Hace pocos días, en una reunión de amigos en la que, unos más y otros menos, todos tenían problemas, se debatía sobre la conveniencia, incluso la necesidad, de mostrar siempre el rostro alegre, aparentar satisfacción, gran seguridad y destilar toda la confianza posible en uno mismo.
Escuché en silencio mucho rato, los argumentos de mis amigos, todos sólidos, propios de gentes cultas, bien formadas y con saber de la vida: Las personas, muchas, cuando te va bien te rodean, te llaman, te escuchan e incluso te apoyan casi en cualquier cosa, cuando te va mal, con frecuencia no solo evitan devolver tus las llamadas de teléfono, responder a tus correos sino incluso hablar contigo un momento si te los encuentras en cualquier parte. Consecuentemente, la experiencia aconseja decir y aparentar que estas bien y, por supuesto, ni siquiera insinuar que estas mal.
Sin embargo, cuando el nivel de amargura, subiendo desde el estómago, me llegó a los labios, no puede por menos de expresar, hablando bien alto, mi pensamiento:
“Sí, está muy bien decir que estoy muy bien y que no necesito ayuda porque quiero cocerme, hasta la muerte, en mi propia salsa.
Amigos míos, no estoy de acuerdo, ni vosotros tampoco, con lo que estamos diciendo, en mi opinión sí hay que decir, cuando es así, que estoy mal, que necesito apoyo, que preciso ayuda. Sí, amigos míos, cuando uno está mal y requiere ayuda hay que decirlo, hay que pedir, si no pides es imposible que alguien pueda, aunque quiera, ayudarte”
Se hizo un largo silencio, luego alguien dijo que lo que José Luis decía era cierto, que aunque sea muy difícil, si no lo dices es imposible que alguien te ayude.
Luego otras voces ratificaron la misma posición, se recordaron experiencias positivas, se matizaron situaciones, se cuestionaron circunstancias, se matizaron las posibilidades, en fin, mis amigos aceptaron con alegría que, en muchas ocasiones de esas, nada gratas, que te ofrece, acaso para que vivas, el devenir de la vida, es muy importante, vital creo, decir que no estas bien, explicar por qué y pedir ayuda.
En estos tiempos difíciles en los que, el miedo, las preocupaciones, el desamor y la amargura añaden su peso al camino de la economía, es importante saber que tienes familia, que tienes amigos y que, entre ellos alguno, si lo mereces, lo pides y ellos pueden, te prestarán, porque sí, su ayuda.
Estoy absolutamente seguro que quien siempre dice que está bien hace realidad el título de esta entrada: ESTOY MUY BIEN, NO NECESITO AYUDA, QUIERO COCERME, HASTA LA MUERTE, EN MI PROPIA SALSA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario