martes, 5 de septiembre de 2023
domingo, 3 de septiembre de 2023
1083. QUE VIENEN LAS LLUVIAS, ¡QUÉ SUSTO!
Sí,
es cierto, a los viejos, como a los niños, cualquier cosa nos asusta y hoy, la
verdad es que el teléfono casi me ha dado un susto.
Por
la mañana, luego de ir a misa, porque llovía y en la puerta de la iglesia he
oído comentar que iba a seguir lloviendo mucho, me he encerrado tranquilamente en
casa.
Luego
me han llamado mis hijos para preguntarme cómo estaba y decirme también que
estaban, por eso de la lluvia, en casa; la verdad es que he agradecido sus
llamadas, el día estaba gris, el gris oscurece el ánimo y escuchar voces
queridas alegra el alma.
Y
así, entre leer los periódicos, pensar un poco y comer algo, como un suspiro, han
pasado las horas, hasta que el teléfono, con un sonido extraño, ¡qué susto!, me
ha despertado, me había dormido; busco, encuentro y me pongo en el oído el
aparato, estaba mudo; bueno, me digo, se habrán equivocado. Pero no, no era una
llamada, era un mensaje de Protección Civil, una alerta para advertir de la
conveniencia de permanecer en casa para evitar riesgos ante la inminente
llegada de grandes lluvias y peligrosas lluvias.
La
verdad es que he levantado la mirada y, a través de las ventanas he visto caer
la lluvia, ¡no es para tanto pienso!, y calentito, en mi sillón, he abierto, y disfrutado
largo, la preciosa Antología poética de María Teresa Taboada del Río, que su
sobrina María Luisa, con inmenso cariño, ha recopilado.
Avanzada
la tarde, el sonido, repetido una y otra vez, que anunciando la llegada de
múltiples mensajes en el teléfono, me ha sacado del libro, para ver que me
decían: ¡que no es para tanto!, y pienso:
¡Que llueva, que llueva,
la Virgen de la Cueva!
Los pajaritos cantan,
las nubes se levantan.
¡Que sí, que no,
que llueva un chaparrón
que rompa los cristales
de la estación.
Realmente,
estos del gobierno, gracias a la pandemia, al fin han aprendido algo: aunque
alarme a la gente, ¡si hay peligro es mejor avisar, aunque luego no pase nada!
Y, ¡menos mal!,
que la lluvia no es torrencial, gracias a Dios nos hemos librado de escuchar en
la radio, a todas horas, al doctor Sánchez diciendo que la culpa es de las nubes, ¡son de derechas!, y, si llueve, es muy conveniente usar paraguas.
En fin, tengo
que agradecer a la lluvia un día tranquilo y a Protección Civil la buena noticia,
¡me ha llenado de esperanza!, de que el gobierno del doctor Sánchez, con la
pandemia, luego de tres años, ha aprendido algo.
Nota: el texto que ilustra esta entrada es reproducción del que me ha llegado a través del teléfono.
viernes, 1 de septiembre de 2023
1082. COSAS DE VIEJO: TRES ESCENARIOS
En los últimos días, al
contemplar, ya sin asombro, los pasos que, para acceder a la presidencia del
gobierno del Reino de España, está dando el doctor Sánchez, surgen ante mis
ojos, sin poder evitarlo, varios de los escenarios que, luego de aceptar como
posibles, me incitan a pensar, lleno de dudas, si tengo ante mis ojos el
prólogo una tragicomedia, una comedia de enredo o el preludio de una gran tragedia
nacional.
Imaginemos que, dentro de
unos meses, el nuevo gobierno del PSOE, presidido por el egregio doctor Sánchez,
desarrollando sus compromisos con todos los partidos progresistas, comunistas e
independistas, usando su poder e influencia en el Tribunal Constitucional y apoyado
por fieles medios de comunicación, aprueba en el Congreso de los Diputados una
Ley que, interpretando, a su modo, la Constitución de 1978, que, además de otorgar
de facto la independencia, como naciones cuasi, o del todo, soberanas, de Cataluña, del País Vasco y de Galicia; abre
el camino para, en el corto plazo, sustituir al Rey de España por un Presidente
de la III República Española.
Y no, no me digan que esto
es imposible porque el doctor Sánchez nunca estaría dispuesto a perder los votos
de catalanes y vascos que le conceden la mayoría suficiente para ser elegido
presidente del gobierno de España. No, la nueva ley permitiría que los
habitantes de las nuevas naciones, reunidas en algo así como una confederación,
manteniendo la nacionalidad española, siguieran votando, indefinidamente, en
las elecciones generales de “toda España”.
Y aquí los escenarios de
los que, a partir de la aprobación de la nueva ley, antes hablaba: el primero, un
triunfo feliz de los separatistas, mucha alegría de “los progres”, un inmenso
griterío de “los fachas”, y nada, todos felices y nada de nada. El segundo, un
lío morrocotudo, manifestaciones, huelgas, disturbios, estado de excepción, y
hasta el tiranicidio, que termina en uno de esos baños de sangre que tanto
parecen gustarnos a los españoles. El tercero, el Rey no asume la nueva ley, usa
los escasos restos de su poder, el doctor Sánchez se asusta, se convocan
elecciones, y, al final, todo resulta una tormenta en un vaso de agua.
Imagino, aunque es
imposible acertar el futuro, que de esos tres escenarios el más probable es el
primero, es “el menos malo” y, si podemos seguir viviendo bien, ¡qué más da!, primum
vivere, deinde philosofare. El segundo, ¡Dios no lo quiera!, tal como somos hoy,
porque no queremos arriesgar lo mucho que tenemos, parece muy improbable. El
tercero, puede ser que, el Rey, a su pesar, y aunque solo para descartarlo, lo
esté contemplando.
Y, porque, no puedo
evitarlo y mi imaginación no deja de enriquecer, cada día con más
detalles, cada uno de los escenarios, y porque el segundo es el punto de partida
de mi novela Retorno a lo imposible, la reconstrucción del imperio, estoy
trabajando ya en novelar el primero, en una farsa, Del dinero y del amor en la
taifa de Madrid y el tercero, en un drama, El dilema de don Felipe.
Nota: la imagen que ilustra esta entrada está tomada de Internet
miércoles, 30 de agosto de 2023
1081. SERENDIPIAS VERANIEGAS
Es una gran satisfacción
poder decir que estos días finales del tórrido y convulso verano que estamos
teniendo han estado, para mí, llenos de sorpresas inesperadas y agradables, eso
que ahora se llaman, deliciosas serendipias.
Y, aunque, porque no se deben
publicar nombres de personas, he de callar casi todas ellas, tengo la
posibilidad de compartir una, del todo, inesperada.
En La Toja, paseando para
disfrutar tranquilo de una luminosa mañana, al llegar al puente, tan precioso, me
senté en un banco para descansar un poco y, sobre todo, mirar y admirar la
belleza del lugar y, entonces, quizá porque comenzaba a subir el sol, pensé que
debía comprar un sombrero para sustituir al que había olvidado el día anterior
en el tren. Tenía bastante claro que no iba a encontrar un panamá, pero algo,
más o menos regular podría haber en La Toja.
Y, muy decidido, volví a
caminar, ahora dejando el puente detrás. En cinco minutos escasos llegué a la
Aldea, un pequeño centro comercial lleno de cafeterías, varias heladerías y algunas
tiendas con cierto glamur; pensé entrar, sin embargo, al ver enfrente los
llamativos colores de otro centro comercial, O Redondo, no lo pude resistir,
crucé la calle y entré.
Ya estaba dentro, en el centro de un ordenado y pintoresco conglomerado de pequeñas tiendas en las que solo hay baratijas, espacio abierto para que jueguen los niños, un par de heladerías y ¡unos aseos de pago! Paseando muy despacio, deteniéndome en todas y cada una de las tiendas, en una de ellas compré un sombrero imitación panamá, ¡de papel!, hecho en China, me lo puse y, sin propósito alguno, decidí seguir paseando y disfrutando del mirar.
Y, aquí la serendipia, de
pronto, casi al final, una tienda que tenía algo especial: era como todas, y, como
todas llena de baratijas, pero entre ellas, objetos de cuero y, en un rincón, un
cuenco que parecía cerámica de verdad. Entré, olía a cuero, y sin que nadie me
dijera nada, había un grupo de mujeres comprando “lo normal”, comencé a mirar y
a tocar el cuenco, barro cocido y bueno, sin duda obra de un buen alfarero que,
sin llegar a ceramista, además de moldear el barro y usar el torno, usa colores
viejos y hace como que empieza a pintar.
Al salir las clientes, el
hombre, se llama Chete, muy amable, llevándome a otro rincón, me dice: - mire,
tengo más. Y sí, ante mi vista otra media docena de cuencos, todos hermosos,
de la misma factura, iguales y distintos, que salvo por los vivos colores, encajan
nada entre las baratijas que atestan el
local.
Decidido a comprar,
pregunté a Chete por el origen de los cuencos; - ¿le gustan?, son de
Buño, los hace Lola Faya, una señora mayor, se van a acabar -.
Por supuesto, muy contento, compré unos cuantos para regalar. ¿El precio?, muy baratos o muy caros, da igual, ya hay muy pocos como estos y que se vendan hace que, en manos amigas, se puedan conservar…

sábado, 19 de agosto de 2023
1080. COSAS DE VIEJO: DEL FINAL DE LOS TIEMPOS CONVULSOS
Creo firmemente que el
mayor pecado que puede cometer un hombre es el de omisión, el de no hacer, sean
cualquiera las razones, lo que uno debe hacer cuando sabe que lo debería hacer.
Pero también creo firmemente
que, por hacer, se pueden cometer errores que pueden tener efectos aún peores
que el no hacer.
Sin embargo, en tiempos de
gran convulsión es extraordinariamente difícil saber qué es lo que cada uno, en sus
circunstancias concretas, puede y debe hacer sin añadir mayores males y más
convulsión a la que ya se está viviendo en la sociedad.
Por otro lado, y esto lo deberíamos saber todos y nunca olvidarlo, desde que el hombre es hombre, la sociedad ha avanzado a trompicones, con periodos buenos, tranquilos y de progreso, que, casi inexorablemente, terminan en etapas de convulsión, con poca o mucha sangre, y cuyo resultado es, tarde o temprano, otro tiempo de paz y prosperidad.
Centrándonos ahora en los tiempos
de convulsión, hay que señalar, parece una ley, que cuando estos comienzan, porque su origen se debe a un conjunto de
múltiples causas y no pocos cisnes negros, entrecruzadas, cobran fuerza y
crecen hasta que, convertidas en un huracán, la sociedad explota. Así ha sido
siempre en la historia, no hace falta poner ejemplos, y en estos
momentos en el mundo, más que nunca hasta ahora, estamos en una de las etapas
más convulsas en muchos años y, esto es novedad, por primer a vez, alcanza a la
totalidad del planeta.
Ah, a lo anterior hay que
añadir que, cuando la etapa de convulsión llega, es imposible determinar su momento álgido y aunque el
papel de los individuos aislados es insignificante, quizá nulo, siempre hay uno o varios grupos nuevos porque los viejos consiguen nada, muy pequeños y
muy integrados, con líderes fuertes, con ideas, las que sean, muy claras, decididos a imponerlas, con una
estrategia, que, usando todos los medios a su alcance, aspiran a tomar el poder y luchan a muerte hasta que uno de ellos se impone e implanta en la sociedad un
sistema de gobierno rígido y autoritario, dirigido por el grupo ganador; la historia
está llena de grandes dictadores y monarcas que así comenzaron sus mandatos e
inauguraron y mantuvieron luego, con mano firme periodos de prosperidad en la
sociedad.
Y, ahora, volviendo al
comienzo de esta entrada, y reconociendo el efecto de las acciones, en
solitario, de los individuos como tales es, además de arriesgada para la persona,
insignificante o nulo en la progresión imparable de la convulsión y menos
todavía en su solución, nos encontramos con la tentación de cometer,
¡justificándonos!, el pecado de omisión.
Pero ¿Qué hacer?: lo primero e imprescindible, es pensar y pensar sin límites. Es vital fijar las grandes ideas, definir
el modelo de sociedad que queremos establecer al terminar el tiempo de convulsión.
Y, arriesgando mucho, decidir si realmente lo queremos. Luego hablar, muy
bajito, y muy en silencio, ¡hay muchos enemigos acechando!, con muy pocas
personas, aplicando el principio del doble efecto, dispuestos a morir en el empeño, comenzar a trabajar…
jueves, 17 de agosto de 2023
1079. DEL CURA LO QUE DIGA
En estos tiempos convulsos y quizá porque soy mayor, recuerdo una y otra vez las pequeñas frases que mi padre usaba en la familia para
explicarnos de forma sencilla el ser y el deber ser de las cosas importantes
para nuestra educación. Y, ahora, en estos días, resuenan en mis oídos las
cinco palabras con las que él disculpaba las debilidades y los errores de los clérigos
y enaltecía el bien inmenso que es la Doctrina de la Iglesia, son estas: del
cura lo que diga…
Una advertencia, lo que escribo a continuación puede contener
un enorme cúmulo de errores y puedo estar muy, muy equivocado, pero creo que,
también lo ha dicho el Papa Francisco, en la Iglesia cabemos todos y
Dios nos dio la cabeza para pensar, no puedo dejar de expresar lo que ahora veo
y, sobre todo, siento.
Y, porque lo aprendí muy bien, cuando veo “el lío” en que
está metido el Papa Francisco con el Opus Dei, no dejo de repetirme a mí mismo
lo que decía mi padre, del cura lo que diga, a fin de cuentas, con la
tiara y sin ella, el Papa Francisco es un cura y lo importante es lo que dice y
hay que disculpar lo que hace.
Además, durante toda mi vida y aún ahora, también porque me
los enseñó mi padre, creo firmemente que los 10 Mandamientos que Dios entregó a
Moisés; la Iglesia, desde antes de nacer, hizo suyos; y los sacerdotes, los
curas, no han cesado nunca de repetir, son verdades absolutas que los
católicos, y todos los hombres de buena voluntad, debemos obedecer.
Y, hay dos mandamientos, el séptimo y el décimo, que dicen así: No robarás y No desearás los bienes ajenos.
El Opus Dei, en datos grandes, aproximados y no seguros,
tiene actualmente 93.000 miembros, de ellos unos 2000 son curas, sacerdotes es
la palabra correcta; 28.000 son numerarios, no son sacerdotes, son laicos que dedican
su trabajo, el dinero que ganan y su vida toda a la Obra; y 63.000, son muchos,
supernumerarios, laicos también, que cumpliendo unas normas bien definidas y
entregando una parte de sus ingresos, hacen lo que podríamos llamar “vida
normal” en la sociedad.
Al mismo tiempo, el Opus Dei posee un patrimonio que diversas
fuentes estiman superior a los 2.300 millones de euros y que, dado el gran
esfuerzo de sus miembros, especialmente de los numerarios; y una muy buena
administración, se emplea con eficiencia para hacer el bien y no deja de crecer.
Pues mira por dónde, ahora, el Papa Francisco, ha decidido, parece, que el Opus Dei, va a ser en el futuro una
organización solo de sacerdotes de la que quedarán excluidos los numerarios y
supernumerarios; y ello implica que el actual patrimonio de la Obra se queda en
manos de los clérigos y el resto, los que han puesto la mayor parte del dinero
y el trabajo durante años y años, ¡a la calle, allá te las compongas!; por
supuesto, acaso no pocos obispos pueden estar muy contentos, el Papa Francisco
les ha dado el mando sobre lo que haya del Opus Dei en sus diócesis, incluida las llaves de las cajas.
Y claro, no lo puedo remediar, eso de echar a la calle a los
no curas y quedarse, parece, con lo que todos y cada uno han aportado, en mi opinión, se
llama robar, y lo que vemos en los periódicos pasa en Barbastro tiene toda la pinta
de que es eso de desear los bienes ajenos…y poner los medios para conseguirlos.
Pero, me digo, a pesar de todo, a pesar de los malos
clérigos, incluidos papas y cardenales, hagan lo que hagan, mi padre tenía
razón, del cura lo que diga, y yo me permito añadir, aunque haga
lo que haga.
domingo, 6 de agosto de 2023
1078. DE LOS RECUERDOS GUARDADOS EN EL OLVIDO: EL EMBRUJO DEL SAPO
Hace años, sin duda más de cincuenta, en La Paz seguro, y sin
que pueda recordar las circunstancias, alguien puso en mis manos un gran
regalo, la mejor forma para deshacerse de un enemigo: el embrujo del sapo.
Se requieren varias cosas: un pelo, mejor un mechón; un dibujo,
mejor una fotografía, del enemigo; una cinta; una caja de zapatos, y un sapo
vivo.
Una vez tienes todos los elementos reunidos, tomas el sapo en
las manos, sobre su lomo colocas el mechón, encima la fotografía, con la cinta
se atan muy bien, con varias vueltas, sapo, mechón y fotografía, de modo que no
se muevan; se mete todo en la caja de zapatos que, una vez cerrada, se coloca bajo
tierra en un lugar que sea difícil encontrarla.
Y, poco a poco, hay que tener bastante paciencia, el sapo sin
poder respirar ni comer se va muriendo y después se va secando, esto va
despacio, pero cuando está del todo seco, inexorablemente, el enemigo está
muerto.
Claro, y es verdad que el embrujo tiene mucho de bueno para
quien lo practica: el secado del sapo produce terribles y continuados dolores en
todo el cuerpo del enemigo; y, cuando llega, por más que investiguen los
médicos, no es posible encontrar la causa de la muerte.
Y, realmente, ¿funciona el embrujo del sapo? La verdad es que
no lo sé, ni cuando me lo explicaron ni ahora, aunque lo he pensado, por si acaso,
me he atrevido a usarlo.