miércoles, 25 de noviembre de 2015

709. NO A LA GUERRA, NO A LA GUERRA, NO A LA GUERRA

¡No a la guerra!  ¡No a la guerra!  ¡No a la guerra! ¡No a la guerra!   

Cada vez que escucho estas palabras, sin duda  sentidas  y hermosas, me digo con fuerza: ¡yo tampoco quiero la guerra!, la guerra es  un horror y nadie, nadie, puede querer la guerra.

Pero, hay guerra. En estos momentos en el mundo hay muchas guerras, en Siria e Irak, en Libia y en Yemen, en la República Democrática del Congo, en Nigeria, en el este de Ucrania, en Sudan del Sur y en Afganistán y en Somalia.

En esos lugares y en algunos otros, hay aviones, misiles, carros de combate y  soldados que, por las razones que sean, se atacan unos a otros, se matan entre sí y matan, hieren, empobrecen y hacen huir  a miles,  millones  de  personas que,  sin hacer la guerra,  sufren eso que los militares llaman “daños colaterales”,  no deseados.

¡Hay que parar las guerras! ¡Hay que parar las guerras!

Cierto, hay que parar las guerras, hay que parar todas y cada una de las guerras.  Pero, ¿quién y cómo ha de parar la guerra, esta guerra?

¿Yo? ¿Nosotros? ¿La opinión pública de los países que,  de una manera u otra,  participan en la guerra?

Es posible. Cuando muchos, la mayor parte, de los  ciudadanos de un  país no quieren la guerra y lo dicen muy fuerte y muy claro, los gobernantes ceden a la demanda, los ejércitos abandonan la batalla y, decididamente, pierden la guerra. ¿Verdad que sobran los ejemplos? ¿Verdad que eso lo saben, en Estados Unidos, en Francia  y también en España?

Y cuando se pierden las guerras y otros las ganan, los vencedores imponen su ley y los perdedores, si no mueren,  o escapan, la acatan. ¿Verdad que sobran los ejemplos? ¿Verdad que esto lo sabemos muy bien  en toda Europa, incluida España?

¡No a la guerra!  ¡No a la guerra!  ¡No a la guerra! ¡No a la guerra!  

La guerra es horrible, está claro que no hay que hacer la guerra, está claro que yo, nosotros, no queremos declarar la guerra, que nosotros nos resistimos a ir a la guerra.

Pero,  me pregunto: si hay otros que deciden, con razón o sin ella, atacarte con armas, matar a tus hijos,  violar  a tus mujeres,  destruir tu casa y  quitarte tu patria, ¿tendrás otro camino para defenderte distinto al terrible de hacer la guerra?

El IS y el mundo de la Yihad Islámica, de palabra y con obras, matando gente, ha  declarado la guerra primero a los países que profesando  la religión de Mahoma rechazan el fundamentalismo y luego se la han declarado a  Francia, a España y al resto de  Europa.

¡Qué horror es la guerra! ¡Hay que parar la guerra! ¡No, no a la guerra!  

Pero yo sé que  nos la han declarado y estamos en guerra y  no lo dudo. No quiero que maten a mis hijos, no quiero que maten a mis nietos, no quiero que destruyan mi pueblo, no quiero que cambien mis leyes, por eso, con dolor, me digo y proclamo, aunque sea espantoso, no solo tenemos que ir, tenemos  que ir a la guerra y ganarla.

Hay muchas personas, creo que buenas personas, que hoy, aunque nos estén matando, gritan su ¡No a la guerra!

Y me pregunto, ¿será porque no saben lo muy terrible  que es perder una  guerra?


Nota:


Por supuesto hay miles de razones que hace a las personas y a las sociedades radicalizarse y que entre alguna de esas razones puede estar nuestro mal comportamiento, nuestro malísimo comportamiento,  y somos responsables por ello. 

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