No me gusta, quienes me
conocen lo saben, que las parejas que se quieren vivan amancebadas, creo que es
mejor, por muchas razones, que los dos tengan un papel en el que esté escrita
la palabra “casados”.
Sin embargo, en algunas
ocasiones, como siempre, la excepción a
la regla resulta ser una decisión excelente. Y, me refiero a esos casos en que
dos personas se casan por amor y esa boda por amor juega una, más que previsible, mala pasada.
¿Cuántas mujeres hay en
España que sufren las consecuencias de haberse casado con hombre
encantador que ha resultado ser un gran
sinvergüenza?
¿Cuántas mujeres hay en
España que, sin enterarse de nada, han pagado con su honor porque se casaron por amor de un guapo resultón más golfo que el mayor de
los tunantes?
Bien es verdad que, en
no pocos casos, la familia y los amigos
de la enamorada, antes de casarse, porque no estaban ciegos, les pidieron por
favor primero y llorando a mares después, que no se casasen con el interfecto,
pero claro, como el amor es ciego o al
menos tuerto, llenaron con invitados la
Iglesia o el Juzgado para consagrar ante todos el comienzo de las desgracias.
Realmente, y aunque sea
cierto, se lo han ganado…porque casarse por amor puede jugar muy malas pasadas.
Y esto que se lo digan a
las mujeres, de todas las alcurnias, que,
por amor, aunque ellas no hayan hecho nada, están para toda su vida, peor que
condenadas.
Y, me pregunto, ¿no
hubiera sido mejor que, aún habiéndose sentido fatal por no estar casadas, para
tranquilidad de todos, solo se hubieran quedado en el, ahora no mal visto, y
por una larga temporada, estado de amancebadas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario