Termina el año 2021, el segundo de
la pandemia, quizá el año ¿peor?, más ¿difícil? ¿extraño? ¿apasionante?, ¿completo?,
de mí, de nuestra vida.
El año, largo, con sus días mezclados
y confundidos con el primero de la pandemia, nos ha permitido, nos ha obligado,
bajo la luz del sol, la lluvia, el frio,
la nieve y el calor, que no han cambiado,
a vivir, casi simultáneamente, momentos de salud, enfermedad y duelo, con amor
y desamor; noches de incertidumbre,
pensamientos álgidos y depresivos; estados
de profunda tristeza y, también, de alegría; extraños encuentros e inesperados
desencuentros; solidaridad y egoísmos, impotencias,
miedos, pánico quizá, y, a veces, pocas,
de felicidad intensa.
Sí, en 2021, en el año que hoy
termina, se han reunido, con la pandemia, al mismo tiempo, emociones, hechos y situaciones,
tantas, que, porque es imposible recordarlas, se aprestan, confundidas en un
todo, a esconderse en el rincón que para el olvido tiene la memoria.
Sí, de este año 2021, el segundo de
la pandemia, hoy, antes de que termine, todo, todo lo que he, que hemos vivido,
dejando apenas rastros confusos, comienza esconderse, quizá para siempre, junto
a lo soñado y no vivido.
Sin embargo, por todo y, a pesar de
todo, lo que he, lo que hemos vivido, porque este segundo año de la pandemia ha
sido, como ninguno, tan difícil, tan extraño, tan colmado de dolores y tan
lleno de emociones, pienso, creo, y me prometo a mi mismo que se mantendrá
siempre escrito, con fuego, en mi
memoria y nunca, nunca, olvidaré lo que ha sido.
Ah, deseo a todos un FELIZ AÑO 2022, como decía la vieja canción, con
salud, dinero y amor…
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