia.
En esos lugares y en
algunos otros, hay aviones, misiles, carros de combate y soldados que, por las razones que sean, se
atacan unos a otros, se matan entre sí y matan, hieren, empobrecen y hacen huir
a miles, millones
de personas que, sin hacer la guerra, sufren eso que los militares llaman “daños
colaterales”, no deseados.
¡Hay que parar las
guerras! ¡Hay que parar las guerras!
Cierto, hay que parar
las guerras, hay que parar todas y cada una de las guerras. Pero, ¿quién y cómo ha de parar la guerra, esta
guerra?
¿Yo? ¿Nosotros? ¿La
opinión pública de los países que, de
una manera u otra, participan en la
guerra?
Es posible. Cuando
muchos, la mayor parte, de los
ciudadanos de un país no quieren
la guerra y lo dicen muy fuerte y muy claro, los gobernantes ceden a la
demanda, los ejércitos abandonan la batalla y, decididamente, pierden la
guerra. ¿Verdad que sobran los ejemplos? ¿Verdad que eso lo saben, en Estados
Unidos, en Francia y también en España?
Y cuando se pierden las guerras y otros las
ganan, los vencedores imponen su ley y los perdedores, si no mueren, o escapan, la acatan. ¿Verdad que sobran los
ejemplos? ¿Verdad que esto lo sabemos muy bien en toda Europa, incluida España?
¡No a la guerra! ¡No a la guerra! ¡No a la guerra! ¡No a la guerra!
La guerra es horrible,
está claro que no hay que hacer la guerra, está claro que yo, nosotros, no
queremos declarar la guerra, que nosotros nos resistimos a ir a la guerra.
Pero, me pregunto: si hay otros que deciden, con
razón o sin ella, atacarte con armas, matar a tus hijos, violar
a tus mujeres, destruir tu casa y
quitarte tu patria, ¿tendrás otro camino
para defenderte distinto al terrible de hacer la guerra?
El IS y el mundo de la Yihad
Islámica, de palabra y con obras, matando gente, ha declarado la guerra primero a los países que
profesando la religión de Mahoma
rechazan el fundamentalismo y luego se la han declarado a Francia, a España y al resto de Europa.
¡Qué horror es la
guerra! ¡Hay que parar la guerra! ¡No, no a la guerra!
Pero yo sé que nos la han declarado y estamos en guerra
y no lo dudo. No quiero que maten a mis
hijos, no quiero que maten a mis nietos, no quiero que destruyan mi pueblo, no
quiero que cambien mis leyes, por eso, con dolor, me digo y proclamo, aunque
sea espantoso, no solo tenemos que ir, tenemos
que ir a la guerra y ganarla.
Hay muchas personas,
creo que buenas personas, que hoy, aunque nos estén matando, gritan su ¡No a la
guerra!
Y me pregunto, ¿será
porque no saben lo muy terrible que es
perder una guerra?
Nota:
Por supuesto hay miles de
razones que hace a las personas y a las sociedades radicalizarse y que entre alguna de esas razones puede estar
nuestro mal comportamiento, nuestro malísimo
comportamiento, y somos responsables por
ello.
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