Para contribuir
a la difusión del conocimiento, de un tema
de gran relevancia para Nicaragua, Centroamérica y probablemente para todo el ancho mundo, reproduzco
a continuación el artículo que publiqué el pasado 17 de noviembre en NOTICIAS COMENTADAS POR COMUNICADORES INDEPENDIENTES,
Mi buen amigo Deylin
Gutiérrez, el gran periodista nicaragüense, ha llamado mi atención sobre
un tema al que, embebido en el devenir de lo cotidiano, hasta ahora no
había dado la importancia que tiene, ahora en sus comienzos para
Nicaragua y luego, cuando entre en actividad, para el bienestar de
Centroamérica, para el comercio marítimo e incluso para el ajuste del mapa
geopolítico mundial, el Gran Canal de Nicaragua.
En consecuencia, he dedicado un tiempo a tratar de comprender, buceando en informaciones múltiples, aunque no demasiadas, contradictorias y seguro, para unos u otros, interesadas, lo que realmente es el proyecto del Gran Canal y lo que, de llegar a construirse, puede ser y significar en el futuro.
Este artículo, aunque largo, es un mero y corto resumen de lo que ahora sé sobre el proyecto del Gran Canal y, sobre todo, la exposición de lo que no sé sobre no pocas cuestiones cuya solución implica o implicará la toma de decisiones muy difíciles de adoptar por quiénes tienen el poder de decisión y muy costosas de aceptar por una parte significativa de la sociedad nicaragüense y centroamericana, además de los ecologistas del mundo entero.
Comenzamos con tres datos significativos:
Nicaragua tiene una superficie de 130.000 Km2, una población de 6 millones de habitantes y un PIB per cápita de 1.800 $. Los mismos datos para Panamá, el país que cruza el Canal de Panamá: 75.000 Km2 de superficie, 3,8 millones de habitantes y un PIB per cápita de 11.036 $.Y, evidentemente de ello se desprende que Nicaragua no es hoy un paraíso de riqueza y bienestar y que es mucho menos rico que Panamá.
Y ahora el tema del Gran Canal de Nicaragua:
En primer lugar, decir que uno, acaso el principal anhelo colectivo de los nicaragüenses, desde el siglo XIX e incluso del XVIII, es la construcción del Gran Canal de Nicaragua y que este anhelo, ha sido objeto de una decena de proyectos, desde antes de que se pensase en el Canal de Panamá, que nunca han llegado a ser realidad.
Sin embargo ahora las cosas han cambiado
o, al menos, parece que han cambiado: El 7 de junio de 2013 el Sr. Ortega,
Presidente sandinista de Nicaragua, otorgó a la empresa
HK Nicaragua Canal Development la
concesión, por 50 años renovables por otros 50 del Gran canal de
Nicaragua, y el día 13 del mismo mes, en un debate de tres horas, la
Asamblea, dominada por el partido sandinista, aprobó la Ley
Especial para el Desarrollo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense
atingente a El Canal, Zona de Libre Comercio e Infraestructuras Asociadas"
que ratifica la decisión del Presidente de la República.
La decisión del Parlamento de Nicaragua implica la construcción y explotación
por la mencionada empresa del Gran Canal que, con una longitud de 278
kilómetros, una anchura de entre 230 y 500 metros y una profundidad media de 29
metros, unirá el Océano Pacífico con el Océano Atlántico; además del Gran
Canal, el Presidente y la Asamblea de Nicaragua han concedido a la
misma empresa el desarrollo y explotación de dos grandes puertos;
un oleoducto para unir los litorales de los dos océanos, un ferrocarril con
similar recorrido, un aeropuerto internacional, dos complejos turísticos y,
dicho con palabras sencillas, otros negocios que el Sr. Wang Jing
propietario de HK Nicaragua Canal
Development considere oportuno emprender.
El monto económico del proyecto
asciende a 50.000 millones de dólares americanos, nueve veces más de lo que va
a costar la ampliación en curso del Canal de Panamá. Esta enorme cifra es
global y su desglose por el momento desconocido.
Es interesante resaltar que el coste del Gran Canal de Nicaragua,
ha sido fijado sin que existan estudios geológicos conocidos de los terrenos
por los que va a pasar, no se ha realizado o, al menos, no se ha
publicado, ningún estudio completo sobre el impacto en
el medio ambiente que se producirá en el lago Cocibolca, el segundo mayor de
América, en el que hay que excavar una zanja que baje una media de
16 metros el suelo del lago, en un ancho de 200 o 300 metros, a lo largo
de más de 100 kilómetros y eso sin que se sepa si el suelo es de
arenas blanda, rocas volcánicas o durísimos granitos. Bien es verdad que
por muy grande que sea la obra, hoy la tecnología ya disponible por
no pocas empresas constructoras en el mundo puede hacer la obra propuesta e
incluso otras mayores, en poco tiempo si se dispone de la financiación
adecuada.
Evidentemente, el posible impacto en el medio ambiente preocupa muchísimo
a un número incierto pero sin duda muy numeroso de ciudadanos de Nicaragua y
a los expertos medioambientales que temen una gran catástrofe ecológica
en la que no se descarta la desaparición de casi toda la vida vegetal y
animal del lago. En mi opinión, por lo que he leído, probablemente los
expertos tienen mucha razón, el lago Cocibolca va a quedar muy dañado por
las obras del canal. Pero, la realidad actual es que el lago ahora está tan
deteriorado que ya es imposible su recuperación a niveles ecológicamente
“razonables”, más aún, en estos momentos, “sin hacer añadir nada malo a lo malo
que se está haciendo”, ecológicamente, el Cocibolca está perdido. Detener
la destrucción el lago y recuperarlo ecológicamente es económicamente un
imposible para Nicaragua y, acaso, sean las obras del canal y su rentabilidad
posterior, lo que pasados bastantes años permita a los nicaragüenses volver a
tener lo que fue en otro tiempo una maravilla de la naturaleza.
En cuanto a la rentabilidad económica del proyecto, los expertos en tráfico
marítimo expresan opiniones de todo tipo, desde los optimistas que
estiman que entienden que las previsiones de crecimiento del tráfico marítimo
hacen pensar que el canal puede generar importantes beneficios en pocos años
hasta los que piensan que harán falta más de treinta años para que el nuevo
canal sea rentable. Bien es verdad que el Canal de Panamá tardó casi
cuarenta años desde su puesta en funcionamiento en convertirse en la mina de
oro que ha sido y seguirá siendo con su actual ampliación, desde la mitad del
siglo XX hasta nuestros días. Y, en cualquier caso, desde ya, se van a crear
muchos miles de puestos de trabajo y un chorro enorme de dinero va impulsar la
economía nicaragüense con una fuerza que nunca ha tenido y propiciar una etapa
de bienestar también hasta ahora desconocida.
Bien es verdad que el tema de la rentabilidad del Gran Canal podría ser secundario para la empresa concesionaria si, como estiman algunos expertos en gepolítica construirlo y administrarlo es, o puede ser, parte de una extraordinaria apuesta estratégica de China en su carrera para alcanzar el liderazgo mundial, en lo económico y en lo político, antes de que termine el siglo XXI.
En cualquier caso, sea cual sea la rentabilidad inicial del Gran Canal de
Nicaragua y si es o no es tema estratégico chino, la realidad para los
nicaragüenses, repetimos, es que supone muchos miles de puestos de
trabajo directos e indirectos y muchísimos millones de dólares que
de un modo u otro se va a ingresas en su bolsillo la sociedad
nicaragüense.
Aspecto interesante en todo el proyecto es que la entrega de la Concesión
haya sido directa, es decir, se ha otorgado a HK Nicaragua
Canal Development sin que nadie, persona, empresa o consorcio
nicaragüense o internacional, haya tenido la oportunidad de
presentar propuestas para optar a este proyecto, que será, si llega a
término, sin duda uno de los más emblemáticos y costosos de los hasta ahora
soñados en el siglo XXI.
Visto con ojos europeos esto puede parecer un disparate, pero también puede ser
una magnífica muestra del sentido común del Presidente de Nicaragua, veamos el
por qué de esta afirmación con una simple pregunta: ¿Dispone el Gobierno
de Nicaragua de la capacidad de gestión y del dinero para elaborar un
Pre-Proyecto, con inclusión de estudios de mercados, planificación del
desarrollo del proyecto, zonas de influencia, de análisis de suelos, estudios
del impacto medio ambiental en todo el recorrido, limitaciones,
estimaciones de costes, tiempos de construcción, oportunidades de financiación,
etc. y luego convocar y atraer a grandes consorcios empresariales a
pujar, en un macro concurso internacional, para la construcción y
posterior explotación del Gran Canal? No, estoy seguro de que no, si al
Presidente Ortega se le hubiera ocurrido esta idea hace diez años y hubiera
tratado de ponerla en marcha, pienso que se hubiera gastado el
dinero que no tiene y, lo que es peor, se estaría todavía muy lejos de
poner negro sobre blanco el contenido del Pre Proyecto.
Un tema relevante que atrae la atención de los críticos con el proyecto
es la escasa información que hay sobre la empresa concesionaria. De
ella se sabe que bajo la presidencia del Sr. Wang Jing, es parte de un
conglomerado con más de veinte empresas interrelacionadas, con sedes
en distintos países, entre ellos China, Hong Kong, Islas Caimán, Holanda
y Nicaragua, con la particularidad de que solo una de esas empresas
tiene un capital superior a 50.000 $, sí cincuenta mil, dólares; la
única con más capital, que es la realmente importante y la base del
imperio y de la riqueza del Sr. Wang Jing, es la telefónica china Xinwei,
que, tiene un tamaño gigantesco y trabaja con intensidad en proyectos de
alta tecnología para las Fuerzas Armadas y de Seguridad de la República
Popular y menos en el mercado de empresas y particulares. Por
supuesto, Xinwei puede arrastrar a muy importantes empresas chinas y
transnacionales de otros países a participar en el proyecto.
En cuanto a los máximos responsables del proyecto, el Sr. Ortega, Presidente de
Nicaragua y el Sr. Wang Jing, lo que se sabe es que, el primero ha sido y
es un prohombre de la Revolución Sandinista, un Líder Bolivariano, un Enemigo
del Capitalismo y ello hace que parezca muy extraño que, sin explicar una
palabra ni contar con nadie, haya otorgado durante 100 años
la concesión del Gran Canal de Nicaragua, dos grandes puertos, un ferrocarril,
un oleoducto, dos grandes complejos turísticos y un aeropuerto internacional a
una empresa que es parte de un entramado empresarial chino, presidido por
el segundo, el Sr. Wang Jing, un hombre de 42 años que vive en
Pekin, dice viaja en un jet privado Dassault Falcon 7x y que,
según se dice, los rumores que circulan en China, es un capitalista
millonario, nieto de uno de los Grandes Ancianos, que goza de muy
buenos contactos en el mundo empresarial, político y militar de la
República Popular.
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