Los viejos, es bien sabido, dormimos mal y, lo
que es peor, cuando al fin nos dormimos, a veces, es el colmo, tenemos sueños.
Y, hoy, soñando, me he encontrado, escondido
entre el gentío, frente al balcón principal del Palacio Real de Madrid, muy
agitado y en extremo ilusionado.
La multitud, agitando mil banderas tricolores, grita
en delirios de alegría. Muy pronto será la hora, la hora más esperada: el
doctor Sánchez, Presidente Vitalicio de la III República Española, acompañado
de la Primera Dama, doña Begoña y, no se sabe todavía, de quienes más de su
ilustre familia, va a pronunciar su primer discurso a los españoles.
Al fin, el doctor sale al balcón, la multitud enloquece,
Viva el Presidente!, ¡Viva el Presidente!; le sigue su esposa, ¡Viva Begoña!, Viva
Begoña!, ¡Viva la Madre que os parió! ¡Viva la Madre que os parió!
-
¡Qué guapo es! -, dice a mi lado una señora
mayor
-
¡Qué alto y qué listo es! -, susurra otra con
estupor
-
¡Y sabe inglés, los dos saben inglés! -, añade
la que es mayor
-
¿Hablará en español? -, pregunta inquieta una
joven llena de pasión
El Doctor levanta la mano izquierda, se da la
vuelta, muestra que tiene escondida la derecha, se da de nuevo la vuelta,
sonríe y, muy pausado habla:
- “Ante todo, ciudadanos, ciudadanas y ciudadanes,
quiero, debo, lo primero, porque soy hombre de palabra, dar las gracias, Sí, las gracias,
no a vosotros, ni a vosotras, ni a vosotres, quiero dar las gracias, repito, a Bildu,
ese Gran Partido, que, a cambio solo de la amnistía de un puñado de jóvenes guerreros
vascos, me ha dado los votos necesarios para gobernar, por siempre, España…”
…
Un aplauso atronador.
Sobresaltado, me despierto, ¡qué horror!, me
digo; y sí, ¡menos mal, menos mal, que, aunque el doctor Sánchez no tiene
límites, solo ha sido un malísimo sueño de este viejo!
Nota: la imagen que ilustra esta entrada se ha
tomado de Wikipedia, en Internet.
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