El doctor Sánchez, para obtener los votos que requiere su continuidad al frente del gobierno de España, va a pactar cambios en las leyes que son contrarios a la Constitución española, cambios que, dentro de unas semanas o de unos meses, hará aprobar por las Cortes Generales.
Y, luego, porque quiere pasar a la historia, cuando se hayan
aprobado, y con el beneplácito el Tribunal Constitucional, desmantelará el
Estado, eliminará la monarquía y romperá la unidad de España.
Claro que, no lo debemos olvidar, los dioses ciegan a los que
quieren perder y, por el momento, en España, hay muchos cortesanos del rey
desnudo.
A lo largo de los últimos años, y especialmente en los últimos
meses, el doctor Sánchez ha demostrado su inmensa capacidad para hacer, sin
límites, lo que le ha venido en gana y, lo que ahora prepara, salvo porque es “un
poco más”, encaja del todo en su ser y en su trayectoria.
Desde mi punto de vista, es evidente que el doctor Sánchez, él
lo sabe, es más listo que nadie, es más capaz que nadie, es mejor que nadie, y lo puede todo: es un elegido de los dioses, de esos terribles dioses que ciegan
a los que quieren perder,
Y, ¡siempre ocurre lo mismo!, viendo cómo es, el poder que tiene
y como se comporta el doctor Sánchez, amigos y enemigos aplauden, critican o
guardan silencio ante el precioso traje de un rey que, en realidad, está desnudo.
Pero nada es eterno, como el niño en el cuento, sin que nadie lo
espere, de pronto, todo el mundo verá que el doctor Sánchez está desnudo: cuando
el parlamento apruebe las normas contrarias a la Constitución, quien las haya
propuesto y los diputados que las hayan votado, habrán incurrido en un delito,
un delito que el Rey no puede blanquear
y que, de oficio o a instancia de parte, el Tribunal Supremo estará obligado, luego
de dictar prisión provisional contra el actual presidente del gobierno, sus diputados y los diputados de sus aliados comunistas
y separatistas, juzgará y, si procede, condenará.
Bueno, estoy seguro, cuando he escrito antes es “un absurdo”,
que solo se le ocurre a un viejo que, confundiendo sueños con realidades, todavía
cree que, aunque enfermos, los españoles no estamos del todo ciegos.
La imagen que ilustra esta entrada está tomada de Europa Press, en
Internet.
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